Escena 1
- Esperaba haberle visto el domingo por la mañana en el Micro Abierto de AMIF.
- Hubiera querido asistir, Avelino, pero no tenía el cuerpo muy flamenco.
- Lástima. Estuvo muy bien, la verdad. Se nota que hay mucho cariño a la asociación. Hubo muchas lecturas muy bien escogidas.
- Doy por supuesto que las hubo, Avelino. ¿Sabe? La semana pasada escribí una cosica para el evento, pero ahora ya…
- ¿Y por qué no la publica aquí?
- ¿Aquí? ¿Cree que estaría bien?
- Depende de usted, que es el que escribe.
- En principio, si a usted no le molesta, Avelino.
- ¿Por qué me iba a molestar? ¡Publique, publique!
- Bueno, pues… ahí va.
Escena 2. Un día normal
- ¡Cariño! ¡Ya estoy en casa!
- ¡Hola, amor! ¡Qué ganas tenía de verte!
- ¡Y yo de llegar! ¿Cómo ha ido con el aparejador?
- ¡Buah! Tenemos que llevar los pre-marcos a la obra el viernes, como muy tarde.
- Vaya prisas, ¿no?
- Sí. La verdad es que no sé muy bien cómo lo vamos a hacer. No podemos parar la carpintería para darles servicio…
- Tranquilo. Tú puedes con eso y más.
- ¡No sabes las ganas que tengo de desconectar un poco!
- ¿Nos vamos el domingo a la playa?
- ¿No tenemos nada?
- No. Se canceló la comida con tu hermano.
- Pues me apetecería muchísimo ir. ¿Crees que el agua estará muy fría?
- No sé, chico… estamos en mayo…
- Podemos llevarnos los bañadores y vemos.
- Me parece bien.
- Si quieres, reservamos una mesa en Casa Domingo.
- ¡Eso pinta muy bien! ¿Arroz a banda?
- ¡A tres bandas, si hace falta!
- Me trae muy buenos recuerdos ese restaurante.
- Nuestro primer arroz a banda juntos. Estabas bellísima.
- Tú sí que estabas bello. El mar tenía el color de tus ojos.
- ¡Harás que me ponga como un tomate! Se supone que somos los hombres los que decimos esas cosas.
- ¡Es la verdad! ¿Qué tendrá que ver el género?
- Tienes razón. Me gusta que me digas cosas tan bonitas. Por cierto, ¿tienes hambre?
- ¡Mucha! Esta tarde hemos ido de cabeza en la clínica y no he tenido tiempo ni de tomarme un café. Además, ¡ese aroma no ayuda!
- ¡Perfecto! He pensado que te gustaría una cena especial así que, he preparado una rustidera de pulpo. En lo que tardas en ponerte cómoda, pongo la mesa.
- ¡Me gusta que me malcríes!
- Hace un rato ha llamado tu madre.
- ¡Qué mujer! Me ha dejado tres audios de siete minutos cada uno, que por cierto, todavía no he escuchado…
- Me ha tenido al teléfono un ratito. Ya sabes: que si su hermana le ha dicho que hay que revisar lo de las escrituras de la casa de campo, que si le tienen que hacer un análisis porque últimamente se encuentra cansada, que se tiene que hacer unas gafas porque no ve un pimiento… cosas de madres.
- Bueno, entonces no hace falta que escuche los audios, ¿no?
- Siempre los puedes poner a doble velocidad, que es muy gracioso cuando se ríe.
- Sí. Tiene gracia. ¡Hale! ¡Ya estoy! ¿En qué puedo ayudar?
- En nada, mademoiselle. Siéntese a la mesa y prepare su paladar: Pulpo al horno con permantier de puerro y ralladura de lima.
- ¡Qué buena pinta!
- Espero que esté bueno.
- Seguro que sí. Cocinas muy bien y con mucho amor.
- Cocinar es como una vía de escape. Me relaja mucho intentar sacar el máximo sabor de cada alimento… encontrar la mezcla de ingredientes perfecta para que cada bocado sea un arco-iris de sabor. ¿Quieres vino?
