De recuerdos y lunas

¡Agua va!

Doña Vicenta Tortosa Urrea, a la sazón alcaldesa de Villena, y apoyando el nuevo trazado del Júcar-Vinalopó, el trazado de la podredumbre, ha cambiado una cantimplora por un orinal. Ya lo hizo en julio del presente cuando, en pleno, con su voto de calidad apostó por un agua que no la tiene, la del azud de la Marquesa. El azud, esa zafa donde se mueren los peces que decíamos ayer. Sí, la alcaldesa de Villena ha cambiado el botijo por el orinal y, camino de Bruselas para que le subvencionen el trueque de recipientes, ha gritado a la ciudadanía: ¡Agua va! Aligerando así de menores y mayores la bacinilla para que le dejen traspasar las fronteras y no le digan que no es limpia. ¡Agua va! sobre las calles y los jardines de la población. Agua que son herrumbres –u orines políticos– sobre el alma de un pueblo.

Porque el agua del azud, como el agua de la canción de Toreros Muertos, canción que es lección de Naturales pasada de cañas, es "agüita amarilla" con la que "tu madre lava". Agüita amarilla: La que "moja a las calles", la que "moja a tu padre", la que "moja el patio del colegio", la que "moja el ayuntamiento", la... la-laralá. Agüita amarilla que nos va a traer la alcaldesa del azud de la Marquesa. Pero, primero, para traerla, hay que ir a Bruselas, una de esas capitales de los eurócratas, a pedir euros. Y Vicenta Tortosa Urrea, a la sazón alcaldesa de Villena, al grito de ¡agua va! ha vaciado sobre las calles, parques y jardines de su ciudad el orinal, para usarlo como cepillo en Bruselas, donde las coles. Para que se lo llenen de euros europeos y pagarle el agua podrida a Marugán el mentiroso. Y cuando le preguntan a Tortosa el porqué y el para qué se va a Bruselas, responde que va a pedir financiación para el trasvase que ha aprobado el gobierno español. No otro. Pareciéndole el no hacerlo, o hacer lo contrario, una barbaridad. Ella no lo dice. Y no será por remilgos. Pero el que hace lo contrario es mi amigo Andrés Martínez Espinosa –por sapiencia y honores Señor del Agua– que ha escrito una carta clara a los viajeros –porque en el toque a rebato de Rodríguez Zapatero o Narbona o Pla, la de Villena no va sola– para descubrirles incongruencias entre el ayer y el hoy. Porque, por ejemplo, en julio de 2005 nuestra primera autoridad se felicitaba del agua procedente de Cortes de Pallás. Que es agua verdadera: incolora, inodora e insípida. Y, también por ejemplo, en septiembre de 2005, muy pascueros, los del PSOE villenero se manifestaron en Alicante. En aquella de después de fiestas que gritamos por un trasvase digno. Cierto es que aquí ya se les notó un poco amagados. Pero pensábamos que se escondían para no quitar protagonismo a los convocantes. No como otros. Pero ahora, vistos los hechos e intenciones, nos parece que no. Que más que por humildad o por cansancio de las fiestas, en la manifestación de Alicante se hacían remolones por la cosa de la foto y el moverse que dicen que dijo una vez Alfonso Guerra para recordar, con esas frases ocurrentes de Guerra, la obediencia al partido.

La alcaldesa de Villena, haciendo comparsa con otros, dicen que se ha ido a Bruselas a pedir dinero para el nuevo trazado del Júcar-Vinalopó. Para traer agua. Pero las aguas de Cullera, las del azud de la Marquesa, son aguas menores y mayores putrefactas que nos envenenarán al grito antiguo, y alerta, de ¡agua va!

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