Morriña
Por un momento, me sentí transportado 18 años atrás, departiendo con Aureliano Buendía y con el incombustible Andrés Leal…
Hace unos días, paseando por la city, me encontré con “jóvenes viejos” amigos. Fue una alegría saludarlos y, he de reconocerlo, una grata sorpresa el cariño con el que me recibieron. Siempre pensé que el tiempo transcurrido y, no nos ocultemos, las diferencias de pensamiento y hasta ideológicas, podrían haber enfriado en exceso aquellas viejas amistades.
Por un momento, me sentí transportado 18 años atrás, departiendo con Aureliano Buendía y con el incombustible Andrés Leal y sus “queridas personas” que tanto me agradaba leer, hicimos un breve repaso de aquellos tiempos en los que, créalo nuestra juventud, no existía Facebook ni Instagram ni Tik Tok. Los móviles no tenían Internet y eran muy raros los que pagaban un pastizal por estar conectados a la red, por supuesto, nuestro Whatsapp era el SMS, sí, el que usas ahora para confirmar un Bizum… que, por supuesto, tampoco existía.
Por aquellos tiempos, sigo en esos 18 años mencionados, yo tenía hándicap 36 (lo que hubiese dado entonces por bajar a 4 y lo que daría hoy por volver a emboscarme con esos 36 y ganar algo que no sea en un sorteo), y aquel verano, mientras estaba de vacaciones en Denia, me llamó Prats. Tenía un proyecto periodístico muy interesante y me invitaba a colaborar con él escribiendo una humilde columna de opinión cada semana. “600 palabras, Carmelo, no más”. Me decía. El nombre clave del proyecto era EPdV.
No lo dudé y allá que debuté con lo que Andrés calificó de “Interlineado fino”, pues ya saben quienes me conocen que soy, más bien era, opinador de derechas y también de izquierdas, lo que, para mi gusto, me colocaba en el centro geométrico del arco ideológico… nada más lejos.
Tengo que reconocer que tuve cierto vértigo cuando me di cuenta de que mi columna en el periódico impreso (sí, impreso porque EPdV era un proyecto serio que salía en papel cada semana, aunque hace mucho que dejó de ser un proyecto para consolidarse y convertirse en el referente informativo de la ciudad) como decía, sentía vértigo al ver que mi vecino de columna no era otro que el insigne Mateo Marco… ¡menudas plumas tenía alrededor! Calidad rebosante que, temía, me inundasen como un tsunami.
Era adictivo, lo admito, leer los foros. Quitando los alias conocidos, aparecían como champiñones aquellos que se escondían tras seudónimos anónimos que, a veces, llegaban a enfadar al más templado con insultos gratuitos, y en otras aportaban perspectivas interesantes como solía hacer mi apreciado Kiko Mic.
Ramón Cerdán… ¡Madre mía! Entrañable persona nunca bien ponderada. Capaz de generar por sí sólo un mar de opiniones y, en ocasiones, reunirse consigo mismo y acabar en un cisma. Cuando lo veo por la calle me gusta estrechar su mano y trato de transmitirle en ese acto el aprecio y simpatía que me inspira.
Tengo la suerte de poder debatir frecuentemente en Facebook con el gran Sr. Silva, nada más y nada menos. De nuevo, como cuando desde la ventana de mi columna veía a Mateo enfrente, me motiva y asusta la grandeza de mi interlocutor. Mal no lo estaremos haciendo cuando Alan y Susana dicen que somos “Jelipe y Antón 2.0”, salvando la inmensa diferencia que me separa de aquellos grandes maestros.
Todo esto unido, tranquilo Prats, llevo 582 palabras, ha ido fraguando una idea en mi cabeza. Si las redes sociales se llevaron por delante los foros tan edificantes y productivos del periódico, ¿por qué no unir ambos mundos, del pasado y del presente, para crear una plataforma de opinión libre, como siempre ha sido El Periódico de Villena y, de algún modo, auspiciada por el propio EPdV?
¿Se imaginan poder disfrutar de debates en los que intervengan personas como Aureliano, Andrés, Mateo o Silva? ¿Imaginan cuánta calidad habría sobre la mesa tratando temas de actualidad de la city villenera? Sería fan de semejante plataforma… Prats, ahí te lo dejo.
Buenos recuerdos de aquellos foros, unos mejores y otros peores. Con el tiempo me enteré de que había foristas con nombres falsos y pagados por políticos locales para defenderlos en las redes, vaya pérdida de tiempo discutir con ellos, o no….
Ay, Carmelo, el gusto por la opinión crítica superó el inoperante e interesado debate de izquierda y derecha.
Días felices y productivos.
Ni que decir tiene que me alegré mucho de verte.