Nunca he sabido decir que no
Javier Román explica en primera persona los motivos que le han llevado a integrarse en la candidatura electoral del Partido Popular
Me llevé una sorpresa mayúscula, un pasmo de cuidado, cuando Pepe Hernández, candidato a la Alcaldía de Villena, me llamó por teléfono hace pocos días para proponerme formar parte de la lista electoral del Partido Popular en las próximas elecciones municipales. No me esperaba en absoluto esa llamada y esa proposición. Ni de coña, vaya. Agradecí el interés de Pepe, que piensen en ti y te valoren siempre es de agradecer, pero reconozco que me pilló total y completamente fuera de juego.
Lo bonito de ser concejal es la idea de vocación y de servicio público: poder trabajar por tus vecinos, intentar solucionar algunos problemas, aportar propuestas, opiniones, proyectos… En definitiva, tener la oportunidad de ayudar a tus paisanos. Me atraía la idea de trabajar para que mi ciudad pueda llegar a ser mejor. Además, es el típico tren que solo pasa una vez en la vida. Pero esto, claro está, es la parte simpática. La cara amable.
Porque también existen cosas malas. Muchas. Meterse en política no goza de buena fama. Ser concejal significa no tener la simpatía ni la admiración de casi nadie, desayunarte cada mañana un nuevo marrón, que te critique hasta tu tía y te reprochen hasta que llueva en abril. Soy consciente de que la política tiene toda la pinta de ser una aventura desagradecida y poco aconsejable, repleta de trampas y sinsabores.
Además, por si fuera poco, está lo de señalarse ideológicamente. Posicionarse. Y he de confesar que eso me inquietaba, porque nunca me he sentido estrictamente vinculado a partido alguno por sus ideas o su programa. Siempre he creído que lo verdaderamente interesante de nuestro sistema democrático, especialmente a nivel municipal, es la alternancia. La posibilidad de valorar cuál ha sido la gestión de quienes han gobernado durante los últimos años, independientemente del color, y bien seguir apostando por esas personas o bien decidir que lo mejor es un cambio. Un necesario golpe de timón.
En mi corta vida electoral he votado a muchos partidos. Siempre sopesando lo que en cada momento creía mejor para mí, mi ciudad o mi país. En mis diferentes citas con las urnas (municipales, autonómicas y nacionales) he votado al PP igual que he votado al PSOE o a Ciudadanos, incluso una vez voté a UPyD. Sin ser nunca afiliado o militante de ninguno.
Hace cuatro años voté a los Verdes. Convencido. Como tanta gente en nuestra ciudad. Creí que representaban un nuevo aire, una nueva forma de hacer política, y les di mi confianza. Ahora me arrepiento mucho de aquella decisión. Sinceramente, pienso que la gestión de su mayoría absoluta durante estos últimos años ha sido, por decirlo de una forma sutil y educada, francamente mejorable. Son un equipo de gobierno formado por buena gente a la que, en su mayoría, personalmente aprecio. Sin embargo, eso no quita que muchas veces, en temas que he vivido en primera persona, hayan demostrado una total, rotunda y cabreante falta de capacidad para saber administrar de forma eficiente lo que es de todos. Y lo peor, lo que más me cabrea, con cero nivel de autocrítica. Siendo siempre los buenos en todas las películas. Sin tener nunca la culpa de nada.
Cuando hablé en persona con Pepe le expuse mis dudas sobre formar parte de su lista electoral para las próximas municipales. Conversamos de la importancia de un buen equipo con el que trabajar a gusto, acerca de mi posición de independiente por no haber pertenecido al partido, de lo que yo podría aportar, desde mi experiencia. Dialogamos sobre los problemas que tiene Villena en ámbitos que conozco y vivo en mí día a día: temas deportivos, de juventud, de participación… Hablamos con confianza y sin paños calientes.
La situación política en nuestra ciudad, dominada en los últimos años por la falta de gestión, exige del compromiso de personas que quieran trabajar por un cambio, desde el esfuerzo y la buena voluntad. Necesitamos que las instituciones públicas municipales sean lugares en los que se ayuda a la ciudadanía, no focos de problemas. Y yo nunca he sido de criticar las cosas desde una barra de bar. Siempre he pensado que si algo no te gusta, y tienes la oportunidad, hay que implicarse y trabajar para cambiarlo. De eso hablé con Pepe, de servir a los ciudadanos. Pensaba decirle que no, lo juro por Snoopy, pero terminé diciéndole que sí. No movido por ideologías o colores, sino por intentar aportar lo que pueda para mejorar la ciudad en la que vivo.
Me gusta soñar con los ojos abiertos y con los pies en la tierra y quien me conoce sabe que soy poco de utopías. Sé bien que he escogido la opción difícil, que mucha gente me criticará y que podrán no entenderlo. Pero he tomado una decisión, loca o valiente, ya lo veremos. Lo hago porque creo sinceramente que Villena necesita un cambio y porque estoy convencido de que, en las urnas, el PP es el único partido local que puede generarlo. Así que, pese a quién pese y guste a quién guste, en las próximas elecciones municipales estaré en las listas del Partido Popular para intentar ser concejal de mi ciudad.
Ya ha comenzado la campaña. Llena de comunicados, batallas y “tú más”. Ya me han llamado fascista y corrupto. Pero por el momento mantengo mi compromiso de seguir viéndonos “al Reselico” una vez por semana. Para hablarles honestamente, con mi mirada propia, subjetiva y particular. Porque sigo siendo el mismo tipo de hace unos días, con mis escasas virtudes y mis mil defectos. Eso sí, tendré que dejar de escribir sobre política municipal. Aunque, quién sabe... total, nunca he sabido decir que no.