El Ordenanza

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El Ordenanza. Capítulo 201

Escena 1

  • ¡Dese prisa, Jefe!
  • No sea agonías, Mortadelo, que con este calor se me ha derretido la suela de los zapatos. ¡Las calles parecen el desierto del Gobi!
  • Pero el Súper nos ha mandado llamar urgentemente y… ¡ya sabe cómo se las gasta cuando nos retrasamos!
  • ¡El Súper, el Súper! ¡Ya me gustaría a mí ver al Súper en estas condiciones!
  • Lo que usted diga, Jefe, pero no quiero que me vuelva a hacer tragar la esfera de un reloj.
  • ¡No sea quejica, hombre! Seguro que ha comido cosas peores.
  • ¡Claro! ¡Pero es que la esfera que me hizo tragar fue la del Big Ben!
  • Nada que no resuelva un poco de agua con bicarbonato…
  • ¡Mire! Ahí está la entrada secreta 15-M-36. Justo al lado de la sede de la Organización Recreacionista Independiente Navarra, el O.R.I.N.
  • Por una vez, sin que sirva de precedente, le concedo el honor de decir la contraseña, Mortadelo.
  • Lo que pasa es que usted no la quiere decir, no sea que le oigan los bestiajos estos del O.R.I.N. ¡No vea lo a pecho que se toman cualquier comentario gracioso sobre la historia!
  • ¡Vamos, vamos! ¡Es una orden! Recuerde que soy su superior.
  • ¡Un abusón es lo que es usted!
  • Mortadelo…
  • ¡Ya va, ya va! ¡Con lo despacio que ha venido desde la Pensión «El Buen Reposo»!
  • ¡Déjese de pamplinas y suelte la contraseña!
  • Ahí va:
    Entre los celtas, los godos,
    los hunos y los otros,
    no eran pocos
    pero estaban todos locos.
  • ¡Ahí vienen! ¡Corra, Mortadelo!

Escena 2

  • ¡Hombreeee! ¡Ya era hora! ¿Cuál es su excusa hoy? ¿Una abducción?
  • ¡Nada más lejos, Súper! Es que nos han pillado los del O.R.I.N. y…
  • ¿Les han acariciado a contrapelo?
  • ¡Bueno! ¡A mí me han metido una falcata por el oído!
  • Con la suciedad que debe tener usted ahí dentro, tampoco va a notar la diferencia, Mortadelo. Por cierto, ¿no ha venido con Filemón?
  • Los de seguridad no lo han dejado acceder al edificio de la T.I.A., Súper. ¡A él le han metido por las orejas los cañones de Navarone y, claro, ha pitado el detector de metales!
  • ¡Tráigalo inmediatamente y dejen de hacer el berzotas!
  • ¡Como un rayo, Súper!
  • Les he llamado porque he de encomendarles una misión de muy altos vuelos.
  • Nos honra que ponga su confianza sobre nuestros hombros…
  • ¿Qué confianza ni qué confianza? ¡Lo que sucede es que los demás agentes están de vacaciones!
  • BRRRRRRR!!! ^-^-^-^-C-< 豬!!!
  • El caso es que, tienen que acompañar a cierto personaje en un viaje importantísimo. Deberán ir vestidos de negro y parecer dos almas en pena (cosa que no les va a costar demasiado esfuerzo), como si su padre hubiera pasado a mejor vida. Deberán pasar totalmente desapercibidos. Para esta misión, les acompañará la señorita Ofelia, para dar más credibilidad a su coartada.
  • ¿La Ofelia? ¿De negro? ¡A partir de ahora, los curas van a tener que vestir de color caqui!
  • ¡No sea bruto, Mortadelo! El mayor problema es cómo vamos a pasar desapercibidos con la Ofelia vestida de negro. ¡La van a confundir con la Orca Ulises!
  • ¡Les he oído, par de sabandijas burricalvas!
  • ¡Póngase a salvo, Mortadelo, que viene la Ofelia al galope y no creo que aguante la estructura del edificio!

