Cuando, allá por 2014, oí a alguien hablar por primera vez de participación ciudadana y del Foro Económico y Social, no les mentiré: aquello me sonó a cuento chino. A chino mandarín. La idea que escuché en teoría no sonaba mal: crear un espacio de reunión, encuentro y debate, donde personas voluntarias de todo el tejido social y económico de Villena trabajasen unidas por el bien común, buscando mejorar nuestra ciudad. Un Ágora desde el que luchar por hacer de este un lugar mejor dónde vivir. Casi ná.
Cuando los miembros del Grupo Promotor del Foro reunieron en el Espacio Joven a diferentes responsables de asociaciones juveniles para explicar en qué consistía aquello que estaba naciendo y para buscar entre nosotros a algún representante de esa realidad, levanté la mano y me ofrecí voluntario. Movido por la curiosidad y la inquietud. Porque nunca he sabido decir que no y me aburre bastante aburrirme. Además, aquello que contaban de que la ciudadanía no debía reflejar sus opiniones solo a través del voto, cada cuatro años, sonaba bien. Raro pero bien. Me llamaba la atención que pudieran existir nuevas formas de gobernanza en las que la ciudadanía pudiera implicarse activamente, tomando parte activa en decisiones y asuntos públicos. Me atraía comprobar cómo funcionaría todo eso. Además, creía y creo firmemente que la juventud debe apostar por nuevos espacios de diálogo y encuentro. Si las nuevas generaciones no luchamos por cambiar las cosas, por hacer andar nuevas ideas, es que algo funciona muy mal.
Cuando nos reunimos en el primer plenario me di cuenta en seguida que aquello iba a ser muy interesante, pero muy chungo. Imaginen, más de 50 personas, elegidas entre diversas asociaciones vecinales, culturales, deportivas, económicas, sociales, sanitarias, juveniles, políticas, de migrantes… cada una de su padre y de su madre, cada una con diferentes formas de pensar y de trabajar, cada una con una idea distinta de qué era el Foro o para qué servía, formando una mezcolanza salvaje y divertida. Un batiburrillo algo excéntrico de gente muy distinta entre sí, que debía trabajar junta por una idea común.
Cuando me preguntan hoy, diciembre del 19, sobre el Foro Económico y Social, siempre digo que a nivel personal la experiencia del Foro me ha aportado muchísimas cosas buenas. Es cierto que a veces hemos penado en interminables reuniones que se alargaban hasta bien entrada la noche, que algunos temas se han discutido hasta la saciedad, que costaba llegar a entendimientos y consensos, que todo suponía trabajo y sacrificio… pero también he conocido a gente extraordinaria. Gente que cree firmemente que Villena puede y debe avanzar, que en ese trabajo han invertido horas y esfuerzo generoso y desprendido, movidas por un espíritu de voluntario compromiso. Personas que apuestan por la participación ciudadana, que intentan poner su granito de arena para mejorar la sociedad y la tierra en la que viven. Personas como Carmen, Manolo, Rosario, Ricardo, Andrea, Paco, Ana, José Antonio, Rosa, Bernardo, Leticia, Fernando, Rosalía, Pepe, Antonio, Fran, Daniel, Joaquín...
Cuando pienso en todas ellas, en el camino transitado, en lo que ya se ha logrado, creo que el Foro es una herramienta con futuro. Que de verdad puede servir para lo que se pensó: ser un órgano de participación autónomo, ágil, práctico y colaborativo. Un lugar de encuentro plural y democrático con vocación de utilidad, dónde dar voz a la ciudadanía. Un espacio que busque el impulso de iniciativas que respondan al bien común y que faciliten la convivencia, el desarrollo económico y el bienestar social de Villena.
Cuando pienso más fríamente, conociendo bien la realidad de la que hablo, creo que el Foro necesita una revisión. Reformarse para mejorar. Fijando más claramente sus metas y objetivos. Huyendo de la excesiva burocratización y de los formalismos que solo retrasan y dificultan su verdadera función. Teniendo los medios y recursos necesarios para poder llevar a cabo su labor. Renovando y actualizando sus miembros y liderazgos, porque desde el 2014 ya ha llovido un rato y siguen siendo los/las mismos/mismas quienes siempre están al pie del cañón, con entusiasmo y voluntad, si, pero también con normal y comprensible agotamiento.
El Foro Económico y Social de Villena necesita un impulso. Un cambio a mejor. Es ahora el momento de dárselo. De no dejar morir una iniciativa tan bella como necesaria, tan utópica como real. Es el momento de creer y apostar con fuerza por una participación ciudadana de verdad, no de cartel y rueda de prensa. Una participación donde se pregunte a la ciudadanía con interés sincero por atenderla, dónde exista una voluntad firme de tener en cuenta sus ideas y propuestas. Porque si no, todo quedará al final en iniciativas interesantes y bonitas, en creer que alguien te escucha, en fotos guays del paraguays… y en tiempo perdido, en esfuerzo inútil y en promesas incumplidas. En desilusión y desengaño. En la sensación de que te están tomando el pelo. En algo bastante parecido a aquellos presupuestos participativos.