Vida de perros

Zona Cero (Uno)

Cierto es que si alguien se atreviera a determinar cuál es en estos momentos la zona crítica en nuestro municipio se encontraría con un tremendo problema. Son tantos los frentes abiertos que resultaría difícil decidirse. Las vías, las acequias, la Avenida de la Constitución, las inundaciones en la calle Gil Osorio o en los bungalows del Grec, la parte alta del Rabal, el Barrio San Francisco, los accesos de la Alta Velocidad, la zona del barrio de Las Cruces, los parajes de los Cabezos afectados por la plaga de conejos y la plaga de basura… Demasiados frentes, digo, y más que podrían ustedes sumar posiblemente.
Pero como no se puede abarcar todo, al menos yo desde este pequeño espacio semanal, termino por centrarme por el momento en el barrio donde vivo: las Cruces. Y al hilo de esta zona tendré que hacerme eco, queridas personas, de las críticas que el vecindario ha levantado acerca de la actuación en la Pinada Galbis. Un terreno colindante al colegio Joaquín María López que se adecuó –sin prisas electoralistas, claro estᖠpara convertirlo en una zona de ocio destinado a la juventud villenera, aunque no exclusivamente. Allí, gracias a la concesión de una ayuda económica se intervino sobre el terreno –una pinada en pendiente– para transformarlo en unas plataformas escalonadas (que por cierto ya han mostrado algunas deficiencias en sus estructuras contenedoras, tal y como se informó en este medio) donde se situaron bancos y estructuras para la práctica de acrobacias sobre ruedas (un skatepark, vamos). El caso es que dejando a un lado tanto los pequeños actos vandálicos sufridos por las instalaciones: pintadas, rotura de la fuente de agua…; y dejando también a un lado el deterioro que muestra la pinada que rodea la zona como respuesta a los daños sufridos (posiblemente en sus raíces, aventuro), que se deja ver a simple vista en las ramas secas y el aspecto de los pinos; dejando a un lado esto, nos encontramos con la queja vecinal referida a los molestos ruidos que genera la zona debidos a la falta de control sobre el horario de utilización de las instalaciones.

Un problema que, me parece recordar, aunque puede que lo haya soñado, se pensó solucionar mediante el corte de luz a partir de determinadas horas del día (medida rápida y económica que de haberse llevado a cabo no ha obtenido los resultados deseados). Otra solución es, claro, enviar una patrulla de policía municipal que se ocupe de “cerrar” el espacio y de hacer un par de rondas a partir de la hora de “cierre” para asegurarse que nadie ocupa este espacio abierto. Más trabajo para nuestro cuerpo de seguridad que además debería de pasar del aviso a la advertencia y de ahí a la multa, algo que no me resulta particularmente ni acertado, ni útil, ni edificante.

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