Si la semana pasada hablábamos de Miguel de Unamuno al hilo del estreno de Mientras dure la guerra, hoy les toca el turno a otros tres personajes históricos que, aunque no siempre por razones encomiables, resultan fundamentales para entender la sociedad actual. Y al igual que el autor de Niebla, todos ellos cuentan también con sus respectivas películas biográficas que glosan sus andanzas. Vamos con ellos, en estricto orden cronológico...
Alexander von Humboldt (1769-1859) está considerado el padre de la geografía moderna universal, gracias a una labor de explorador que le llevó desde Europa a América del Sur y del Norte hasta Asia Central. Se especializó en diversas áreas de la ciencia: la antropología, la física, la ornitología, la climatología, la astronomía, la geografía, la geología o la botánica son solo algunos de los muchos territorios científicos que transitó dejando su impronta en todos y cada uno de ellos. A él se le atribuye la invención de expresiones como isodinámicas, isotermas, isoclinas, Jurásico y tempestad magnética; y en un orden más general, desarrolló las bases de la geografía física, la geofísica y la sismología, además de demostrar que no puede haber conocimiento científico sin experimentación verificable. Además de en algunos documentales, de la aportación de Von Humboldt a nuestro acervo cultural y científico podemos tener noticia viendo la producción germano-austriaca Midiendo el mundo (2012), que afortunadamente se estrenó en su momento en nuestro país pese a estar muy alejada de los fastos de Hollywood.
Por su parte, Alan Turing (1912-1954) fue, entre otras labores profesionales, un matemático y criptógrafo que está considerado en la actualidad como uno de los padres de la ciencia de la computación y un precursor de la informática moderna. Esto se debe a que desarrolló la formalización de los conceptos de algoritmo y computación gracias a la llamada “Máquina de Turing”; y a que diseñó el llamado “Test de Turing”, que permite calibrar la capacidad de una inteligencia artificial. Por si esto fuera poco, durante la Segunda Guerra Mundial ayudó a descifrar los códigos en clave transmitidos por el ejército nazi; se ha estimado que su trabajo acortó la duración del conflicto entre dos y cuatro años y que por tanto es responsable de salvar miles de vidas. A propósito de Turing, precisamente en esta misma columna les recomendé en su día The Imitation Game (Descifrando Enigma) (2014), estimable cinta en la que el excelente Benedict Cumberbatch daba vida a este genio con la solvencia a la que nos tiene acostumbrados.
Finalmente, Charles Manson (1934-2017) no es una figura que merezca imitarse, pero curiosamente es de las que más imitadores confesos ha tenido. Líder de una secta que en principio no parecía diferenciarse demasiado del resto de comunas hippies que salpicaban la geografia estadounidense durante los años sesenta del siglo pasado, su grado de paranoia y su capacidad de manipulación fueron tales que terminó siendo el cerebro responsable detrás de algunos de los crímenes más horribles de su época sin necesidad de mancharse las manos de sangre. Su víctima más célebre fue la actriz Sharon Tate, que en el momento de su muerte estaba casada con el director de cine Roman Polanski, esperaba un hijo de este y parecía estar en camino de convertirse en una estrella del celuloide. Varios han sido los filmes, de ficción o documentales, para cine o televisión -y casi todos ellos inéditos en nuestro país-, que en estos últimos años han glosado este episodio clave de la crónica negra del siglo XX. Pero si hablamos de verdaderas gemas de la producción audiovisual, y aunque cuenten con una participación muy residual de Manson, es de justicia mencionar la segunda temporada de la magistral serie Mindhunter y muy especialmente Érase una vez en... Hollywood, el más reciente (y soberbio) film de Quentin Tarantino.
Pero si hoy les hablo de estos tres personajes no es por las películas citadas (que ni siquiera son estrenos actuales), ni tampoco porque se hayan editado nuevos libros sobre ellos (aunque es de aparición reciente por estos lares la imprescindible muestra de true crime titulada Helter Skelter sobre Manson, sus acólitos y sus víctimas), sino por la publicación de tres cómics biográficos absolutamente recomendables: El increíble viaje de Alexander von Humboldt al corazón de la naturaleza, obra visualmente impactante a medio camino entre la novela gráfica y el libro ilustrado, está escrita por Andrea Wulff y dibujada por Lillian Melcher; Descifrando Enigma es un estupendo recorrido por la vida personal y profesional de Turing a cargo del guionista Jim Ottaviani y el dibujante Leland Purvis; y, finalmente, los españoles David Domínguez y Fabio Castro se han encargado en Charles Manson (Una biografía) de relatar las peripecias vitales de su protagonista de forma más que solvente. Tres volúmenes que, además de reclamar la atención que sin duda merecen, demuestran que el noveno arte puede resultar, además de una forma de expresión artística y una posibilidad de deleite, una fuente de divulgación, consulta y, en definitiva, conocimiento, a tener muy, pero que muy en cuenta.
El increíble viaje de Alexander von Humboldt al corazón de la naturaleza y Charles Manson (Una biografía) están editados por Random Cómics; Descifrando Enigma (Alan Turing: un genio de su tiempo) está editado por Oberon.