Escena 1
- Esto puede ser muy grande, alcalde. ¡El descubrimiento de la década!
- ¿A costa de excavar media población?
- Media no… serían unas calles.
- ¿Unas calles?
- Calculamos que… desde la plaza del País Valenciano hasta la calle Menéndez Pelayo y, desde el Tío Frasquito hasta el Consum.
- Total, que no es medio pueblo, es una cuarta parte.
- No tanto.
- Es un buen pedazo. ¿Habría que demoler los edificios?
- Siempre según la importancia que se le otorgue a los descubrimientos que se hagan. Si es de escaso interés, se excavará por encima, se hará un estudio, documentando minuciosamente lo encontrado, para que quede constancia de lo hallado y se podrá tapar y continuar con las obras.
- Y… ¿si el yacimiento es importante?
- Pasaría directamente a Valencia o Madrid, según grado… e imagino que…
- ¿Qué imaginas?
- … si el hallazgo es lo suficientemente valioso para que el Ministerio se haga cargo, se realizarían las acciones que fuesen necesarias para estudiarlo.
- ¿Incluyendo la expropiación y demolición de los edificios que entren en el perímetro señalado?
- … si fuera necesario…
- ¿Y tú qué piensas, Josué?
- Que somos afortunados de tener una historia tan rica. Es fundamental saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.
- Entiendo, aunque está demostrado que los españoles no aprendemos del pasado. ¿Te importa que llame a Andrés? Me gustaría saber su opinión.
- Por supuesto.
- Un momento, por favor… Andrés, ¿puedes venir a mí despacho? … es lo bastante urgente como para que lo dejes para luego… perfecto, ahora nos vemos.
- ¿Viene?
- Sí.
- …
- Esto puede tener repercusiones impredecibles, ¿sabes?
- Lo sé.
- ¿Se puede?
- Adelante.
- Buenas. ¿Qué es eso tan urgente?
- Josué te lo va a explicar mejor que yo. Estoy tan sorprendido como confuso.
- Verás, Andrés. Sabes que hemos encontrado unos restos arqueológicos en la obra de la Avenida, ¿verdad?
- Sí, claro.
- Bien, pues… tenemos indicios de que puede ser algo tan grande que supere todas nuestras previsiones.
- ¿Qué me estás queriendo decir?
- Que, cabe la posibilidad de que, el ajuar que se ha encontrado, sea procedentes de Tartessos.
- ¿Qué?
- Tartessos.
- Eso lo he entendido. Me refiero a que eso es una civilización del sudoeste peninsular y…
- Hemos de tener en cuenta que, las referencias que tenemos sobre Tartessos a día de hoy son, en su mayoría, de fuentes logográficas…
- ¿Logoqué?
- De proto-historiadores, como Hecateo que, aunque representaron un avance en la separación entre la Historia y la Mitología, todavía no podemos decir que completaran el paso «del mito al logos» y, por tanto, no podemos asegurar su fiabilidad. Realmente, la Ciencia no conoce exactamente la localización, las costumbres o la expansión de Tartessos. Es improbable que estemos ante las ruinas de un asentamiento tartésico, dada la proximidad del Cabezo Redondo pero, según indican los abalorios encontrados y, con un análisis todavía muy superficial, creemos que pertenecen a una cultura pre-íbera muy similar a la tartésica, con lo cual, se podría demostrar que hubo lazos entre Tartessos y la cultura argárica, propia de esta zona y, sobre todo, que los pobladores de estas tierras, ensayaron varios asentamientos. Habrá que determinar la antigüedad de los restos aunque, la similitud entre los hallazgos hace pensar que, el tesoro que encontró José María Soler en el Morrón, puede albergar alguna relación con el hallazgo y, por tanto, con el mito.
- ¡No jodas!
- El tesoro está datado en el siglo décimo antes de Cristo. Recordemos que es el segundo tesoro más importante de la Edad del Bronce en Europa, con lo cual puede ser que, el reyezuelo asustado que suponemos que lo enterró, probablemente huyendo de sus enemigos, tuviera más poder del que creemos.
- Con lo cual…
- Con lo cual, existe la posibilidad de que, en pro de la Historia y de la Ciencia, haya que demoler los edificios del centro de nuestra ciudad.
- ¿Qué?
- De la Plaza del País Valenciano a la calle Menéndez Pelayo, según las estimaciones del georradar.
- Eso si el asentamiento fuese reducido: no quiero ni imaginar lo que puede pasar si hay una megalópolis bajo nosotros.
- ¡Joder!
- Es una probabilidad.
- Uno no sabe si alegrarse o si desear que no se encuentre nada.
- ¿Quién iba a pensar que, debajo de nuestros pies, hay una ciudad milenaria?
- Nadie. Ha sido una bendición inesperada.
- Claro, claro. Sobre todo para las familias que pueden perder sus hogares para alimentar el enorme estómago de la Historia.
- ¡No seas dramático, alcalde!
- ¡No quiero ni pensar en ello! No sé cómo debemos actuar ahora.
- ¿Ahora?
- Sí. No creo que sea una buena idea sembrar el desasosiego entre la población pero, llamadme romántico, creo en la transparencia de nuestra gestión.
- Nadie la pone en duda, alcalde. Pienso que debemos ser prudentes, eso es todo.
- ¿Convocamos un pleno para tratar el caso?
- ¿Te parece que lo consultemos antes con el resto de equipo de gobierno?
- No lo tengo claro.
Escena 2
- Esta noche no corre ni un poco de brisa.
- Sí. Llevamos una temporadita de calor…
- Asfixiante, Avelino. ¡Con lo bien que se debe estar ahora en el Puerto!
- Seguro que tendríamos que dormir tapados, Aurora.
- ¡Ahora parece que corre un poco de fresco!
- ¡Gloria bendita!
- ¿Cómo está el alcalde?
- Ha vuelto muy entero. Creo que le hacía falta encontrarse a sí mismo.
- Es buen hombre.
- Sí.
- ¿Y el Maestro Po? ¿Está bien?
- Más o menos como lo recordaba: alopécico, con perilla hasta el ombligo y con unas cataratas muy preocupantes.
- ¡Pobrecico! Igual la Seguridad Social china no cubre la operación.
- Tranquila, es un maestro shaolín: tiene los sentidos muy desarrollados.
- … el de la vista…
- Bueno, el de la vista no, pero es capaz de oír un mosquito al otro lado del templo.
- ¡Es increíble!
- El Maestro Po es un adonado. Lástima esa costumbre suya de hablar mediante proverbios.
- ¡Madre mía! ¡Si son las dos de la madrugada!
- ¿Qué hacemos? ¿Nos vamos a la cama?
- Sí… aunque no apetece…
- ¿Dormimos con la ventana abierta o ponemos el ventilador?
- ¡Que luego te constipas, Avelino!