Escena 1
ORDEN DEL DÍA:
- Lectura y aprobación, si procede, del acta del pleno
- Correspondencia, decretos y disposiciones oficiales.
- Propuesta de la Concejalía de Hacienda para dar cuentas al Pleno Municipal de las actas de arqueo y los estados de ejecución de gastos e ingresos referentes al segundo trimestre del corriente año.
- Propuesta de la Concejalía de Juventud para reafirmar el protocolo contra la violencia machista durante las fiestas
- Adecuación del colector pluvial de la llamada Rambla de la
- Apertura de los aparcamientos públicos gratuitos para las fiestas
- Aprobación de los cortes de calles en la ciudad para los días de fiestas
- Ruegos y preguntas
Escena 2
Aunque ha llovido, lo cual ha bajado algún grado el termómetro, el plomizo calor de agosto se adhiere al cuerpo desde temprano y así, parece que el verano se vaya a prolongar “ad calendas graecas”. Además, el aire acondicionado de varias dependencias del edificio sigue sin funcionar y hay un ajetreo nervioso, común en los días posteriores a las vacaciones.
Los diferentes grupos políticos de la población están preparando la estrategia para acometer el pleno. En la alcaldía, no obstante, se respira un ambiente relajado. Como si se tratase de una reunión de vecinos, cada cual se sienta donde buenamente puede: el alcalde en el suelo, López en la butaca del primer edil, Alcañiz encima de la mesa, Sonia en la silla de la izquierda y así van depositando, uno a uno, sus posaderas allá donde hay un hueco.
López va desgranando los puntos del orden del pleno y todos asienten, debaten, matizan y anotan. El entusiasmo de un nuevo curso hace que, este puñado de personas (en su mayoría jóvenes) encare con decisión la tarea.
Escena 3
Nuria Moltó se pasea de un lado a otro de la sala de reuniones de la sede de su partido pensativa, con un dedo en los labios.
Una pizarra blanca muestra los puntos del día en tinta negra mientras los allí reunidos (Roque Acevedo, Pepe Gutiérrez y ella) planean sus movimientos. La lista de asuntos a tratar es breve y no da excesivo juego e, incluso si no son hábiles, pueden salir escaldados. Deben ser prudentes y esperar la ocasión propicia para lanzar un ataque rápido y certero. Aun así, Acevedo y Gutiérrez bromean.
–¡Joder! ¡Con este orden del día no hay quien reviente un pleno!
–¡Mira que eres bruto, Roque! ¡Nosotros no reventamos plenos, hacemos oposición!
–¡Maaaaadre mía! Jajajajajajajaja. ¡A esto no hay por dónde meterle mano!
La ex-alcaldesa se detiene delante de la orden del día buscando algún resquicio por el que poder encontrar la salida perfecta. Gutiérrez se levanta y se pone a su lado, señalando la pizarra.
–Mira, los puntos 1 y 2 son mero trámite. El 3 y el 5 nos atañen directamente, así que nos conviene ser cautelosos con ellos y, hay que votar a favor en los puntos 4, 6 y 7 o podemos pecar de impopulares.
–¿Sabes, Pepe? Me acabas de dar una idea que nos puede venir muy bien para que el inicio del curso esté a nuestro favor. Roque, haz algo útil por una vez: llama al presidente del Club del Pensionista. Quiero hablar con él aquí. Si es necesario, ve a buscarle.
Escena 4
A pesar de que las ventanas del salón de plenos están abiertas de par en par, la gran afluencia de público, la avería de los aparatos de aire acondicionado y el ascenso de la humedad relativa hacen que esta sea una noche más calurosa de lo normal. Aun así, la cosa está siendo fluida ya que, en apenas hora y media, se ha dado cumplida cuenta de cada uno de los asuntos a tratar en el pleno.
El secretario ha sido ágil en la lectura de las actas y las discusiones han ido llegando a buen entendimiento con rapidez. Ningún murmullo ha entorpecido el desarrollo y los numerosos abanicos han contribuido a que el aire circulase con más alegría entre los asistentes.
Se ha llegado al último punto del día, en el que siempre, por cortesía, se da voz a los asistentes (a través de un micrófono inalámbrico). Así pues, el secretario, no sin antes advertir de que las intervenciones no tienen por qué tener respuesta, abre el turno de palabra a los asistentes. La mirada del alcalde se ensombrece al comprobar que una marea de manos alzadas piden turno para elevar sus ruegos y/o preguntas. En sus asientos, Moltó y Gutiérrez sonríen satisfechos.
Un hombre de unos 80 años toma el micrófono como el que toma un cucurucho de turrón y pistacho, que irá alejando y acercando a su boca conforme vaya gesticulando durante su exposición y comienza su intervención lentamente:
–Muy buenas noches. Mi nombre es Antonio García Hernández, aunque todos me llaman Tintín y tengo 83 años y medio. Mi pregunta es para el alcalde: ¿Se puede saber cuándo piensan ustedes asfaltar la calle Jijona? Resulta que mi hija, que es casada con el hijo de Ildefonso, el que era interventor del Banco Hispanoamericano en el Paseo, se han comprao un coche nuevo y no quieren venir con él porque la calle está llena de socavones y…
El alcalde cierra los ojos, respira hondo y, medio maldiciendo su estampa por haberse metido en aquel berenjenal de la política y cargándose de paciencia, comienza a contestar a todas las personas que, en esa noche de pleno agosto, se han reunido allí para ejercer uno de los muy pocos derechos que tienen los ciudadanos de esta democracia que llamamos española: el de ser escuchado.
Y nosotros, amable lector, vamos a dejarlos en su idílico mundo democrático, no sin antes recordar que nuestros mayores son una de las claves para que nuestro futuro sea mejor, así que, cuídenlos y no los abandonen en las gasolineras, que eso está feísimo.