Escena 1
- Buenos días, Avelino. ¿Sabe si ha venido el responsable de las obras de re-acondicionamiento?
- Todavía no ha llegado, señor López.
- ¿Todavía no?
- Es la hora del almuerzo, ya sabe…
- Pues hay una trifulca en plena centro…
- Es normal, dada la magnitud de la obra.
- ¡Y del talante de los afectados! ¡La gente vive con la escopeta cargada!
- Los españoles somos un pueblo que se queja, pero asume y soporta lo que sea. Pasará, se harán las actuaciones pertinentes y disfrutaremos de una ciudad saneada.
- ¡Pero hay que hacerlo!
- Confíe, señor López. Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero está usted preparado. Cada paso que dé, va a ser observado, juzgado y condenado, sí, pero si flaquea ahora, puede ser pasto de las hienas.
- Andaré con cuidado, Avelino. Gracias
- No hay de qué. Por cierto, ¿hay alguna novedad con respecto a lo del nombre del señor alcalde, don Andrés?
- Bueno… ya sabe que la gente no es muy de participar y…
- ¿Nada?
- Tenemos dos lectores, Fernando y Mercé, que han aportado sus nombres.
- Seguro que tenemos suerte y lo encuentra. ¿Y él? ¿Cómo lo lleva?
- Hemos quedado mañana. Está de un sensible que…
- Entienda su desasosiego, don Andrés.
- Lo sé, Avelino, pero es muy dramático.
- Dele su tiempo y verá como reacciona.
- Eso espero.
- ¡Oh! Olvidé preguntarle por lo de su DNI…
- ¿Mi DNI? ¡Ops! ¡Ni me acordaba!
- ¡Vaya!
- Pues… ni idea, Avelino. No sé por dónde empezar.
- ¿Ha pedido cita en la comisaría para tramitarlo?
- ¿Cita?
- …
- … no…
- …
- …
- Mire, por ahí viene el director de la obra…
- Gracias una vez más, Avelino.
- Llame y pida cita, hombre de Dios.
Escena 2
- ¿Cómo lo ves tú?
- ¡Hombre! Flavio Napoleón… me parece un poco…
- ¿ … ?
- … un poco… no sé…
- ¿Un poco qué?
- … sobreactuado.
- ¿Sobreactuado?
- Recargado, lo definiría mejor.
- Bueno, Flavio es por Tito Favio Josefo y Napoleón por…
- ¿Por quién?
- ¡Por Napoleón Bonaparte! ¿Por quién si no?
- ¡Yo qué sé! ¡Como eres tan leído!
- Leído no, bonita. Si, entre la siesta de media mañana y la de después de comer, leyeses algo, ¡cultivarías tu cerebro! Mens sana in corpore sano, ¿no?
- ¡Oye! ¡No me exijas tanto, que no soy tu psicoanalista: soy tu perra! Además, el problema lo tienes tú. ¡WOF!
- ¡Perdoooona, perdoooooona! ¡Claro! ¡Como tú tienes nombre!
- ¡WOF!
- …
- Lo del corpore ha dolido…
- Vale, descartamos Flavio Napoleón.
- Mejor.
- Venga, vamos a prepararnos.
- ¿Vendrá Sira?
- Sí. En un rato nos recoge.
- ¡WOF! ¡WOF!
- Te pongo el arnés y la esperamos en la calle.
- ¡Perfecto!
- …
- …
- ¿Marco Antonio?
- Ponme el arnés, anda, Marc Anthony.
- Veda, a veces tengo la sensación de que me entiendes… y no sé si es del todo bueno.
- ¡WOF! ¡WOF!
- ¿Vamos?
- ¡WOF!
Escena 3
- ¡ÁL-VA-ROOOOOOOOO!
- (((ÁL-VA-ROOOO))) (((VA-ROOOO))) (((OOo))) (((oo)))
- ¿Realmente es necesario todo ésto, Sira?
- ¡Déjalo, Andrés! Así, al menos, se tranquilizará gritando.
- Ya, pero subirnos a Peña Rubia para…
- ¡CE-FE-RI-NOOOOOOOOO!
- (((CE-FE-RI-NOOOOO))) (((E-RI-NOoo))) (((ri-noo))) (((o)))
- ¿Pero ésto lo haces por terapia o qué, alcalde?
- ¡No me llamo alcalde! ¡Y no, no es por terapia!
- ¿Para qué lo haces, entonces?
- Pues porque quiero tener todos los hilos bien atados.
- ¿Qué?
- Imagínate que Sira y yo nos vamos a… no sé… a los Pirineos.
- No estaría nada mal. Una escapada romántica.
- ¡WOF! ¿Y yo qué? ¿eh? ¿Y yo qué? ¿Me vas a llevar?
- Iremos, sí.
- ¡WOF!
- Pero ahora, imaginad que, en mitad de Monte Perdido, me paro a beber agua y, por una de esas fatalidades de la vida, me pierdo! ¡Tengo que saber si mi nombre es reconocible en el eco! Imaginad si me pongo Rodolfo y entiendo Adolfo. ¿Con qué cara les explico yo a los servicios de socorro que necesito ayuda, pero no soy a quien buscan. ¡Menudo sofoco!
- Cariño, eso es muy improbable.
- Ya, pero prefiero estar prevenido. ¡ÁL-VA-ROOOOOOOOO!
- (((ÁL-VA-ROOOO))) (((VA-ROOOO))) (((OOo))) (((oo)))
- ¡CE-FE-RI-NOOOOOOOOO!
- (((CE-FE-RI-NOOOOO))) (((E-RI-NOoo))) (((ri-noo))) (((o)))
- ¡Madre del Amor Hermoso! ¡Estás que te sales, alcalde!
- ¡Andrés, yo no me llamo alcalde!
- ¡WOF!
Escena 4
- En otro orden de cosas, creo que las concejalas de Cultura y de Bibliotecas, se han coronado. ¿Algo que decir?
- Son cosas que pasan, alcalde. Imprevistos que no esperas que vayan a tener tanta repercusión.
- Estás equivocada, Sonia. No son imprevistos. Son detalles que hacen que algo esté bien hecho. Imaginad una biblioteca sin bibliotecarios. Ellos son los que hacen que la chispa se ilumine. Los que montan la fiesta para que tú leas. ¿Por qué su fiesta debe ser agridulce? ¿Por qué se debe dar por entendido su reconocimiento?
- …
- Yo… me disculpé por ello.
- Sí, Isa: admitir que no se está a la altura te honra, aunque no repare la cagada.
- Estás siendo muy duro.
- ¡Oh, perdón! Se cumplen cuarenta años de nuestra Biblioteca y se ningunea a las personas que la sostienen… ¡guay!
- Creo que ha tenido demasiado impacto mediático…
- Vale. Te lo compro. Paso de discutir pero, si tanto te preocupa la repercusión, la próxima vez, haz las cosas bien. Buenas noches.
- (¡Qué mal lleva lo del nombre, madre mía!).
- (Sí, sí. ¡Vaya geniecito que se gasta!).
- (Pues, yo creo que Alcalde no está tan mal, tía).
- ¡QUE NO ME LLAMO ALCALDE!