Escena 3

  • Pues parece que es aquí…
  • Pero… esto es… un tanatorio, Jefe… se me pone la piel de gallina…
  • ¡Usted, de gallina, tiene la piel y el resto del cuerpo!
  • ¡Huy! ¡Qué gracioso que está hoy, Jefe! El caso es que, a mí me dan mucha dentera estos sitios.
  • No sé, Mortadelo. Es todo muy misterioso… el Súper, ni siquiera nos ha dicho de qué personaje se trata. Solo que llevaría un gladiolo en la solapa.
  • ¡Huy! ¡Qué emoción! ¡Y qué romántico! ¡Un gladiolo en la solapa! ¡Estoy como loca por encontrar al misterioso personaje!
  • No, no. Usted se queda fuera. No sea que tapone las salidas de emergencia con el trasero y…
  • ¡Como le agarre!
  • ¡Cálmese, Ofelia! Debe entender que los agentes secretos somos nosotros y, usted solo ha venido aquí a hacer bulto.
  • ¡Y qué bulto, Mortadelo!
  • ¡Juas, juas, juas, juas!
  • ¡No corran, pareja de cerdos vietnamitas!

Escena 4

  • ¡Pe-pe-pero si el del gladiolo es el muerto, Jefe!
  • Sí, señores: el hombre que lleva el gladiolo en la solapa es el muerto.
  • ¡No entiendo nada! ¿Quién es usted?
  • Mi nombre es Avelino y soy un personaje de ficción, como ustedes.
  • ¿De ficción? ¿Qué está diciendo?
  • Sí, señor Filemón. Ustedes son dos personajes de cómic creados por el maestro Francisco Ibáñez.
  • ¡No diga tonterías, hombre! ¡Si nosotros llevamos una vida de lo más normal!
  • Bueno, Jefe… normal, lo que se dice normal…
  • ¿No les sorprende que, desde el 20 de enero de 1958, el señor Filemón no se haya cambiado la camisa?
  • ¿Con lo guarrete que es? Le aseguro que no.
  • ¡Mortadelo, deje de hacer el cabestro! ¡Muestre un poco de respeto, hombre!
  • (Oiga, Jefe, a ver si va a ser verdad lo que dice el anchova este y va a resultar que somos personajes de cómic).
  • (Eso explicaría que usted tenga tanta rapidez para cambiarse de disfraz).
  • (Y que no espichásemos cuando nos explotó aquel camión de nitroglicerina).
  • (Y que no hayamos envejecido tan mal, aunque desde que nacimos tenemos, aproximadamente, cincuenta años).
  • (¿Entonces, quiere decir que, el fiambre es…?)
  • Efectivamente, don Francisco es su padre.
  • ¡Papá!
  • ¡No decaiga, Mortadelo!
  • ¡Joer, Jefe! Es que, también es mala suerte que haya estado toda la vida pensando que me abandonaron en la puerta del Convento de las Hermanas Piadosas de Santa María del Traje de Pana y, ahora que encuentro a mi padre, resulta que…
  • Lo siento, Mortadelo. Durante décadas, don Francisco nos ha hecho reír. generación tras generación, relatándonos sus locas aventuras. Deben considerarse afortunados. Tanto o más que los millones de niños, adolescentes y adultos que les hemos tenido a ustedes como lectura de cabecera. Gracias, don Francisco. Gracias, don Filemón. Gracias, Mortadelo.
  • ¡Vaya bajonazo! ¿Y no nos podemos ir con él?
  • No. Ustedes dos son inmortales… aunque él también lo es… de otra manera.
  • … oiga… que estaba yo pensando… si Ibáñez es nuestro padre… quiere decir que, por alguna de estas casualidades de la vida, el Jefe y yo… ¿somos hermanos?
  • … más o menos…
  • ¡A mis brazos, Jefe!
  • ¡A mis brazos, hermano!
  • ¡Un momento! ¿Eso quiere decir que, por uno de esos misteriosos giros del más absolutamente abstracto de los destinos, somos hermanos del Bacterio?
  • ¡PUAJ!

A la memoria de Francisco Ibáñez Talavera (15/03/1936 - 15/07/2023)

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