De recuerdos y lunas

Muger

"Mujer" en el pasado se escribía "muger", con ge. Así aparece en el Covarrubias (Sebastián de Covarrubias, "Tesoro de la Lengua castellana o española", Madrid, 1611). Muger: Del nombre latino mulier... Lo que sigue en la definición del lexicógrafo, que fue capellán del rey Felipe II, son prejuicios contra la dona. Muy graves. Cierto que de entrada el erudito quiere poner paños calientes matizando que sólo quiere definir a aquellas mujeres "que huyendo la modesta compostura de su obligación, viven con desahogo, [...] no de las cuerdas y recogidas [...]".

Así, concentrándose en las no recatadas –para Covarrubias las cuerdas y recogidas lo son, tanto como honestas– trae primero a san Máximo, su noveno sermón, donde el santo padre afirma que la mujer mala es "tormento de la casa, naufragio del hombre, embaraço del sosiego, cautiverio de la vida, daño continuo, guerra voluntaria, fiera doméstica, disfraçado veneno [...]". Luego, amén de otra opinión, también contra la mujer, refiere Sebastián la brutal exclamación de Diógenes –el cínico, el perro– al contemplar a unas mujeres castigadas por la justicia pendiendo de un olivo: "¡Ojalá todos los árboles del mundo llevaran este fruto! —dicen que dijo el de Sinope. Y aún más ejemplos impertinentes se exponen tras la voz "Muger" en ese "Tesoro de la Lengua". Entre ellos, la experiencia de Demócrito que, al parecer, siendo el filósofo hombre corpulento casó con una mujer pequeña. Cuando en una ocasión le preguntaron por qué se había casado con mujer tan chica respondía que, del mal, había escogido el menor. Tradición que el Arcipreste de Hita lleva al "Libro de Buen Amor" en el elogio de la mujer chiquita: "Siempre quise a la chica más que a grande o mayor, / ¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error! / Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor / por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!"

No está el horno para bollos. Pero nuestra tradición está cargada de tópicos contra mujer se llame Eva, Pandora, Dalila, Salomé, Helena... Se llame como se llame. Siempre hay un mal que como referente pueda tener a una mujer. Otro clásico de nuestra literatura, "La Celestina" de Fernando de Rojas, no se queda corto en fobias contra mujer. En relación con esta obra y otras, coordinada por Cristina Segura, léase "Feminismo y misoginia en la literatura española. Fuentes literarias para la Historia de las Mujeres" (Narcea ediciones, 2001). E igualmente contra mujer está la calle con sus dichos y refranes. La mayoría de mal gusto y algunos irreproducibles por su violencia. Y eso que, sin vergüenzas, algunas de estas sentencias todavía se venden como suvenires inscritas en azulejos que se comercializan mayormente en los bares de carretera y en las tiendas de autopista, bares y tiendas que, aunque se vistan de modernidad, algunos aún tienen las moscas y las mugres de toda la vida. Especialmente uno que conozco, camino de Madrid, por la Mancha manchega. "Cuando Dios se hizo hombre, ya el diablo era mujer" —se puede leer en uno de estos "regalos". Y lo peor es que en la tramoya de estas máximas está el rumor de nuestros sabios. Así Tertuliano: "La mujer es puerta del diablo, descubridora del árbol vedado, desamparadora de la ley de Dios, persuasora del hombre, a quien el diablo no osó tentar." Así Orígenes: "Cabeza del pecado, arma del diablo, expulsión del paraíso, madre del pecado, corruptela de la ley." Y suma y sigue.

En el pasado, lo hemos visto en el Covarrubias, "muger" se escribía con ge. Igual que escribimos, en el pasado y en el presente, misoginia. Con ge de gemido.

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