El Ordenanza

No direction home

El Ordenanza. Capítulo 193

Escena 1

No. Quisiera no tener que escribir esto. No. No conozco su nombre. No importa. Ni siquiera conozco su número de DNI. ¡Con lo importantes que son los números en nuestra sociedad! Quizá, si tuviera un número asignado, sería el cero a la izquierda.

Lo primero que me asalta es la agudeza de sus ojos. No pueden camuflar unas ganas irracionales por sobrevivir a la noche que se cierne sobre nosotros. Me mira fijo, como quien no tiene nada que perder, porque no tiene nada. Sus facciones, en cambio, muestran un cansancio desesperado. Pareciere que todo el maldito universo que le rodea fuese una amenaza. La angustia que irradia, impide adivinar su edad aproximada, aunque debe pasar los treinta. No te lo podría decir con certeza. Su barba refleja un mechón perlado que despista. Camina hacia mí, como el espectro que es. Se detiene a un metro. Me analiza. Creo que demasiada gente (de esa que publica mensajes de amor fraterno entre humanos en las RRSS) le ha rechazado por su piel o, peor aún, por su condición de vagabundo. Su saludo recuerda a un galgo harto de palos. Su voz está rota.

  • Buenas noches, señor. ¿No tendrá usted unas monedillas para darme?
  • Buenas noches. Ahora mismo no, pero vamos a comprar unas cosillas y…
  • Si me hicieran ustedes el favor…
  • Voy yo, cariño. Ahora salgo.
  • Si queréis, estoy ahí, en el cajero…
  • No te vayas, hombre, que es un momento.
  • (gracias)
  • ¿Estás en el cajero?
  • Sí. Ahí paso algunas noches. Cuando puedo, intento dormir en el de la Caixa, que está más resguardado.
  • Esto es muy duro. A veces, entra alguien cuando duermo y creen que les voy a atracar o algo, pero lo cierto es que me han robado varias veces a mí.
  • Joder…
  • ¿Tienes un pañuelo? Las últimas noches ha refrescado y…
  • Toma, quédate el paquete.
  • Hace unos años tenía más de treinta millones en el banco y llevaba un BMW serie 3, pero ahora…
  • Bueno, te he visto por ahí, con la bici y, al menos tienes cómo moverte.
  • … ya…
  • Yo no tengo coche. Se averió y decidimos no arreglarlo.
  • … si pudiera encontrar algo de trabajo…
  • ¿Trabajo? Seguro que has buscado… en el campo o algo…
  • Sí. Pero no me dan nada. No tengo dónde vivir.
  • No sé… puedes preguntar…
  • Nadie contrata a un sin techo.
  • … pero…
  • Mira: si vamos tú y yo a buscar trabajo, puede que, en un primer momento, no sepan a cuál de los dos elegir, pero cuando nos pregunten la dirección, te elegirán a ti.
  • ¿Sí?
  • Sí. Piensa que, cuando uno duerme en la calle, no puede descansar igual que alguien que duerme a cubierto, con lo cual, no puedo rendir lo mismo que tú.
  • … ya…
  • Eres un tío joven. Seguro que la mala racha termina cuando menos te lo esperes.
  • No creo. Llevo demasiado tiempo así. Más de un año…
  • Yo…
  • No sabes lo que es no tener una casa. Llegar, sentarte en el sofá a ver la tele. Un hogar. ¡Buf! ¡Es impensable para mí!
  • ¿Has ido a Cruz Roja o a Cáritas?
  • Sí… pero tengo el mismo problema: no tengo dirección. Te sacan de un apuro en momentos determinados, pero deben justificar sus ayudas y… yo…
  • Joder…
  • Las últimas noches han sido frescas.
  • Tienes que resguardarte del relente.
  • A veces, pienso que… si me muero, da igual.
  • No digas eso…
  • Mira, nos solemos ver por ahí… si me entero de algo, te lo digo…
  • Ya estoy aquí. Toma.
  • Gracias… mil gracias.
  • No es mucho, pero podrás tomar algo caliente.
  • No recuerdo cuándo fue la última vez…
  • Intentaremos traerte algo de comer…
  • La cosa va a cambiar, ya verás.
  • Eso espero… porque me estoy volviendo loco…
  • Cuídate mucho, por favor.
  • Mil gracias por todo.
  • Gracias a ti.

Escena 2

  • ¿Todo bien?
  • Más o menos.

Escena 3

  • ¿Habéis dedicado un solo segundo a pensar en resolver este problema?
  • En el ayuntamiento estamos intentando erradicar la pobreza en nuestra ciudad.
  • Mira, alcalde, esto ya no es pobreza: son casos extremos ante los cuales se ha de actuar ya.
  • Hacemos lo que podemos…
  • ¿De verdad?
  • Estás muy callado, Roque. ¿No tienes nada que decir?
  • Desde el PP queremos que, nuestros ciudadanos, tengan…
  • ¿Y cuando se trata de un no-ciudadano?
  • ¿No-ciudadano?
  • Sí, aquellos seres humanos que, por desgracia, no tienen dónde caerse muertos. Los que no tienen ni mierda en las tripas y que no podrán votar a nadie, por la sencilla razón de que ni siquiera están censados, porque no tienen dónde estarlo.
  • ¿Pensáis hacer algo para remediar esta catástrofe?
  • ¿Qué piensa usted, Avelino?
  • Que el artículo 47 de la Constitución Española declara que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y atribuye a los poderes públicos la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho.
  • … pues eso.

Escena 4

No. Quisiera no haber tenido que escribir esto. No. Prefiero mil veces tratar de entretenerte con tramas dislocadas y delirantes pero, a veces, la realidad te escupe en la cara historias que merecen ser contadas, aunque te reconcoma el hacerlo.

Han pasado tres días desde que hablamos. Ayer nos lo encontramos y estaba de mejor ánimo. Incluso nos dio la mano y dos besos. Sonrió. Por cierto, su nombre es Sebas, aunque no conste en ningún padrón municipal. Lo puedes encontrar en la calle, buscando en tu basura algo para paliar su hambre.

Ojalá escribir esto sirva de algo y alguien le tienda una mano. Ojalá cambie su suerte.

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