Zona catastrófica
En un santiamén el bancal quedó desolado como si lo hubiera atravesado en estampida una manada de búfalos
Aquella tarde oscura, regresando de la huerta a la ciudad, entrando en la población con la parsimonia que procura el viajar en un carro de varas tirado por una mula, íbamos observando el desastre provocado por el pedrisco.
Granizo acumulado en los alcorques y en las esquinas de algunas calles, ramas de árboles tronchadas, persianas agujereadas como avisperos. Regresábamos hundidos observando todo lentamente, con el peso de la lástima por lo vivido en el campo, por lo perdido en el campo. Mi abuelo y Toni, Toni y mi abuelo en silencio, silencio roto esporádicamente por las voces de instrucción a la mula, voces que resonaban un eco plomizo. Los tres subidos en aquel carro vacío de pan porque toda la cosecha que íbamos a recolectar aquella tarde, una cosecha de calabazas cabello de ángel, se había perdido acribillada. Aún nos duraba el miedo vivido a la intemperie. Y el frío. Suerte aquella pequeña casa que nos sirvió de refugio. A los tres y a la mula. Allí supe que los hombres mayores también lloran.
Nos referimos a la tormenta que vivimos a finales de agosto de 1976. Martes veinticuatro. A la pedreguera que apuntamos cuando escribimos "Decano" en homenaje a Pepe Pastillo. La catástrofe se veía venir. Por donde Caudete avanzaba un cielo negro como el tizón. Rayos y... Piedras. En un santiamén el bancal quedó desolado como si lo hubiera atravesado en estampida una manada de búfalos. Pronto, periódicos de toda España informaron del estrago. El veintisiete de agosto, el periódico castellonense Mediterráneo –que aún conservaba en su cabecera el yugo y las flechas– titulaba: "Importantes daños por el pedrisco en Villena"; y el Diario de Burgos glosaba: "Más de mil millones de pérdidas por el pedrisco, en Villena".
Ambas publicaciones recogían la misma información proporcionada por la agencia Cifra: que unas cien mil hectáreas habían quedado arrasadas y que las pérdidas sobrepasaban los mil millones de pesetas. Que sólo en manzana se estimaba una pérdida de cuarenta millones de kilos y que de las vides no quedaba más que las cepas. Que el daño en manzanos y viñedos había sido tanto que se daba por perdida la cosecha del 77 y posiblemente la del 78. Que otros cultivos afectados fueron la almendra, la aceituna, el maíz y hortalizas. "Los agricultores lloran y con razón", afirmaban, dando por terminada la campaña de recolección y amenazando el paro en el sector. Concluían que se esperaba la visita del ministro de Agricultura para declarar zona catastrófica y tramitar préstamos a fondo perdido.
Un día antes, también Diario de Burgos, pero atendiendo lo remitido por Logos, comunicaba sirviendo de titular que en Villena había quedado arrasada la cosecha de manzana. La noticia añadía una preocupación de entonces, la de la mala comercialización del producto. Alguna temporada los agricultores habían regalado la fruta o la habían arrojado a vertederos.
Cerraba la noticia informando de que el gobernador civil de la provincia, acompañado por el presidente de la Cámara Oficial Sindical Agraria, se habían trasladado a la población "para conocer sobre el terreno los daños causados por la tormenta y cambiar impresiones con los agricultores a fin de buscar una solución al problema". El gobernador dijo que para informar de las pérdidas, evaluadas en unos dos mil millones de pesetas, había intentado contactar con el presidente del Gobierno y que, en su ausencia, había hablado con el subsecretario de presidencia.
El presidente ausente era Adolfo Suárez, recién llegado al cargo para sustituir a un Carlos Arias Navarro desbordado por los acontecimientos. Cayendo otra pedreguera sobre la casa Real por el nombramiento de un inesperado.
Iba de Caudete al Collao .Ese pedrisco me dejó el techo de loneta del Citroën 2CV como un colador , caían piedras como huevos de gallina. Iba con mi Tío Chavo y nos tuvimos que meter debajo de un olmo en La Torrecica , nos calamos pero lo peor fue e susto .
Estimado Paco:
Tu testimonio se suma a mi testimonio.
Un honor.
Desde el aprecio que te tiene mi familia, me consta que tu Citroën 2CV tiene más historia y anécdotas que el Dos Caballos de «La balsa de piedra» de Saramago.
Saludos.