De recuerdos y lunas

Que pague tu padre

Uno de los placeres que más aprecio en vacaciones es el de poder leer los periódicos tranquilamente. Las vacaciones son como un fin de semana muy largo y sin plan. Te levantas, tomas café, lees alguna novela o poemario y... y cuando sube el volumen del bullicio doméstico bajas a comprar la prensa. Algún comentario sobre el tiempo con alguien que te encuentras y... A ponerse al día de las cosas. Al menos esto uno cree desde la confianza en la profesionalidad de los medios, porque hay veces que algunos temas tratados echan un tufillo a dictado, a peloteo o a servilismo a ciertos poderes que tira para atrás. Y dan ganas de liar pescado podrido con los periódicos podridos y, en adelante, comprase un tomo de sopas de letras o sudokus. O mejor, a capazos, las colecciones de Mortadelo y Filemón, Rompetechos, 13 Rue del Percebe, El Botones Sacarino y Pepe Gotera y Otilio. Aun así, con la sospecha de ser manipulado, uno disfruta con los periódicos.
El pasado verano, entretenido con la lectura, una página de EL PAÍS –la 35 de 5 de julio de 2006– me llamó la atención. La página traía una coincidencia que me pareció crítica feroz. Y aún no sé si fue eso, pura coincidencia o malicia intencionada del maquetador. Si fue lo segundo, el responsable merecería un premio a la inteligencia mordiente. El asunto, a nuestro parecer, no pedía menos.

La página se distribuía en dos mitades, inferior y superior. En la parte superior había dos noticias, en la inferior un anuncio ocupando toda la mitad. La primera noticia de la parte superior, a una sola columna, trataba sobre la decisión del Tribunal Supremo en torno a un caso de espionaje electrónico en el parlamento balear. Y aquí no nos importa. La segunda noticia, la que sí nos importa, a cuatro columnas y con fotografía, informaba sobre la comparecencia del ex secretario de Organización de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Xavier Vendrell, ante la fiscalía de Barcelona por la denuncia por coacción o extorsión al enviar cartas a empleados de la Generalitat que trabajaban en consejerías controladas por ERC, cartas en las que se les exigía pagar dinero para financiar al partido. Vendrell, sin vergüenza, justificó las misivas con el motivo de que eran para lo que eran: para financiar al partido. Además, el abogado de Vendrell, Benjamí Nicolau, consideró que el caso sería archivado “porque si finaliza en proceso judicial, debería abrirse contra todos los partidos políticos.” —dijo. Por otro lado, Marina Llansana, portavoz del partido, adelantó la disposición de ERC a revisar este sistema de financiación denunciado. Hasta aquí la noticia.

El anuncio que llamó nuestra atención era de una empresa de telefonía móvil que promocionaba llamadas internacionales sin coste desde el extranjero. Luego en letra menuda se matizaba, con mucho recorte, la promoción. Como siempre. Pero lo que nos interesó, y lo que nos llamó la atención, fue el reclamo: “¡Que pague tu padre!”. Escrito en letras grandes. Y al lado, una flecha hacia arriba. Que aquí señalaba a la noticia de la financiación. Una mano con el símbolo de victoria también aparecía en el anuncio. Pues eso: "¡Que pague tu padre!" Esto es lo que se nos ocurre al pensar en la posibilidad de recibir una carta de un partido pidiéndonos dinero con chantaje, como si nuestro trabajo dependiera del peaje. La coincidencia de la segunda noticia y el anuncio en la misma página, arriba y abajo, abajo y arriba, nos sugirió la rebeldía. ¡Vivan los maquetadores! Aquí, en EPDV, es Pablo Domene. Y ojo que es muy listo.

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