Vida de perros

Política de bar (y III)

Y para tanto está dando esto del bar que ya andamos pensando en dar unas vacaciones a nuestra veterana sección Vida de Perros para dar paso a la sección Política de bar. Al menos nos ahorraremos la numeración romana. ¡Venga ya! Pues que venga. Pero de venir, no de vengarse. Pues eso. Ha costado que lo de las tapas comenzara a ser algo normal en los bares a la hora del aperitivo, pero afortunadamente cada vez encontramos más locales donde disfrutarlas. Y por la tarde también. Pues eso, el aperitivo de la cena. Y mientras, no queda otra que darle vueltas a esto de la política. Mientras que no nos dé por hablar del fútbol…
Yo lo que no termino de entender es lo de “otro vendrá que bueno te hará”. Porque si cada vez que viene alguien hace mejor al anterior, entonces resulta que vamos de mal en peor. Y no creo que sea así. Ni creo que haya que consentir que cualquiera entre por la puerta, pida un carajillo, pase un par de páginas del periódico, y suelte aquello de “vaya mierda de políticos, a picar piedras los ponía yo a todos. Todos unos malnacidos”. Pues tú anda que te callaste, y eso que no son de los tuyos. Pues no me podía callar. Que si “ese es un ladrón y el otro también”. Pero, ¿en qué mundo vivimos? Habría que ver los estropicios que ha hecho el cromo este, para luego hablar así. Pues eso, que es muy fácil hablar. Y luego echar un par de lágrimas cuando se escucha el cuento de la Sopa de Piedras. El caso es que no se puede consentir que alguien venga hablando así de Pachi, por nombrar a alguien. Entre otras cosas porque va a parecer que tenemos algún trastorno. Claro, y ponme otra. Una cosa es que se nos lleven los demonios viendo cómo nos han saqueado y viendo la indulgencia con la que se tratan. Que estemos con la última gota que colma el vaso. Y otra cosa es cegarnos con la primera persona que nos encontremos, la que tenemos más a mano. Y yo te digo una cosa. Pero si no es de los tuyos. Me da igual, te digo una cosa: no me parece digno faltarle el respeto a nuestro alcalde. ¿Por qué? Porque ni se lo merece ni está justificado.

Relájate. Pues no me relajo. Pues vamos a dejar de hablar de política. No. Si de política podemos hablar. Lo que no podemos es insultar sin argumentos a quien nos venga más a mano, a quien tenemos más cerca. Y todo porque nos come la impotencia y la mala sangre al tragarnos todos los días esas noticias que ridiculizan la Justicia y la Política de este país. No te enfermes, que esta caña la pago yo. Pues vale, pero me enfermo igual, por quienes no nos quieren explicar y con quienes no quieren saber.

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