- Casi prefiero una cerveza de las que compramos el otro día en el Salón.
- ¡Una german pilsner! ¡Buena elección! Creo que yo también voy a abrirme una.
- Ya las saco yo, amor.
- Genial. ¡Buen provecho, cariño!
- ¡Buen provecho!
- ¡A ver cómo ha quedado!
- A ver…
- Estoy hasta nervioso.
- ¡Cariño, cásate conmigo!
- ¡Jajajajaja! ¡Pero si ya estamos casados!
- ¡Pues otra vez!
- Jajajajajaja.
- Quizá sea el mejor pulpo al horno que me he comido en mi vida.
- Gracias, amor.
- Gracias a ti, que has cocinado esta maravilla.
- Eres muy buena comensal.
- La permantier es… bocado de cardenal y el pulpo, está crujiente por fuera y deliciosamente tierno por dentro. No es que yo sea buena comensal, es que esto está muy bueno.
- Gracias de nuevo. Y ¿dices que habéis tenido mucho lío en la clínica hoy?
- Hemos tenido ajustarle la dentadura a la madre de Luis y, con lo que habla esa mujer, no había manera humana de hacerlo.
- Suena divertido.
- Y lo ha sido, pero nos ha atrasado y ya sabes cómo vamos con los horarios.
- Locos, pero al final, cuadráis bien.
- Si te digo la verdad, no sé cómo lo conseguimos.
- Pues porque sois muy buenos profesionales, cielo.
- Somos un buen equipo, sí.
- ¿Quieres más pulpo? Quedan dos pedazos. ¿Uno para ti y otro para mí?
- Bueeeeno.
- Si no quieres ya me los como yo los dos, ¿eh?
- ¡De eso nada! ¡Hay que compartir lo malo y lo bueno!
- A mí me gusta compartir todo contigo.
- Y a mí, cariño. ¿Tú quitas la mesa y yo pongo el lavavajillas?
- ¡Venga! ¡Somos un equipazo juntos!
- Entre los dos es un segundo hacer todo.
- Todo debería ser igual de fácil.
- Cariño… ¿Estás pensando en la carpintería?
- Sí. Tenemos que acabar tres cocinas, vestir dos armarios empotrados y llevar los casi ciento cincuenta pre-marcos en cuatro días.
- Santi, tienes el mejor equipo de toda la zona. Sé que llegaréis a todo.
- Ojalá tengas razón.
- La tengo. No dudes de tu capacidad. Nunca.
- ¡Estoy muy muy cansado! Mañana se presenta un día…
- ¿Quieres que nos metamos en la cama y leamos un poco?
- Sería genial. Te echo una carrera a cepillarnos los dientes.
- ¡Vale! A la de una, a la de dos y ¡Oye, has salido antes de hora! ¡Eso es trampa!
- ¡Jajajajaj! ¡Se siente!
- ¡Como te pille!
- ¡No podrás!
- ¡No me cierres el paso!
- ¡nn mm mhrrh!
- ¡No hables con el cepillo en la boca, guarrindongo!
- ¡Ahhh! ¡He ganado!
- ¡morm msss mhcho …
- ¡Ni hiblis quin il cipilli in li biqui!
- ¡Ashh! ¿La revancha hasta la habitación?
- ¿No te cansas de que te gane?
- ¿Ni ti quinsis di qui ti guini?
- Jajajajaa. Mejor vamos de la mano. Me gusta cuando me llevas de la mano.
- Eres un romántico. Por eso me enamoré de ti.
- Por eso y por mi porte elegante y distinguido.
- Y por mil millones de cosas maravillosas.
- Te quiero, Carmen.
- Y yo a ti, Jaime. ¿Te meto en la cama?
- Sí.
- ¿Has puesto el freno a la silla?
- Claro.
- Venga va… a la de tres.
- Una.
- Dos y…
- ¡Tres!