Medio Ambiente

Aprobado el plan de puesta en carga de la balsa de San Diego que recibirá el agua del Júcar-Vinalopó

La balsa de San Diego, ubicada entre los términos municipales de La Font de la Figuera (Valencia) y Villena (Alicante), es el punto final del trasvase Júcar-Vinalopó. En ella se pueden almacenar más de 20 millones de m³ de aguas superficiales procedentes del curso bajo del río Júcar, agua suficiente para regar 10.000 hectáreas de cultivo. Y lo que es más importante, en épocas de bonanza hídrica, San Diego podrá llenarse hasta 4 veces al año.
La balsa tiene unas dimensiones tan extraordinarias que fue clasificada como Presa de Categoría A por la Dirección General de Obras Hidráulicas del Ministerio de Medio Ambiente. Su perímetro supera los 4 kilómetros de longitud; presenta una altura máxima de 35,2 metros al pie de talud y de 38,5 metros sobre el eje de los cimientos; el ancho de coronación tiene 7,5 metros y el ancho de base de talud llega a alcanzar en algunos puntos los 200 metros. El agua almacenada, en su cota máxima, tendrá 22 metros de profundidad, es decir, cubriría un edificio de 7 plantas. El vaso de la balsa tiene una superficie de 800.000 m², equivalente a 80 campos de fútbol. Cuando la lámina de agua alcance su cota máxima esa superficie equivaldrá a 115 campos de fútbol (1.150.000 m²).

En marzo de 2009 la Dirección General del Agua del Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, aprobaba el Plan de Emergencia de la balsa, y el pasado 1 de febrero la misma Dirección General notificaba a la sociedad estatal Aguas del Júcar, S.A. (acuaJúcar), la aprobación del Plan de Puesta en Carga de la balsa de San Diego, al cumplir éste con todos los requisitos establecidos por el Reglamento Técnico sobre Seguridad de Presas y Embalses.

El primer llenado, en 4 etapas
El mencionado Plan establece el tiempo estimado de puesta en carga de la balsa de San Diego en 186 días, calculando una aportación media diaria de 0,31 hm³, con un caudal de 3,6 m³/s circulando por la conducción Júcar-Vinalopó. Tanto por altura como por capacidad de embalse, se considera oportuno que el llenado se realice secuencialmente respetando cuatro escalones de carga hasta alcanzar su nivel máximo de almacenaje. Se recomienda que el tiempo de permanencia en el umbral superior de cada escalón no sea inferior a un mes. En cada escalón de carga se definen las correspondientes velocidades de llenado para poder asegurar la estabilidad de las cimentaciones y las laderas del vaso, pudiendo realizarse vaciados parciales para acomodarse en lo posible a la velocidad de llenado establecida.

El vaciado de la balsa de San Diego se hace a través de la conducción principal hacia la Central de Alorines (Villena). El flujo de agua por esta conducción, de 1.900 mm de diámetro, puede interrumpirse en cualquier momento desde la Sala de Control de la balsa. Esta función es de vital importancia en caso de emergencia para poder disponer de la máxima capacidad de desagüe. Se dispone, para ello, de dos válvulas motorizadas de mariposa, también de 1.900 mm de diámetro, una de cierre y otra de guarda, situadas aguas arriba de la derivación de la balsa.

El Plan establece también que durante el primer llenado de la balsa se mantendrá una lectura intensiva de todos sus elementos de auscultación, lo que implica una toma de datos diaria para la inspección visual, control de presión, control de filtraciones, desplazamiento en cuerpo de balsa y cimiento, nivel del embalse, caudales y variables meteorológicas. De forma ocasional se realizará también nivelación de precisión, estudios de posibles movimientos sísmicos mediante acelerógrafos, así como inspección visual de válvulas y compuertas. Se establecen tres niveles de control de la evolución de la balsa en función de los datos registrados y la observación periódica: normalidad, alerta y alarma. Cada nivel conlleva la aplicación de diferentes medidas de control y seguridad.

En su informe, los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino consideran adecuado el diseño de los escalones de llenado con sus velocidades correspondientes; reconocen que el plan de comprobaciones y observaciones dispone de los datos suficientes para realizar un correcto control estructural y de cimentación, y que los elementos de desagüe tienen suficiente capacidad para controlar el llenado y actuar oportunamente, vaciando el embalse en caso de que suceda cualquier incidente. Considerando el gran volumen de agua embalsada, recomiendan, eso sí, que se extremen las precauciones tanto en el llenado como en el vaciado de la balsa, realizando una intensa auscultación, sobre todo en lo referente a medición de filtraciones y detección visual de humedades en el parámetro y su entorno.

La balsa de San Diego forma parte del tramo VII de la conducción, ejecutado por Sacyr y Cleop, con un presupuesto de construcción de 40 millones de euros. El Júcar-Vinalopó es una infraestructura que ejecuta el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, a través de la sociedad estatal Aguas del Júcar, S.A. (acuaJúcar), cuyo principal objetivo es recuperar los acuíferos sobre-explotados del Vinalopó, respetando los derechos de los usuarios del Júcar y las condiciones ambientales del río y la Albufera, tal y como exige la UE. Se trata de una infraestructura estratégica para la Comunitat Valenciana, y muy especialmente para la provincia de Alicante, cuya inversión supera los 320 millones de euros. El trasvase cuenta además con el respaldo de la Comisión Europea que financia el proyecto con 120 millones de euros.

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