Estación de Cercanías

Sugerencias, alguna crítica y un ruego

Es lamentablemente cierto, muchas veces a los seres humanos tienen que prohibirnos y sancionarnos por conductas que a poco que nos condujésemos con algo de sentido común, con respeto al prójimo y querencia sobre el suelo que nos acoge, sería innecesario llegar a ellas, y es por ello que debemos todos entonar un mea culpa con respecto al deplorable estado de limpieza que presentan nuestras calles y señalarnos todos con el dedo de lo que dejamos de hacer a favor del bien común.
Y con este fin ha sido presentada por la concejal del área, Mari Paz Poveda, una Ordenanza municipal de limpieza, estética e higiene urbana para, entre otras cosas, salvaguardar el decoro de la vía urbana –bueno, yo eso del decoro no termino de encajarlo– así como algunos puntos que a mi parecer rayan lo ridículo y que comentaré con el beneplácito de la Sra. Poveda, que así lo ha solicitado, dejando la Ordenanza, con muy buen criterio, pendiente de aprobación a la espera de que la ciudadanía pueda aportar ideas, sugerencias y, espero, críticas.

Ya desde esta columna –en junio de 2006– pedí que se incluyeran en el “¡Villena te vamos a poner guapa!” (qué poca belleza proporcionó) sanciones por las pancartas y carteles de bodas, que dejan las calles hechas una pena, y felicito que ahora se haya incluido. Por lo demás y a nivel general, el contenido de los artículos de la norma que nos ocupa son de una lógica aplastante: si tú ensucias tú limpias, o en su defecto, si debemos limpiarlo a través de los cauces municipales, pues pagas ese servicio, seas particular, empresa o, por qué no decirlo, ente público, aunque este aspecto no se contempla.

Y es en este punto donde empiezan mis sugerencias: considero interesante que del mismo modo que se controla la conducta privada, los ciudadanos tengamos la posibilidad de cuestionar la labor de los servicios municipales en la realización de algunos de sus cometidos, porque seguramente ustedes, y yo, hemos visto, por ejemplo, cómo al vaciar un contenedor en el camión la basura la porquería que ha caído de él se queda en medio de la calzada. Pido también que se tome en consideración la posibilidad de algún tipo de sanción monetaria o, por qué no, de trabajos comunitarios, para todo aquel adulto, responsable de un menor, que faltando a su deber de educar en valores y mientras toma el café tranquilamente o en corrillo lleva a término la crítica de turno, deja campar a sus anchas a escuadrones de niños que, sin la menor reprimenda ni llamada al respeto, arrasan flora, césped y columpios.

Mi crítica viene en relación al art.23, que prohíbe tender ropa en barandas y balcones dando por hecho, de un modo clasista, que todos tenemos viviendas con grandes patios para tender o, en su defecto, una secadora. También al art.5, que deja en manos de los ciudadanos, hasta no se sabe cuándo, la responsabilidad de denunciar las posibles infracciones de sus convecinos, sin tener en cuenta lo efímero y espontáneo de muchas de ellas (sacudir alfombras, lavar un coche, limpiar la calle fuera de hora o vaciar el cubo de fregar las escaleras). Pero, mención aparte, y ahora viene el ruego a modo de súplica que me evite el vómito, porque, si como bien ha informado, ante la prohibición de tirar colillas a la calles tiene la obligación instalar ceniceros para dotar de sentido la norma, por la misma regla de tres deberá de instalar escupideras para poder sancionar a quien escupa según el art.7, que lo prohíbe, extremo éste que con sólo pensarlo revuelve mi estómago por escatológico, insalubre y asqueroso.

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