De recuerdos y lunas

San Fermín

Mi abuelo Mateo bromeaba con aquello de que si te gustan los toros, entonces... Entonces tienes el mismo gusto que las vacas. Mi afición por los toros no es grande. Y no por la broma que decía mi abuelo, sino porque me parece un mundo sagrado que de acercarse a él, uno ha de hacerlo con veneración, con respeto y con sabiduría de las artes.
A mi padre le gustaban los toros. Mucho. Mi padre tenía y guardaba como tesoro unas fotografías con toreros que les hizo a él y a sus amigos el célebre Cano. En una de ellas está con Paquirri. Mi padre sintió mucho la muerte de Paquirri que engruesa esa mística del toreo y el malaje que un día nos explicó muy bien en su columna "El volapié" el vecino Paco Gracián, que tanto sabe de toros y políticas. La muerte de Paquirri nos pilló en "El Ventorrillo", en Navacerrada, en la residencia que el Hispanoamericano tenía en la sierra donde tanta paz vivimos algunos principios de otoño para poder retomar los cursos. Y ni España, ni mi padre, podían entender ese desangrarse consciente de la muerte que fue la muerte de Paquirri cuando el toro Avispado estuvo, aquel 26 de septiembre de 1984, en Pozoblanco, provincia de Córdoba, avispado.

La certidumbre de que al mundo del toreo hay que acercarse con veneración, respeto y sabiduría de las artes, me ha convertido, si no en un aficionado a las plazas, por las que siento pereza de sol, sí a las lecturas sobre tauromaquia. Y aquí, aprovechando que hoy sueltan toros por 7 de julio San Fermín, traemos algunas que nos parecen recomendables. El elenco es variado porque mi afición no ha tenido orden. De vez en cuando, alguna lectura sobre toros, no viene mal. La primera que recomendamos es un librito que tengo de la biblioteca de mi padre que, por pertenecer a él, custodio como oro en paño: "La hora de la verdad" de Joaquín S. Ruiz Pérez que como reza su subtítulo va de teoría y técnica del toreo. Algo así es lo primero que recomiendo leer para familiarizarse con los conceptos básicos. Es verdad que está el Cossío, pero el Cossío es mucho Cossío. Yo conseguí una edición abreviada del año 2000 de cómodo manejo y que la utilizo como lo que principalmente es, como enciclopedia.

La magia de las palabras hechizadas que genera la tauromaquia se plasma en las crónicas taurinas. Y de este género he conocido buenos lectores que no han pisado una plaza, pero que no dejan de leer estas crónicas como un aficionado más. De este género periodístico que decimos, recomiendo para disfrute las que como homenaje a Joaquín Vidal publicara tras su muerte la editorial Aguilar. Joaquín Vidal escribió estas crónicas para EL PAÍS y en la recopilación hay botones que son muestra de genialidad. Y de belleza. Otro libro curioso que coloco en esta columna es "Toreo de salón". Éste lo conocí gracias a Alfredo Rojas y, por lo que me gustó, en cuanto tuve ocasión lo compré. El texto es de Camilo José Cela sobre fotografías de Maspons y Ubiña. Aquí el nobel saca punta a las imágenes con la misma libertad que hace en "Izas, rabizas y colipoterras" sobre fotografías de Juan Colom o en "Los caprichos de Francisco Goya y Lucientes" sobre grabados de Goya. Divertimentos extravagantes sin duda. Y por terminar, recomiendo una novela de J. López Pinillos, alias Parmeno, titulada "Las águilas". Texto original de 1911. En ella leemos el intramundo taurino con sus glorias y miserias, con sus soles y sombras.

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