Apaga y vámonos

Nos vamos a reír

La, como viene siendo habitual, genial viñeta con la que Andre quiso celebrar la semana pasada el segundo aniversario de EPdV, me hizo reflexionar sobre la naturaleza de este medio, que bien podría presumir, si quisiera, de haber logrado la cuadratura del círculo.
Tan magna efeméride me llevó a recordar, ensoñación nostálgica mediante, los primeros pasos de este proyecto, que desde su nacimiento se convirtió en una molesta astilla clavada en muchos dedos, quizá en todos. Apenas llegado a los kioscos, sin tiempo casi para nada, hubo quien afirmó que EPdV era “un nido de rojos”, mientras que en las mismas fechas, desde la acera de enfrente, se le definió como un medio “de derechas, conservador, desafecto a la progresía”. Esa esquizofrenia ideológica, curiosa variante del trastorno bipolar, nos llevó a pensar que la cosa estaba bien proyectada y andaba por buen camino, antes que nada porque EPdV no nació para reírle las gracias a nadie, más bien al contrario. Y en esas seguimos, señora.

Desde entonces han pasado ya dos años, el proyecto se ha afianzado y hemos cambiado de alcaldesa y de equipo de gobierno, pero la clase política y sus satélites, en general, siguen teniendo la misma cortedad de miras que entonces, entre otras cosas porque siguen entendiendo el mundo en clave de “o conmigo o contra mí”. Limitándose al blanco o negro y olvidando los infinitos matices del gris, todos –insisto, todos– quieren llevarse el agua a su molino y se afanan en ello por todos los medios a su alcance, desde un amistoso puyazo dejado caer en mitad de una conversación insustancial hasta un fax con membrete incluido y advertencia insinuada. Así, el ejercicio de esquizofrenia al que nos conduce la apreciación ajena sobre nuestro trabajo, lejos de reducirse, nos sigue deleitando con episodios que rozan el surrealismo, ya que no se puede describir de otro modo que, al mismo tiempo que te dejan caer desde Los Verdes que no les estás dando todo el espacio que se merecen, para algunos de nuestros lectores los últimos números de EPdV parecen un remake de “El Saltamontes”, el boletín informativo editado en su día por el propio partido ecologista. Cosas de la percepción, que diría Huxley.

En cualquier caso, esto no deja de ser el pan nuestro de cada día en un medio que, libertad de prensa y pluralidad de opinión mediante (gracias otra vez, Andre), puede considerar que la rehabilitación integral de la plaza de toros no es una prioridad para Villena y publicar al mismo tiempo “El coño de la Marquesa” (¡grande, Mateo!) o dos portadas llamando mentiroso a José María Marugán.

Sea como fuere, aquí seguimos, se pongan como se pongan los unos, los otros y los de más allá. Y aquí vamos a seguir mucho tiempo. Concretamente, y por ir centrando la cosa, hasta que nos cansemos o queramos irnos con la música a otra parte. Y nos vamos a reír mucho de ahora en adelante, pues ya caído el velo de los famosos 100 días de gracia hay quien parece que no está por la labor de empezar a encajar con deportividad las primeras críticas, e incluso quien ha llegado a solicitar –a cambio de publicidad– la no publicación de alguna noticia poco favorecedora para la imagen del nuevo equipo de gobierno… Lo lleva claro, por supuesto. Por muchos faxes que se envíen, muchos membretes oficiales que se pongan y mucha advertencia soterrada o evidente que se lance. La libertad de expresión, opinión y prensa es lo que tiene, que sólo le puede poner cortapisas un juez. Aunque parece que algunos aún no se han enterado.

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