Vida de perros

Villena recupera el pulso

Destacaba en portada nuestra edición en papel que nuestra ciudad retomaba el pulso tras el trasiego veraniego y nuestras fiestas locales, que no es poco. Sobre todo si por trasiego veraniego hablamos de las actividades juveniles, los cursos de la Sede Universitaria, el Casc, el Festival de Títeres, la Semana de Cine, la Fiesta de MQR, la de Túrbula Show, el Festival Leyendas del Rock y el resto de conciertos organizados por la empresa Sufriendo y Gozando en dichas instalaciones: Auryn, Ana y Víctor, Melendi y la primera edición del Festival Rabo de Lagartija. Sobre todo si sumamos el Cross nocturno, las presentaciones de madrinas, la Romería, el Pasacalles y el resto de actividades festeras hasta el día nueve de septiembre.
Villena recupera el pulso después de su exultante actividad estival. Lo hace con el Festival de Folclore, seguido de la Feria de Muestras, la Semana de la Movilidad, el Rabalfest, el inicio de las programaciones del Teatro Chapí y de la Casa de Cultura, del ciclo del Club de Jazz de las Mil pesetas, de la próxima campaña de degustación de tapas y copas, de Artefiesta… Es decir, que Villena recupera el pulso, sí, pero no en un balneario enfundada en un níveo albornoz, desayunando sin prisas antes de encaminarse a una sesión de masaje. Villena recupera un ritmo siempre por encima de las cien pulsaciones. Y es un hecho notable. Porque por el momento Villena no es una ciudad estresada, sino una ciudad activa. Una ciudad enérgica, que rebosa carácter gracias a sus gentes, por supuesto e indiscutiblemente.

Pero, tal y como exponía tan acertadamente aquel spot publicitario: “la potencia sin control no sirve de nada”. Y es que ante semejante aluvión de actividades, ante tal exhibición de potencial, parece que se hacen necesarias unas políticas de ocio y cultura capaces de consensuar unas líneas de trabajo junto a los agentes activos de nuestra ciudad. Porque no se trata tan solo de confeccionar un calendario que consiga evitar que se solapen las actividades programadas. Más bien se trata de avanzar hacia unos objetivos generales en estas áreas; unas metas que permitan trazar líneas de trabajo para alcanzarlas. De modo que en lugar de dar lugar a un crecimiento expansivo e incontrolado de actividades, de ofertas, podamos determinar qué campos, que segmentos de población, quedan excluidos, y podamos complementar en base al desarrollo actual qué actividades formativas pueden ser necesarias, o si existen áreas que puedan descubrirse como yacimientos de empleo en los que merece la pena desde nuestro ayuntamiento apoyar o facilitar su profesionalización.

Resulta un campo bastante estudiado hoy por hoy en el que merece la pena fijar los ojos institucionalmente. Tanto en la previsión de un previsible agotamiento de los agentes culturales de nuestra ciudad, como en cuanto a la apuesta por un crecimiento que nunca es arbitrario, como en la apuesta por el impulso para la creación de empleo en estos sectores.

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