Apaga y vámonos

Ya tenemos piscina

Villena está de enhorabuena, señora. Por fin, después de años de reclamación ciudadana y un injustificable retraso por parte de nuestros representantes políticos, el pasado 26 de noviembre se hizo realidad el sueño, y muchos de nosotros pudimos asistir a la inauguración y puesta en funcionamiento de unas instalaciones sencillamente espectaculares, a las que no resta ni un ápice de importancia que durante los preceptivos discursos inaugurales los participantes se empeñaran en ubicarnos en la vecina comunidad de Castilla La Mancha.
Y es que los adjetivos se agotan para describir la infraestructura deportiva recién inaugurada en la Zona Oeste de nuestra ciudad, pasado el santuario de Nuestra Sra. de Gracia y junto al Paseo Luis Golf. Un gran centro multifuncional que alberga una zona de playa con dos piscinas –una de 25 por 12 metros y otra de 12 por 6–, dos jacuzzi, una sala Fitness totalmente equipada y cuatro salas para actividades en seco, además de sauna finlandesa, terma romana, cabinas de hidromasaje, zona de cafetería y una zona de ludoteca para los más pequeños. Y todo con unos costes más que aceptables, puesto que los abonos oscilan entre los 30 y los 15 euros mensuales, no los 45 euros del ala que se habían propuesto para la Zona Centro.

De este modo, y gracias a la proliferación de infraestructuras, los ciudadanos de Villena ven incrementada sobremanera su calidad de vida, dado que se abre para todos ellos un amplio abanico de actividades lúdico-deportivas que contribuyen a nuestro crecimiento personal y colectivo. Sin ir más lejos, tras hacer unos largos y relajarnos en la sauna o las termas, no tenemos más que subir al coche, tomar la circunvalación norte –que algunos exagerados llaman autovía– y desplazarnos en apenas unos minutos a la Zona Este, donde podremos disfrutar de vistosos centros y galerías comerciales, elegir qué película vemos en las 20 salas de cine concentradas en apenas unos metros a la redonda y hasta encontrar restaurantes para todos los gustos, puesto que la variedad no tiene fin: mexicano, italiano, brasería, pizzería, hamburguesería, tapas… hasta un McAuto, que no se diga.

Eso sí, nunca estaremos lo suficientemente agradecidos a nuestros gobernantes, que en un alarde de planificación e inteligencia política han dispuesto en las inmediaciones de tanto dispensador de colesterol un amplio hospital, que no sea que nos dé un jamacuco en plena ingesta y nos toque salir de carreras. Y aún hay más: mientras nos dan las pertinentes descargas con el desfibrilador, nuestros familiares pueden ir adelantando faena –tramitando la baja temporal o la pensión de viudedad– en la Tesorería de la Seguridad Social, que nos pilla a un paso. ¡Esto es Europa, amigos!

Aunque más que Europa, esto podría llegar a ser Jauja. Sólo falta que los responsables de la Zona Centro se pongan las pilas y copien a sus homólogos de la periferia, porque no es de recibo que, mientras en Norte, Sur, Este y Oeste disponemos de cines, hospitales, piscinas, centros comerciales, oficinas de la Administración y todos los servicios propios de una sociedad moderna, la Zona Centro sea un triste páramo donde el único cine da grima, el hospital parece de Playmobil, la piscina es privada, el centro comercial ni está ni se le espera, la representación de la administración es ridícula y los servicios son propios de un capítulo de Cuéntame. Y conste en acta que no he hablado ni de trenes ni de vías de ni de barreras porque no me queda espacio.

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