El Ordenanza

Spanish flavour

El Ordenanza. Capítulo 258

Escena 1

  • Como viene siendo habitual, los personajes del Ordenanza celebramos el Día de la Hispanidad de una manera diferente: si en pasadas ocasiones hablamos de la familia del Teniente Hernández Menor (quien todavía mantiene a su nombre la calle que muestra la ruina de su casa) o de la odisea de Aliou, el español que vino de Senegal, este año tenemos con nosotros a un personaje clave en nuestro país. No es la señora Bárbara Rey, pese a su ridículo circo emérito. Se trata de uno de nuestros platos estrella. Podríamos haber escogido la paella, dada la cercanía de la fiesta de la Generalitat Valenciana (el Nou d’Octubre), pero hemos preferido ensanchar nuestras fronteras autonómicas e invitar a participar en nuestro capítulo de hoy, ni más ni menos, que a la Tortilla de Patatas. Mi nombre es Avelino Amorós Ugeda y está usted leyendo el capítulo 258 de El Ordenanza. Bienvenida a nuestro plató, señora Tortilla de Patatas.
  • Muy buenas, Avelino. Estoy encantada de estar aquí… ¡Y un poco nerviosa!
  • No tiene por qué estarlo. Está usted en familia.
  • ¡No sabe usted lo que se agradece, Avelino! No todos los días se da que busquen a una para hablar con ella… ya me entiende.
  • Bueno, siendo usted tan famosa como es…
  • ¡Ya sabe usted cómo somos en este bendito país! Se habla mucho de mí, pero no conmigo. La gente cuchichea a mis espaldas: Que si con cebolla luzco mejor, que si sin cebolla soy más original, que si con ovoproducto soy más segura, que si debo estar poco hecha, que si estoy muy hecha soy más sabrosa, que si tal y que si quintos, pero nadie me ha preguntado nunca cómo me gusto a mí misma.
  • No sé si sería demasiado indiscreto preguntarlo…
  • ¡Hágalo! ¡Me hace mucha ilusión que sea usted el primero en hacerlo!
  • ¿Cómo se siente usted mejor?
  • ¡Huy! ¡Qué atrevido es usted, Avelino! Yo soy un alimento que me gusto como soy: yo misma. Aún así, he de decir que lo que realmente me gusta de mí es gustar y, en segundo lugar, el aura de cariño que me rodea.
  • Eso dice mucho de usted.
  • Gracias, Avelino. Usted también es mu buena gente.
  • Nuestros lectores están ávidos por conocer su historia. Cuéntenos, cuéntenos.
  • Mis antepasados se remontan a la Prehistoria y están extendidos por todo el planeta. En 2022, en Israel, se descubrió la tortilla más antigua del mundo. Es de hace de 4000 a 7500 años. Los documentos más antiguos encontrados, proceden del imperio aqueménida, en Oriente Medio. Así, el romano Apicio en el siglo I, nos habla de «ova spongia ex lacte», que viene a ser «tortilla de huevos y leche». En España no es hasta 1423 que Enrique de Villena hable de nosotras en su obra «Arte Cisoria». También se tiene constancia de mi familia lejana en la América precolombina. Esto lo sabemos por las crónicas de Indias, en las que se distingue la tortilla de huevo del pan de maíz. En Japón, nos llaman omuraisu.
  • Muy interesante. ¿Y qué me puede decir usted de las patatas?
  • Poca cosa que no se sepa ya. Llegaron a España a mediados del siglo XVI, pero como rareza botánica, porque la consideraban insípida. En otros países europeos como Francia, Inglaterra e Irlanda sí que cultivó, dada la abundancia de cosecha que se puede sacar de la planta incluso en climas fríos, pero aquí somos de otra manera: lo que no se carga la envidia se lo carga la burocracia. Así, tuvo que ser un irlandés afincado en Spain, Enrique Doyle, el que le dijese a Carlos III de Borbón «¡Acho, Carlos! ¿Por qué no plantas patatas en España? Si han agarrao en Ireland, con el frío que hace allí, aquí te crecerán grandes como los huevos de un toro».
