El Ordenanza

Paranormal weakness

El Ordenanza. Capítulo 81

Escena 1

  • ¡Mamá! ¡Es mamá!
  • José Ángel, ¿estás bien?
  • ¡Papá, mamá ha venido a vernos!
  • ¡Aquí no hay nadie, hijo! ¿Estás seguro?
  • ¡Era ella! ¡Estaba ahí! ¡Sonriendo al lado del armario!
  • Mira, ¿ves? No hay nada.
  • ¡Pero era ella, papá! ¡Estaba sonriendo…

Escena 2

  • Avelino, voy a salir un momento. Si hay alguna cosa, llámeme usted al móvil.
  • ¿Todo va bien, señor alcalde?
  • Espero que sí, Avelino. Espero que sí.

Escena 3

  • Pasa y siéntate, por favor.
  • Pues… tú dirás
  • Siento haberte hecho venir, hermanito, pero es que, lo que te tengo que decir no es para hacerlo por teléfono.
  • ¿Es grave?
  • Es… preocupante. Por favor, prométeme que no me vas a juzgar hasta haber oído todo lo que voy a contarte.
  • ¿Es larguico?
  • Es… regular.
  • Hace un par de semanas tuve un sueño: estaba con Nuria… ya sabes… y todo fluía perfectamente. Nos besábamos y sonreíamos. Todo era perfecto cuando… de repente, me di cuenta de un detalle fundamental y desperté aterrado. Nuria no se había quejado de nada ni había gritado en todo el sueño. Hacía muchísimo frío en la habitación. El ambiente estaba cargado y decidí ir a beber agua. Fui a ver si la calefacción estaba encendida. Veinticuatro grados. Ya verás este mes la factura del gas. No le eché más sal y, aprovechando, dije “voy a echar un meo y ya, pa toa la noche”.
  • No des detalles.
  • ¡Tío! ¡En serio! Después de mear me lavé las manos y, justo al apagar la luz del aseo ¡la tapa del váter se bajó sola!
  • ¡No jodas!
  • ¡Que sí, que sí!
  • ¡Buah! ¡Menos mal que pasó después de mear! Si te pasa antes…
  • ¿Me estás haciendo el paso? ¡Que esto es serio, mamón!
  • ¡Vale, vale!
  • El miércoles pasado, andaba yo desocupando el vientre cuando me vino una contracción y, justo en el momento en que cerraba los ojos para hacer más fuerza, comencé a oír el correr del agua en la ducha. Abrí los ojos, los dirigí hacia el origen del sonido y pude ver una silueta femenina a través de la mampara. Era ella. Nuria. Pude ver cómo se daba jabón y levantaba los brazos disfrutando del agua. Contoneándose. Yo no sabía qué estaba pasando y, como pude, me limpié y fui a ver si, realmente, era ella o no…
  • Sin detalles, Juanma, porfis.
  • ¡Qué flojo vas a ser toda tu vida!
  • Bueno, ¿era ella o no era ella?
  • Me acerqué y, al abrir la puerta de cristal… ¡no había ni un alma!
  • ¡Joder!
  • Pero eso no es lo mejor: la bañera estaba limpia, los cristales secos (como le gustaba hacer a Nuria tras la ducha) ¡y las botellas de gel y champú tapadas!
  • ¿No crees que estas movidas pueden ser porque estás agobiado de trabajo y los niños y eso?
  • No es eso. Estamos bien, de verdad. Deja que te siga contando.
  • Sigue, sigue.
  • Anoche acosté a los niños y, al entrar en mi habitación sentí como… como una presencia. No estaba solo. Presentía que estaba siendo observado. Me quité los pantalones del pijama y me acosté.
  • Juanma… los detallicos…
  • ¡Calla, calla! Empezó a bajar la temperatura. Hacía frío. Mucho. Un frío paranormal. Estaba helado. La puerta del armario se abrió, de repente y, de ella salió una manta perfectamente plegada. Yo no daba crédito a lo que me estaba sucediendo. Aquella manta se desplegó airosa y me cubrió de cuello a pies en un periquete. Estaba realmente asustado, hermano. La manta acababa de salir del armario y me arropaba, como por arte de magia. Contuve la respiración al tiempo que comencé a sentir una presión en las piernas… ¡no podía creer que me estuviera pasando eso! Decidí dar una mirada rápida hacia mis pies y pude ver cómo la ropa de cama se iba abultando, formando la silueta de una persona, que se movía a la par del peso que ascendía por mis muslos. Podía oler el perfume de Nuria. Estaba aterrado.
  • ¡No es para menos!
  • Sentí unas manos que se detuvieron en mis caderas y, de pronto… como… perdona, estoy…
  • ¿Quieres agua?
  • Sí, por favor. Gracias. Hermano, sentí que alguien o algo estaba besando mi pecho.
  • ¡Hostias!
  • Sí. Reuní todo el coraje que pude y levanté las sábanas… era ella… ¡Nuria! De repente… desapareció.
  • ¿Y tú qué hiciste?
  • Cuando recobré el aliento, fui al lavabo a mojarme la cara. Al subir la cabeza, buscando la toalla, la vi de nuevo. Estaba allí, en el espejo, cepillándose los dientes.
  • Desapareció.
  • Esta mañana los niños me han despertado diciendo que veían a mamá sonriendo en su cuarto. Entonces lo he entendido todo. He llevado a los niños al colegio y he vuelto. Hermano, lo que hay en esta casa no es el espíritu de Nuria.
  • ¿Qué?
  • Lo supe cuando los niños me dijeron que estaba en su habitación… sonriendo…
  • No entiendo…
  • En diecinueve años de casado, nunca vi a Nuria sonreír por la mañana. Tenía muy mal despertar.
  • ¡Hostia! Entonces… ¿quién demonios es?
  • ¡Shhhhh!¡No llames al mal tiempo!¡Creo que es un súcubo, tío!
  • ¿Un qué?
  • Una entidad sobrenatural femenina que aparece en sueños y toma la forma de una mujer para seducir a los hombres.
  • Fuente: Wikipedia, ¿no?
  • Por supuesto.
  • Eres una máquina, bro. Siempre has sido el más ligón de los dos… pero la historia me ha puesto los pelos de punta y… no sé muy bien qué decirte...
  • ¿Qué vas a hacer?
  • Pues… esperaré a ver qué me prepara para cenar.
  • Eres un micromachismo andante.
  • ¿Una birra?
  • No puedo, lleva gluten.
  • ¡Hay que joderse, qué flojo vas a ser toda la vida!… ¿Pizza?

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