El Ordenanza

Pande(rete)mia: El encendido navideño

El Ordenanza. Capítulo 123

Escena 1

¿Quién le iba a decir a Jaume, vecino de una localidad cercana a nuestro municipio, que iba a estrenar su flamante Hyundai Tucson llevando a la parienta a comprarse unos trapitos a la capital de la comarca el último sábado de noviembre? Va a poder meter el coche en la autovía y ver de lo que es capaz. Medio kilómetro escaso le separa del ansiado carril de aceleración y siente un hormigueo en el dedo gordo del pie derecho. ¡Qué aceleración! ¡Se le ponen a uno los pelos como púas!

El vehículo se asienta en la carretera y se desliza suave y rápidamente. Pese a que el sonido del motor es casi inaudible, Jaume alerta su oído para cerciorarse de que las revoluciones por minuto sean tan armoniosas como el olor a parafina que desprende el salpicadero. Cuarta e intermitente para incorporarse a la vía y… ¡Quinta!

Se siente poderoso. Por delante tiene doce kilómetros para hacerse uno con su máquina. Nada ni nadie va a poder detenerlos. ¡Caguendeu, esto sí que es un buen estreno!

Escena 2

  • ¡Qué pocas ganas tengo!
  • Ya sabes que, en estas procesiones, el protocolo marca que el alcalde debe procesionar, cariño.
  • ¿No estamos en un estado laico?
  • Aconfesional, creo.
  • Tanto debería dar, pero estamos en España y somos muy de cogérnosla con papel de fumar, cielo. Como decía Quevedo, “por hipocresía se llama moreno al negro”. El caso es que, con el frío que hace, tengo que estar en el encendido de las luces de navidad y en la procesión que han montado los de nosequé cofradía para conmemorar su aniversario. Dos festividades religiosas en una tarde es demasiado, ¿no?
  • Sólo tienes que dar un paseo acompañado de marchas procesionales.
  • ¿Me puedo poner un gorro de lana?
  • ¡Qué bobo eres!
  • No, no. Te lo digo de verdad, ¿me puedo poner un gorro de lana?
  • No creo que sea lo más adecuado.
  • ¿Y una gorra?
  • ¿Y un gorro de lana? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Una gorrica? ¿Y unas orejeras?
  • ¡Jajajajaja! Te odio.
  • Moi non plus.

Escena 3

¿Quién le iba a decir a Jaume, vecino de una localidad cercana a nuestro municipio, que iba a estrenar su flamante Hyundai Tucson metiéndose en un atasco monumental, a la entrada de la capital de la comarca, por llevar a la parienta a comprarse unos trapitos el último sábado de noviembre? Lleva unos buenos veinte minutos atrapado dentro de una luminosa serpiente de densa circulación que no circula y los ánimos se están empezando a calentar.

  • María Gracia, tanca la finestra, que encara ens constiparem i tot, caguendenia!
  • ¡Ay, Jaume! ¡Aquí hace una calor que no se puede estar! ¡Cuando salgamos del coche nos vamos a quedar como dos pajaricos! Anda, tranquilízate un poco. ¿Por qué no pones el cedé de Kenny G?
  • Kenny G? Maleit siga! Vint minuts parats i vols escoltar al Kenny G? Malament, rai! Molt malament! A mes, aquest trasto no te CD. emcagunlamarequeelvaparir!
  • Ya te dije yo que el otro coche… el…
  • El Dacia Sandero.
  • ¡Ése!
  • El Dacia Sandero? Peró si és un trós de ferralla, dona!
  • Si te lleva a los sitios, es igual de bueno que un BMW. ¡Y además es muchísimo más barato!
  • A algún lloc s’haurà de notar!
  • ¡Mira! ¡Parece que ya se mueven!
  • Aixó espero…
  • ¡Pues no! Se han vuelto a parar…
  • Mira que t’agrada donar-me males noticies…
  • De alguna manera tengo que entretenerme en el atasco. ¿Pongo al Kenny G en el móvil?
  • Mare de Deu Senyor…

Escena 4

  • ¡No me imaginaba que iba a tener que dar un discurso! ¡No me he preparao nada!
  • Tranquilo, seguro que lo haces de maravilla.
  • No sé yo…
  • Tú míralos a la cara y di lo que sientas.
  • ¿Que me encantaría saber qué opinan los cofrades de los Hare Krsna? Porque yo creo que, por lo menos los Hare Krsna dan salticos y buen rollo, pero éstos… celebrando el linchamiento del Niñito Jesús…
  • ¡Jajajajaaja! ¡Mira que eres!
  • ¡Tengo un frío!
  • ¡Sí!
  • Y, cuando acabemos, tenemos el coche en el quinto pino…
  • … sí…

Escena 5

  • Emcagunlafigas’amare! “Compra en los comercios que te cuidan”, diuen, els fils d’un gos! Cincents vuitanta nou euros menys al compte, carregat com un burro i el cotxe aparcat al descampat. No m’agrada això… gens ni miqueta!
  • No seas exagerado, que esas bolsas tampoco pesan tanto.
  • Clar, com no les càrregues tu…
  • Así me enseñas cómo se abre el maletero sin manos, Jaume.
  • Però quin morro tens, María Gracia!
  • ¡No te quejes tanto, que te has comprao un llavero del Valencia!
  • Che! Mira això! Em cague en la mare que em va parir! M'han abonyegat el cotxe!
  • ¡Madre del Amor Hermoso! Con la rueda así no vamos a poder volver a casa. ¡A ver qué hacemos ahora!
  • Cridaré als del segur, que m’enviïn una grua. Em cague en la meua estampa!
  • ¡Ostras, Jaume! ¡Cuántos años sin verte! ¿Qué es de tu vida?

Escena 6

  • … por lo menos hacía veinte años que no lo veía, Avelino. Estaba alterado. Muy alterado. Intenté que se tranquilizase un poco, ya sabe: ayudarle con los del seguro, llamar a los municipales para que tomaran parte… pero no. Cuando le dije que era el alcalde, se puso a blasfemar y a decir que menuda birria de pueblo teníamos y, en un descuido, me metió un hostiazo.
  • Ya veo, ya. Si, al menos, usted tuviera algo que ver con lo del sábado...
  • Pues no. Es más, para mí fue bastante berlanguista. Me parece un poco ridículo que se tenga que colapsar una ciudad por motivos religiosos, pero liarte a palos por ello es excesivo.
  • ¿Dio usted parte?
  • No, Avelino. Al fin y al cabo, fue sincero consigo mismo y con los demás.
  • Sí, pero.
  • A estas alturas, prefiero los golpes a las puñaladas. Por cierto, ¿ha visto usted a López?
  • Todavía no ha llegado.
  • Vale. Si me disculpa, he de hacer un par de llamadas urgentes. Que tenga un magnífico día, Avelino.
  • Y usted, señor alcalde.

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