  • Quizá de ahí venga el nombre albaceteño de «criadillas de tierra» y, de ahí a las «creïlles» valencianas, solo dista un paso.
  • Evidentemente, Avelino, acabo de hacer una dramatización de los hechos y es probable que la cosa fuese algo más refinada, pero igual de efectiva. Carlos, el llamado Mejor Alcalde de Madrid, pensó en ello y reguló el cultivo del tubérculo en nuestro suelo.
  • Interesante…
  • Y claro, al ser una raíz harinosa, comenzó a fabricarse pan de patata, mucho más barato que el de trigo y bastante sabroso. Y nos acercamos al momento en que se hizo la magia: en Villanueva de la Serena, en el año de 1798, unas mujeres al servicio de José de Tena y Godoy, añadieron huevo batido a este tipo de pan, quizá buscando hacer buñuelos pero, en su lugar apareció mi tatara-tatara-abuela.
  • ¿Entonces, podemos decir que el General Zumalacárregui no fue el descubridor de la receta?
  • Casi con total seguridad, aunque existen escritos de mediados del XIX que dan la exclusiva a navarros y vascos.
  • Y, ¿qué opina de la controversia de «tortilla de patatas con cebolla» o «tortilla de patatas sin cebolla»?
  • Originalmente, la receta no llevaba cebolla. No es hasta 1869 que tenemos noticias de esta variante. Fue en el periódico «El Imparcial», que menciona una tortilla de patata con cebolla, frita con ajo y perejil. A nosotras, como usted verá, nos da igual llevar o no cebolla, pero en este país, somos capaces de montar una guerra civil por tenerla más larga que el prójimo. Por cierto, debo decir que, en la Guerra Civil, se ideó la «Falsa tortilla de patatas», que cambiaba el tubérculo por el albedo de las naranjas.
  • El hambre agudiza el ingenio.
  • Sí.
  • ¿Y cómo ha llegado usted a ser coronada Reina de las Tapas en nuestro país?
  • Pues fíjese, fue por pijerío: hubo un hostelero emprendedor, llamado José Luis, que abrió una cervecería en la calle Serrano de Madrid, en la que llevó mi humilde receta a los exquisitos paladares de los aburguesados que habitaban el barrio de Salamanca. De ahí, mis hermanas y yo fuimos directas al estrellato.
  • Fascinante, la verdad.
  • ¿A que sí?
  • Desde luego. ¿Y conoce usted alguna variante interesante?
  • Está mi prima hermana, la Tortilla Paisana, que también contiene jamón y pimiento.
  • ¿Y si uno es alérgico al huevo, existen alternativas?
  • ¡La duda ofende! Se puede hacer tortilla de patatas con garbanzos y leche… o agua, para los veganos.
  • ¡Excelente!
  • Sí.
  • Y, para terminar, ¿quiere usted mandar un mensaje a aquellas personas que estén leyendo esto?
  • Sí, Avelino. Les pido que no juzguen a las tortillas por su aspecto exterior, que la belleza está dentro. Que no se opongan a experimentar con todo lo que se les ocurra. Que se atrevan a probar cosas nuevas. Que en un país por el que han pasado íberos, celtas, celtíberos, griegos, tartessos, cartagineses, romanos, visigodos y árabes, no nos tenemos que obsesionar con la pureza de sangre, el color de piel o el tipo de tortilla que se embuta uno. Open your mind!
  • Pues con estas palabras, despedimos a nuestra invitada. Muchas gracias por concedernos parte de su tiempo.
  • Ha sido un placer, Avelino.

Escena 2

  • Aurora, ¿me pasas el cuchillo, por favor?
  • Aquí tienes, cariño.
  • ¡Eh! ¿Que va a hacer usted? ¡Nooooooo! ¡Tortillicida! ¡Arggghhhh!
  • Y ahora sí, damos por terminado nuestro espacio. ¡Buen provecho!

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