Escena 1
- Ya hay municipios en la provincia que han blindado sus términos contra la burbuja termosolar, Juanjo.
- ¿En serio crees que será positivo privar a la ciudad del empujón que supone esta oportunidad?
- No lo sé. La gente necesita trabajo, pero no a toda costa. La sobreexplotación de nuestro territorio puede traer daños medioambientales irreparables, por muy rentable que sea para el yerno de Florentino Pérez. No es una cuestión que tengamos que tomar a la ligera.
- ¿Qué hacemos?
- Voy a convocar un Pleno extraordinario, para debatirlo.
- Me parece buena idea. Por cierto, ¿qué tal con Elisa?
- Bien, bien. Cuando algo se acaba, hay que aceptar que se ha terminado.
- Mejor así.
- Sí.
Escena 2
- … ¡que estaba para consumir, dice el tío! ¡Para las pascuas del año que viene, en todo caso!
- ¿De qué estás hablando?
- ¡El carnicero!
- ¿Qué?
- ¡Sí, hombre! El carnicero que me vendió la longaniza seca.
- ¿Qué?
- ¡No te enteras, alcalde! El jueves tuve un ramalazo pascuero y me fui al Mercado a comprar la merienda. Compré alpicoces, cerveza artesana, habas, dos monas y una vela de longaniza.
El caso es que fui a la carnicería y pregunté al carnicero si la longaniza estaba seca y ¿pues no va y me dice, el tío, que estaba pa consumir? ¡Si a eso le haces el boca a boca, sale gruñendo por la porqueriza! - ¡Ah! ¿Y se puede saber qué tiene que ver eso con el orden del día, Andrés?
- Es que, si la longaniza no está seca, no sabe como tiene que saber, alcalde.
- ¡Haz el favor de no darle carrete, Acevedo, que estamos debatiendo en Pleno cuestiones importantes!
- Para una vez que están de acuerdo en algo, no les cortes el rollo.
- ¡No ayudas, Juan José!
- Te noto tenso. Debe ser la luna.
- Esta semana está en nueva…
- ¡Qué curioso lo de la luna! Me alucina cómo influye sobre el ánimo de las personas.
- No a todas las personas les afecta igual, ¿no?
- ¡No, claro! ¡Cada persona es un mundo! A unos les da por llorar y a otros…
- ¡A otros les da por ponerse a hablar de longaniza en mitad de un Pleno del Muy Ilustre Ayuntamiento!
- ¿Perdonarás al carnicero, Andrés?
- Claro, Graciela. No te preocupes.
- Veo que a ti también te afecta la Luna, Graci.
- Yo se lo achaco más a la alergia. Estos días he aprovechado para salir al campo y el polen…
- ¡No me digas nada! ¡Tengo que fregar la terraza tres veces diarias! ¡Totalmente amarilla de polen!
- ¡Por favor! ¿Podemos continuar?
- ¿Por dónde íbamos?
- Por si Andrés perdonaba al carnicero o si le guardaba rencor eterno.
- ¡Eso ya había pasado! Ahora estábamos en si la hipersensibilidad de la concejala de deportes y fiestas, era debida a la Luna o a la alergia.
- ¡Menos mal que no está a punto de dar a luz, como mi mujer! ¡Menudo hormonazo que lleva!
- ¿De cuánto está, Juan José?
- Pues… entre contar por semanas, por meses y la fecha de la última menstruación, no sabría decírtelo con certeza, la verdad.
- A ver… noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo…
- ¡Pues no te queda mili todavía, teniente de alcalde!
- ¡No me puedo creer que esté pasando esto!
- A ver, reconduzcamos de una vez por todas.
- ¿Cómo? ¿Que todavía le quedan tres meses? ¡Yo pensaba que estaba a punto de parir!
- ¡Qué brutico eres, Juan José! ¿Cómo lleváis los preparativos?
- De eso se encarga Clara. ¡Puto Amazon! ¡Me está soplando la tarjeta!
- ¡Tranqui, hombre! Los niños vienen con un pan debajo del brazo.
- Este ya se ha comido medio horno, te lo aseguro.
- ¡Bueno, señoras y señores! Para los temas que se están tratando, lo mejor es que se levante la sesión!
- ¡Acho, alcalde! ¡No seas aguafiestas!
- ¿Acho? ¿Qué cojones acho? ¡Estamos en un Pleno del Ayuntamiento, señores! ¡Me piro!
- ¡Huy! ¡Qué humor más cambiante!
- Le debe afectar la Luna…
- … o la alergia…
- Está muy primaveril.
- ¿Primaveril? Será primaveral, ¿no?
- No te pongas exquisito, Andrés, que solo cambia una letra.
- ¿Os habéis dado cuenta de que, cuando se iba, sólo ha dicho “señores”? ¡No ha dicho “señoras”!
- ¡Qué micromachismo!
- ¡Entonces, seguro que son las hormonas!
- Si es que, la primavera es lo que tiene: por unas o por otras, siempre lo enreda todo…
- ¡Cuánta razón, Roque!
- ¿Otra vez de acuerdo con Acevedo, Andrés? ¡Esto se está volviendo bastante raro!
- Bueno… a los dos nos gusta la longaniza bien seca…
- ¡Cierto!
- Sí, la longaniza se debe comer bien seca, para que se puedan disfrutar todos sus matices.
- Por cierto, ¿tú de dónde compras las monas?
Escena 3
- Ha llamado Sira, para lo de la inspección medioambiental, señor alcalde. Vendrá la semana que viene para observar las zonas afectadas.
- Viendo cómo se toman los políticos de este pueblo el problema, no creo que nos sirva de mucha ayuda, Avelino, aunque siempre es bueno volver a verla. Luego la llamaré para concretar la cita con ella y eso.
- Muy bien. ¿Puedo ayudarle en algo más?
- Sí, Avelino. Dígame: ¿usted va a vender sus terrenos, como todos los propietarios?
- No, señor alcalde. Creo que hay cosas más importantes que un puñado de euros. El Hondo de Carboneras, la Boquera, el Puerto de la Harina y todo lo que aquí se ha dado a conocer como “La Toscana de Levante”, es más que tierra para mí: es mi raíz y mi descanso. Va a ser una verdadera lástima estar rodeado por kilómetros y kilómetros de placas solares, pero mi parcela va a ser un oasis en medio de ese desierto de ambición y mafia. No venderé mi paraíso a ningún precio.
- Gracias, Avelino. Como siempre, me es usted de mucha ayuda.
- No hay de qué, realmente.
- Sí lo hay: me da usted fuerzas para seguir luchando.