Apaga y vámonos

Suspendidos

Hacía tiempo que no me acercaba por el Salón de Plenos del Muy Ilustre, pero era tal la expectación suscitada el pasado jueves que no pude evitar asomarme a ver qué pasaba, cuántos afiliados y simpatizantes de uno y otro lado hacían acto de presencia, quién tiraba la primera piedra del comportamiento inapropiado –ninguno, al menos al jueves; por lo visto los malos modos se los han apropiado en exclusiva los plataformeros de la plaza y alguna abuela que otra, como se puso en evidencia el viernes– y, sobre todo, qué pasaba con la famosa Moción de Confianza.
Total, que llegó el momento y tomó la palabra Carlos Beltrán. Tomó la palabra, el libro, la Biblia entera y el Sursum Corda, porque vaya rollazo que se soltó. Minutos y minutos cascando para acabar diciendo lo que ya sabíamos todos: que el equipo de gobierno, desde hace meses, es cualquier cosa menos un equipo. Más moderada y concisa, Cate Hernández insistió en el argumento pedagógico de la cosa, casi como la maestra que es, riñendo a sus pequeñuelos y diciéndoles aquello de “venga, daros un besito y todo arreglado”. A estas intervenciones, sobre todo a la de Beltrán, respondió José Joaquín Valiente poco y mal. No diría que fue con chulería, porque le conozco y sé que su modo de expresarse, ese tono seco y a veces cortante, viene casi de serie, pero tampoco dijo nada. Ampararse en las formas –esto no va así, presenten una Moción de Censura– y dejar de lado el fondo, ese problema que todos sabemos que existe porque los propios concejales del PP se han empeñado en contárnoslo durante seis meses, se llama en mi pueblo echar balones fuera.

No obstante, todo el mundo sabe que las primeras intervenciones, que vienen escritas de casa, son las más aburridas. Así que esperanzado esperé el inicio del turno de réplicas y contrarréplicas, que normalmente es cuando se anima la cosa. Pero ni por estas, señora. Casi, casi, casi llegué a entrever una intervención seria, que fue cuando Cate se dirigió a los concejales “díscolos” presentes, pero no llegó a interpelarles con lo que hubiera sido la clave del asunto. Y es que, servidor, si llega a estar sentado en un banco de la oposición en aquellos momentos, hubiera tomado la palabra para, teatralmente, y haciendo partícipe a todo el público que llenaba el auditorio y a quienes seguían o verían posteriormente el Pleno por televisión, pedir a los concejales del PP que se explicaran públicamente ante la ciudadanía de Villena.

Hubiera preguntado a Juan Carlos Pedrosa, entre otras muchas cosas, por qué se abstuvo en la Comisión Informativa previa al Pleno. Hubiera preguntado a Juan Richart qué piensa cuando se le pone un “supervisor” por encima y poco menos que le dejan sin competencias reales. Hubiera preguntado a Virtudes Amorós, sin entrar en las competencias de la concejalía de Aguas, por qué dice lo que dice en privado. Hubiera preguntado a Mari Paz Poveda por la concejalía de Protocolo… En definitiva, habría pedido a los concejales del PP que explicaran ante toda Villena qué es lo que ha pasado y está pasando desde diciembre, pero por lo visto, y a pesar de ser 9 los concejales de la oposición, nadie cayó en la cuenta.

Así las cosas, sólo se me ocurre decir que, si en vez de un Pleno, habláramos de un colegio, habría suspendido a todos los que tomaron parte en el “examen”, incluida a la alcaldesa, que tampoco aportó gran cosa al debate. Eso sí, al menos reconoció que había problemas en el equipo de gobierno. ¡Como para negarlo!

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