Fuego de virutas

Vuelta al Bucardo

Juguemos hoy con el lenguaje. Al cabo el escribir suele proporcionarnos ese placer del distraerse con las palabras. Sea ahora con dos de los muchos significados que tiene el término "vuelta". Así, respondiendo al título, nos entretendremos sin mentir en cualquiera de los casos. Porque respondiendo al título, por un lado hablaremos de vuelta como retorno y, por otro, también respondiendo al título, hablaremos de una carrera que el pasado diecinueve de agosto ocupó a nuestros amigos del albergue El Último Bucardo; y con ello a Linás de Broto (Huesca).

Una vez más, con mucho gusto, otra vez más desde aquella vez de las Pascuas de las monas en marzo de dos mil ocho, hemos regresado a El Último Bucardo, ese hogar que entre Biescas y Torla lame la carretera. Volver al Bucardo es reencontrarse con muchos amigos que han formado familia. Hay por ahí un árbol "genealógico" que alimenta sus raíces en la amistad y en la que se trenzan ramas nutridas que son las familias de diversos lugares de las diversas Españas que hemos venido visitando el albergue con más o menos frecuencia en estos años de esperanza por una oferta vacacional original. No diremos de turismo alternativo porque se ha abusado tanto del concepto "alternativo" –como sucede igualmente con "sostenible"– que se ha corrompido. Familias/ramas unidas por el tronco común del Bucardo que se alimentan con la savia de los valores de la amistad: sencillez, tolerancia, curiosidad por las cosas del prójimo... En El Último Bucardo, albergue en manos de Encarna, Elena, Amador... tienen la virtud de hacerte sentir como en casa, una casa plena de corazones, abiertos y heterogéneos que nos enriquecen. En El Último Bucardo, albergue que como decíamos en dos mil ocho se publicita como un Trece Rue del Percebe, cada vecino es entrañable en sus peculiaridades. Siendo como es. Un albergue que, además, en estos años se ha alimentado con músicas y poesías de los músicos y poetas que lo frecuentan.

Músicas, poesías... Y siempre barrancos y montañas. Escaladas hacia el cielo y... Escapadas a Fanlo de pizarras y esquistos, donde la terraza de un bar nos muestra sendas de miradores y de paz entre Añisclo y Ordesa. Barrancos donde esta vez, más abajo de las ruinas reconstruyéndose de la ermita de San Pelayo, vimos aquellos buitres, al parecer envenenados, aproximándose; como queriendo apagar una sed que les quemaba.

Música, poesía, barrancos, montañas y... Ahora carreras. La I carrera del Bucardo ha sido un éxito. Incluida en el circuito Trangoworld ha cubierto las expectativas con creces. Y lo mejor: hemos visto una implicación de los vecinos de Linás que emociona. La población se ha sentido partícipe de un acontecimiento que ha alborotado la cotidianidad sin alterar los aires tranquilos de estas geografías de paz. Acaso por un día, por el trasiego que exige el atender a ochenta y tres corredores, el público, organizadores, setenta y seis voluntarios...

Si nuestra admiración por el atletismo es grande, aún se acrecienta cuando observamos a los atletas superar los desniveles titánicos de las montañas. Tras el esfuerzo –veintidós kilómetros, subida al Pilupín (2.007 m.) incluida–, el abrazo de unos paisanos que se entregaron haciendo hospitalidad y consiguiendo que la experiencia sirva para comprometer en lo sucesivo la carrera. Prueba que, consolidándose, será otra razón más para visitar El Último Bucardo y Linás de Broto y disfrutar de una vacación entre gentes que contagian pasiones por la montaña, por la fotografía, por el deporte, por la música, por la poesía... Por la amistad. Desde las libertades que enseñan esos riachuelos que, aun la sequía, cantan y encantan.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba