Abandonad toda esperanza

¿Quién vigila a los vigilantes?

Abandonad toda esperanza, salmo 132º
Quis custodiet ipsos custodes. La pregunta se la hacía el poeta satírico Juvenal refiriéndose a los guardianes que contrataban los maridos para que vigilaran la fidelidad de sus esposas, sin caer en la cuenta de que las dejaban en la misma boca del lobo. Pero hoy, cuando el inspector jefe de Policía de Coslada parece haber convertido el municipio madrileño en una versión de Dodge City, ciudad sin ley, a golpe de placa y pistola, la cuestión filosófica que se planteaba el rapsoda latino cobra una nueva lectura más cercana al género negro que a la lírica erótica.

El escritor James Ellroy, obsesionado además de por el asesinato irresuelto de su madre por el crimen que pudre el corazón de las fuerzas de la ley, ha dedicado muchas de sus novelas a retratar la corrupción policial en Los Ángeles; un interés este que comparte con David Ayer, guionista de Training Day y Dark Blue, la última basada en una historia del propio escritor. Ahora ambos vuelven a colaborar en Dueños de la calle, dirigida por el mismo Ayer, para construir un retrato descarnado de la ciudad donde ambos pasaron gran parte de su infancia.

El film arranca con pulso firme, presentando a un policía atormentado por la muerte de su esposa y consumido por el alcoholismo al que encarna un sobrio Keanu Reeves. Enseguida descubriremos que se trata de otra manzana podrida en un cesto repleto de ellas ("Somos policías. Podemos hacer lo que queramos", llega a afirmar), aunque no precisamente la que más: sus actividades ilegales nunca están promovidas por el afán de enriquecerse a costa de otros, como hacen algunos compañeros del cuerpo, sino por su voluntad de hacer de este mundo un lugar mejor, según sus (dudosas) coordenadas éticas y pese a quien pese.

De esta forma, el policía se debatirá entre la ley entendida como tal, y representada por Asuntos Internos -los vigilantes de los vigilantes-, y su propio concepto de justicia, que apoyará su unidad al completo. Pero el problema del film es que esta dialéctica nos la han contado ya mil veces, y el desarrollo de la trama resulta harto mecánico y previsible.

Mucho más original viene a ser la serie de la BBC Life on Mars, que parte de una atractiva premisa: un inspector de la Policía de Manchester pierde el conocimiento tras sufrir un brutal atropello, y cuando despierta se encuentra en 1973, vestido con camisa estampada y pantalones acampanados...

A partir de ahí, el protagonista tendrá que descubrir si realmente ha viajado en el tiempo o todo lo que le rodea es tan solo una elucubración de su mente mientras permanece en coma en el hospital. Por lo demás, deberá habituarse a un universo donde el concepto de lo políticamente correcto no existe y los agentes de la ley no se andan con tantos miramientos a la hora de tratar con los delincuentes. Al parecer, en 1973 nadie vigilaba a los vigilantes; si no, que se lo digan a Frank Serpico, el policía íntegro por excelencia, y cuya historia llegó a los cines de todo el mundo aquel mismo año.

Dueños de la calle se proyecta en cines de toda España; Life on Mars se emite en Canal Xtreme.

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