Sociedad

Y que cumplas muchos más… (EPDV se reúne con sus colaboradores para celebrar su segundo cumpleaños)

Estaba pendiente. Y aunque se demoró algo en el tiempo, ya que la fecha en que debía celebrarse tan magno evento coincidió con la celebración de la Feria del Campo, finalmente pudimos reunir alrededor de una mesa a todos nuestr@s colaboradores para celebrar junto a ellos nuestro segundo aniversario.
No estuvieron todos los que son, pero sí son todos los que están en la foto. A falta del señor Observador, la enigmática Rosa L. Avantis, el recién llegado Prometeo, Francisco J. Ortiz y nuestro diseñador de cabecera, Pablo Domene, a quienes sin duda echamos mucho de menos durante la comida y la eterna sobremesa posterior, ya que debido a compromisos adquiridos anteriormente no pudieron estar presentes (tampoco AFD y Ángel Simón, que a pesar de no “ejercer” siguen estando en nuestros pensamientos), el resto de la “banda” nos juntamos el sábado para compartir una agradable jornada gastronómica (y en algunos casos un poquito etílica) a caballo entre el restaurante La Espuela –impresionantes sus arroces– y el Bar-Galería Experimental El Túnel, donde, además de disfrutar de no pocos “espirituosos”, pudimos apreciar la exposición de acuarelas recién inaugurada de Miguel Vinader.

Así, Mateo Marco, Andre Estevan, Isabel M. Forte, Andrés Leal, Raúl Domene, Miche, Carlos Camañes (que además de nuestro anfitrión en La Espuela es el crítico “titular” de EPDV para música, videojuegos, vino…) y Aure, más María Dolores Martínez –la cara amable de Dosign Comunicación Global, el estudio responsable de nuestro diseño y maquetación–, se unieron a Rosa, Carolina, Sergio, Pepe y quien esto escribe para pasar un buen rato y celebrar juntos lo que en los duros inicios parecía una locura: nuestro segundo aniversario.

Como es habitual en estos casos, no faltaron debates sobre temas políticos de actualidad, pullas más o menos soterradas entre colegas y, sobre todo, mucho humor, amén de esas anécdotas tan curiosas que sólo pueden surgir cuando se junta un grupo tan heterogéneo de personas. Valga como ejemplo ésta: a estas alturas, nadie se explica cómo es posible que, en el corto trayecto que va desde el pub JJ hasta La Espuela, Mateo Marco pueda recibir por la calle un artilugio musical nepalí y un extenso texto sobre la historia de la Falange en Villena, así, como si nada.

Como mal menor, nos queda un consuelo: tenemos dos meses, hasta la comida de Navidad, para desvelar el misterio.

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