Escena 1
Andrés intenta abrir los ojos. Está mareado y dolorido. Aturdido. Entumecido. El sudor y el olor de su propio excremento recorre su sistema nervioso. Siente frío en los dedos de ambas manos. Sus muñecas están amarradas a dos grilletes que penden del techo y que le fuerzan a incorporarse para tomar aire, lo que supone que soporten su propio peso, causando un dolor enloquecedor. El día ocho de enero se pone a régimen. Bueno, el ocho no, que es el cumpleaños de Elvis. El nueve. ¿Qué tonterías estás pensando, Andrés? ¿No ves que, al paso que me llevas, vas a terminar espichando esta noche? ¡Céntrate! Sí, tienes razón, siempre puede ir a peor. Siempre puede haber un morlaco de tío dándote zurriagazos como si fueras un saco de boxeo. ¡Mira! ¡Hablando del ruin de Roma! Ya lo sé, Andrés, soy un poco (pitido), pero es lo que tienen las navidades, tío: sacan lo peor de cada uno.
- ¡Vaaaaaaya, vaya, vaya! ¡Si se ha despertado el hermano Lagarto Guancho! ¿Cómo has dormido, Andresito?
- Creo que este colchón es un poco incómodo, pero cuando hay sueño…
- ¡Anda! ¡Nos ha salido chispeante, el tío! ¡Toma anacardo!
- ¡Ouch! Lo… lo siento… es que tengo un humor muy inglés…
- ¿Sabes? Me gusta que lo encajes así.
- Sí, sí. Jodido pero content… ¡Ouch! ¡Pero tío! ¡No me pegues tan fuerte que me vas a matar antes de que acabe la escena!
- ¡Qué va! Vas a tener suerte. Hay alguien que quiere verte. Yo me voy.
- Bueno, pues… ha sido un placer.
- No, no, no. Voy a avisar de que has despertado y al aseo. Vuelvo en diez minutos a terminar la faena.
- ¡Vaya por Dios!
Escena 2
- ¿Se había preguntado usted qué es lo que esconde la planta -3, Andrés?
- ¿Ya no me llamas Aligator333, Sylvana?
- No está en disposición de utilizar el sarcasmo en estos momentos, señor López. Ha traicionado usted al Ateneo y va a pagar por ello. En esta planta se encuentran los más macabros deseos de nuestros hermanos. Nueve de ellos están detrás de ese espejo, decidiendo sobre cuál va a ser su forma de morir. Tenemos tres opciones. La primera es un clásico medieval: la evisceración. La segunda, el empalamiento y la tercera, el temido Ling Chi.
- ¿Fruta del chino?
- Es conocida como “la muerte por mil cortes”.
- Pinta mal…
- No se haga el Bruce Willis, señor Andrés. No estamos en Jungla de asfalto aunque sea Nochebuena. Usted ha traicionado la confianza y la integridad de nuestra Hermandad. No sólo no ayudó a un hermano, sino que terminó uniéndose usted a la resistance.
- Yo sólo creí que las causas se vuelven justas cuando se oponen a la injusticia. Ustedes venden un mundo dominado por cuatro, pero cuando el pueblo se entere de que lo único que quieren es poder y que, encima, son una mísera minoría, la van a llevar bastante guapa.
- ¿Poder? ¡Pobre idealista! ¡El Ateneo ES el poder!
- Si El Ateneo es tan poderoso, ¿me puedes explicar qué ganáis con cargaros a un concejal de un pueblo de tercera?
- Porque ha traicionado los principios básicos de la Logia.
- ¿Logia? Ahora sí que no me entero de nada… ¿no era un Ateneo?
- Estoy harta de sus estupideces. ¡Verdugo! ¡Acaba con él!
- De inmediato. ¿Cómo lo hago?
- What?
- Ya sabe, señora Sylvana, las tres opciones…
- Uisssssssssssssssssss!
En éstas estamos cuando un tremendo “¡BOOOOOOM!” hace añicos la puerta de entrada a la sala de tortura y hay humo y fuego y humo y “¡RATATATATATATATATATATATA!” Y “¡PÍUNNNNN, PÍUNNNNN!” y cristales rotos y gregarios volando por los aires y un bazooka casero y humo y… entra en escena… EL EQUIPO Ô (chin chirin chiiiiiiiin cha cha chin, tararí ti-ro-ti, ti tirero tiiiii… ¡qué riff de guitarra más bueno venía luego!), con Avelino en el papel de Hannibal, Juan José Alcañiz como Fénix, el alcalde como Murdock y Roque Acevedo en el papel de M.A. Baracus.
Al final, no muere nadie y El Ateneo se hunde en su propia inmundicia. El rollo de siempre, amigo lector: los buenos ganan, los malos no. Sí, igual podría haber escrito otro final para lo de la logia, pero es Navidad y nos debemos al público infantil o, como mucho, en edad de merecer. Ya nos desquitaremos en la cuesta de enero (I promiss you).
Escena 3
- Pues eso, Vicente, que no es que hayamos salvado el planeta, pero hemos tenido nuestra pequeña pataleta obrero-burguesa. ¡Eso sí! ¡Menudos mantecaos suelta el alcalde! Miro para él y le ha pegado un crochet al verdugo que lo ha vestido de luces. ¿Y el Juanjo qué avispao? Jejeje. Ha estado de libro… como Avelino ¡Qué hommmmbre! ¡Qué clase desprende! La verdad es que todos lo han clavao… menos el Roque, que como han venido en avioneta, se ha desmayao.
- Claro, como es de derechas, verse negro lo debe haber cortocircuitado…
- El caso es que ha sido muy guay. ¡Aissssssss! Creo que, esta Navidad, he aprendido que lo verdaderamente importante no es el valor material, sino la amistad.
- ¿Y el amor?
- ¡Gabriela!
- ¡La que faltaba pa’l duro!
- ¡Andrés!
- No hay sitios en Nochebuena, que habéis tenido que venir a esta azotea…
- ¡Has sido muy valiente, Andrés!
- No te creas, me he hecho el duro, pero estaba que con un hilico me ahogaban.
- ¡Pero si vas hecho un deceomo! ¡Te tengo que curar esas heridas!
- No te preocupes, no duelen mu… ¡OUCH!
- Creía que no iba a volver a verte, Andrés.
- Ni yo… pero se ve que los López somos más duros que las piedras de mechero.
- … por cierto, te habrás puesto morao con las pechugonas esas del Ateneo, ¿no?
- … yo…
- Parejica, que… mientras termináis y eso, yo me voy suicidando, ¿vale?
- ¡Hombre, Vicente! ¿En Nochebuena?
- No te preocupes, Andrés. Soy un personaje de ficción y, como tal, inmortal, como el Christopher Lambert ¡Venga! Nos vemos pronto y ¡FELIZ NAVIDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAD!
¡PLOF!