El Ordenanza

Una de Marvel

El Ordenanza. Capítulo 68

Escena 1

  • Buenos días, Avelino. ¡Menuda niebla hay hoy!
  • Buenos días, señor Alcañiz. Es extraña, sí… espesa y gris… nunca había visto una así.
  • Es bastante rarita. Es como si se pegara a los huesos.
  • ¡No os vais a creer lo que me ha pasado! ¡Puedo leer las mentes!
  • ¿Está usted segura, señora Gandía?
  • Sé que le parece muy extraño. Se lo demostraré, Avelino: concéntrese en algo que sólo usted pueda saber…
  • … a ver… ¡ya!
  • Tiene usted que ordenar las entradas de expedientes de obras que le ha pedido Casimiro.
  • ¡Oh!
  • Por cierto, Juanjo, deja de pensar en que llevo demasiado escote esta mañana. ¡Visto como me da la gana!
  • ¡Hostias! ¡Pues va a ser verdad!
  • Es muy muy raro…
  • ¡Y tanto!
  • Si me lo permiten, voy a ponerme a la faena.
  • ¡Avelino, no sabe lo que acaba de suceder!
  • ¿Tú también puedes leer las mentes, Santi?
  • ¿Leer mentes? ¿Cree que soy el Anthony Blake ese, don Juan José? Estaba grapando unas solicitudes cuando, de repente… ¡los expedientes que nos trajo el secretario del concejal de Obras se han puesto a volar y se han ordenado solos!
  • ¡Virgen santísima!
  • ¡A ver si usted va a tener también poderes telekinésicos, Avelino!
  • ¡Hagamos la prueba! Intente ordenar las monedas que llevo en el bolsillo de mayor a menor.
  • Pero, eso es imposible, don Juan José.
  • ¡Pruebe, pruebe! ¡Concéntrese!
  • Está bien pero… ¡Dios de los cielos! ¡Lo estoy haciendo!
  • ¡Tiene usted el don de la súper ordenación, Avelino!
  • ¡Válgame san válgame!
  • Pues si vosotros tenéis súper poderes, igual yo también…
  • Anda, Santiago, ve a llevarle los expedientes al señor Casimiro.
  • ¡Vale!
  • ¡Este chico…!
  • ¡Ya estoy de vuelta!
  • ¡Por los clavos de Cristo, Santiago! ¡Tienes hipervelocidad!
  • ¡Yo flipo!
  • ¿Y usted no se nota nada raro, don Juan José?
  • Pues no sé… espere que me concentre…
  • ¡Nada! ¡También es mala suerte! Para una vez que se reparte algo en este ayuntamiento y le toca a todos menos a mí…
  • No tengas cuidado, Juanjo, que seguro que el tuyo se manifestará en cualquier momento.
  • ¡Claro! ¡Eso lo dices porque puedes leer la mente!
  • ¡Buenos días!
  • Buenos días, don Roque.
  • ¡No os vais a creer lo que me ha pasado!
  • ¡No me digas más! ¡Tienes un súper poder!
  • ¿Cómo lo has sabido?
  • Nada, nada… cosas mías.
  • Pues iba a lavarme las manos y, cuando el agua ha tocado mis manos, ¡se ha calentado al momento!
  • ¡Vaya! ¡Eres Súpercalentador! ¡Enhorabuena, Acevedo!
  • Bien, si me lo permiten, voy a seguir trabajando, que la mañana va a ser dura.

Escena 2

  • Avelino tiene la súper ordenación; la Gandía lee mentes; Andrés, es súper seductor y va por ahí guiñando el ojo a todo lo que lleva lencería; Santiago es más rápido que Flash; Teresa, con lo mansita que es siempre, tiene súper mal pronto: no veas cómo se ha puesto cuando le he cedido el paso en la puerta del aseo… por cierto, hay que llamar a mantenimiento, que me ha lanzado un retrete como si fuera una pelota de tenis…
  • Luego no es nadie…
  • ¡Hasta Acevedo va por ahí metiendo el dedo en los cafés fríos!
  • ¡Espero que se esté lavando las manos!
  • ¡No te preocupes! De eso se encarga Gabriela, que es Higieniwoman: ¡ni una mano sin gel hidroalcohólico, ni un rostro sin mascarilla!
  • Bueno, eso nos viene de perlas en estos momentos, la verdad.
  • ¿Y yo por qué diablos no tengo súper poder, alcaldesito?
  • Juan José, debes ser más paciente. Seguro que, tarde o temprano se te manifiesta. Verás que sí, hombre de poca fe.
  • Tienes razón, es cuestión de tiempo que yo también tenga el mío… ¡un momento! ¡Estás utilizando el súper convencimiento conmigo, tío! ¡No juegues sucio, alcaldesito, que somos amigos desde el colegio!
  • ¡Me has pillado, nenico!
  • Desde el otro día, con la niebla que rodeaba el edificio, todos los que se impregnaron de ella tienen lo suyo menos yo. ¡No es nada justo!

Escena 3

  • Cariño, ¿te acuerdas del otro día, cuando viniste contando que una niebla densa había rodeado el ayuntamiento y que había mutado a todos?
  • Sí, Clara.
  • ¿Recuerdas que esa misma noche comenzamos a buscar el niño?
  • Sí, lo recuerdo perfectamente.
  • Pues…
  • ¿Pues?
  • ¡Juanjo, estoy embarazada!
  • ¿Cómooooor?
  • Mi amor, vamos a tener un bebé.
  • ¡Ostras! ¡No puede ser!
  • ¿Cómo que no puede ser? ¿Quieres que te enseñe el predictor?
  • Pero… ¡esto es una faena!
  • ¿No te alegras?
  • No es eso, mujer…
  • Eres un insensible, Juanjo!
  • No te enfades, Clarita, solo es que… de entre todos los súper poderes, me tenía que tocar éste! ¡Bien podía haberme tocao la visión nocturna, el hiper oído o el aliento glaciar, pero no...
  • ¿Qué tonterías estás diciendo?
  • No son tonterías, amor. ¡Tengo la Súper fertilidad!
  • ¡Eres un monstruo, Juan José!
  • ¡Que no, que no, que no es eso, Clara, de verdad!
  • ¡No me esperaba esto de ti!
  • Pero cariño…
  • ¡Ni cariño ni nada! ¡Me has dado un disgusto terrible!
  • ¡Me voy a dormir! ¡No se te ocurra venir a la cama esta noche!
  • … como quieras, amor.
  • ¡Y no me llames amor! ¡Eres un miserable!
  • ¡Clarita! ¡Clara! Yo…
  • Bueno, pues parece que, para celebrar mi próxima paternidad y mi recién conocido súper poder, esta noche duermo en el sofá.



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