El Ordenanza

¡Niños fuera!

El Ordenanza. Capítulo 42

Escena 1

-¿Cómo va todo Avelino?

-Muy bien, señor alcalde. ¿Y su familia?

-Bastante bien: mamá con sus olvidos, papá con los agobios de estar encerrado tanto tiempo y yo, preparando la desescalada. Hemos de ser precavidos y tomar las mejores decisiones.

-Bueno, sólo tenemos que cumplir lo que nos mandan los de arriba.

-Sí, pero es complicado. Realmente, ellos no se enfrentan a la realidad de una ciudadanía que sólo reacciona ante la mano dura. Tenemos ancianos que no han visto el sol durante semanas y, si no ponemos de nuestra parte, tardarán muchas más semanas en verlo.

-De momento, los niños ya han salido y, por lo que he podido leer en los diarios, con bastante más responsabilidad que sus padres.

-Sí, lo que ocurrió el domingo es una vergüenza. Es una prueba de que, en este país, no estamos preparados para tomar en serio ni las responsabilidades, aunque sea por el bien de nuestros hijos.

-La gente tiene muchas ganas de salir, señor alcalde. Echemos la culpa eso.

-Entonces, ¿cómo tienen el cuajo de de exigirnos responsabilidad a los gobernantes?¿Qué hubiera pasado si, los agentes de la Policía Local, hubieran multado a todo aquel que no cumpliese con las normas establecidas? ¿Se quejarían?

-Tenga por seguro que lo harían, porque es algo que llevamos implícito en nuestro ADN. La picaresca española no conoce límites.

-Me parece muy generoso llamar picaresca a la falta de sesos, a la insolidaridad y al poco respeto de los ciudadanos que se pasaron por el forro las normas. Y estoy seguro de que no fue por desconocimiento, Avelino: fue por falta de empatía y, sobre todo, por estupidez.

-Muchos sí cumplieron con lo acordado, limitando su salida en tiempo y espacio.

-Desde luego. Espero que no sufran las consecuencias por la ineptitud de sus vecinos.

-No se obstine sólo en ver lo negativo de todo, por favor. Estamos saliendo. Estamos venciendo a un enemigo invisible. No desfallezca ahora, que estamos tan cerca.

-Avelino, si no nos concienciamos de que las normas no están para hacer bulto, nos va a costar muchísimo salir de esto. Los policías llevan muchas semanas sin descansar apenas, aguantando mentiras y haciendo la vista gorda ante muchos quebrantamientos del encierro. ¿Qué deben hacer?¿Multar a medio pueblo por pasarse de listos? Es bochornoso esto, de verdad.

-Creo que necesita relajarse. Estamos saliendo de esto y sólo es cuestión de tiempo. Los partidos políticos de la oposición, a nivel nacional, han estado sembrando el desasosiego entre la población y, en muchos casos, llamando a la desobediencia. La Iglesia ha campado a sus anchas por las calles de nuestra ciudad, bendiciendo inútilmente calles, siendo escoltados por las fuerzas de seguridad para incumplir la ley. Los españoles, esos que tanto aplaudían al personal sanitario, en cuanto han visto que esto se acaba, vuelven a estar enfrentados entre ellos, porque la culpa de que esto sea un caos, realmente, no la tiene ningún virus, la tenemos los humanos, señor Alcalde. Deberíamos estar más unidos que nunca, pero estamos cansados y somos manipulables.

-Afortunadamente, Avelino, cada vez queda menos para volver a la normalidad.

-Ha hecho usted lo que debía, no tiene por qué estar decaído. Aprendamos de los niños.

Escena 2

-Por favor..., ¡dibújame un cordero!

-¿Qué?

-Dibújame un cordero, por favor.

-Oye, niño, no deberías andar sólo. ¿Dónde están tus padres?

-Eso da igual, ¿me dibujas un cordero?

-Pero, ¿estás sólo? Voy a tener que llamar a la policía, pequeño.

-No, no quiero que llames a la policía, quiero que me dibujes un cordero.

¡Pero niño! ¿Tú no sabes que estamos en plena pandemia y puedes contagiarte? ¡Incluso puedes morir!

-¿Me vas a dibujar un cordero o no?

-Sólo si me dices dónde vives primero…

-Vivo allí.

-¿Allí? ¿Has caído del cielo?

-Mi casa es tan pequeña…

-Creo que el confinamiento te ha hecho perder un poco el juicio, hombrecito.

-¿Confinamiento? ¿Qué es un confinamiento?

-Es un tiempo en el que los niños de este país han estado metidos en sus casas para que no les afectase un virus muy malo que todavía anda por aquí.

-¿Un virus? ¿Qué es un virus?

-Es un microorganismo... algo así como un animalito muy pequeño que se te mete dentro y hace que enfermes.

-Y... ¿cómo se te mete dentro?

-Pues no se sabe muy bien, porque como es tan pequeño, no se tiene total certeza, pero es muy peligroso y ya ha muerto mucha gente por su culpa.

-¿Los virus afectan a los corderos?

-Este no, sólo afecta a los humanos.

-Mejor: así cuando me dibujes el cordero no tendré que preocuparme por si enferma.

-Deberías preocuparte por si enfermas tú.

-¿Qué es lo que llevas en la cara?

-Una mascarilla para no infectarme con el virus.

-Y... ¿funciona?

-Los expertos no tienen muy claro si funciona o si no, pero yo me la pongo, por si acaso.

-Pues debe ser muy incómodo tener esas dos gomas tirando de las orejas…

-Sí lo es, pero si así evito el contagio…

-Pero, ¿no dijiste que no está comprobado que funcione?

-Sí, pero yo la uso por precaución.

-¿Siempre haces lo que se te dice?

-Siempre que no implique mal para mí o para alguien…

-¿Y por qué no me quieres dibujar un cordero? ¿Acaso es malo dibujar?

Y, mientras Avelino dibuja un cordero a su extraño nuevo amiguito, nosotros disfrutamos de la alegría de los primeros días de libertad de nuestros más pequeños, con responsabilidad, naturalmente.




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