Campaña sobre campaña
Una reflexión de Tony Piojo sobre la doble cita electoral de las próximas semanas
¿No queríais caldo?… Toma, ¡dos tazas! Queda comprobado como los presupuestos del 2019 se han ido al peo por obra y gracia de quienes han tenido la sartén por el mango durante esta minilegislatura –los independentistas–, puesto que se los han pasado por el mismísimo forro.
Va ahora el jenares este del presidente del Gobierno, y haciendo caso tardío a aquellos que le exigían ir a las urnas ya, convoca los comicios para el 28 abril. Sumándose a ellas, así como de chiripa, el Consell valenciano emplaza las elecciones autonómicas para el mismo día, intentando así acercar a su sardina el posible tirón del partido a nivel nacional. Con su pan se lo coma. Si a todo este tinglao añadimos que este año ya era electoral con las municipales, europeas y algunas autonómicas, la cosa va a traer tela, y no poca.
Sí, va a traerla, pues los partidos comenzarán con las pre-campañas, luego las campañas y demás comeduras de tarro (llámeseles debates), más plomizo todo que un nota contando historias de “su” mili. La comparación puede parecer estúpida, y sin embargo, lo es.
Contando con que en las de abril la campaña electoral cae dentro de la Semana Santa. Por un lado, tendremos a los Nazarenos con su movida anual: cornetas, tambores y bombos entonando, como siempre, sus cargantes y monótonos toques. No sería de extrañar entonces ver a algún candidato haciendo el ‘ridi’ orando en un mitin con un capirote en la cabeza. Con tal de dárselas de enrolladetes cualquier gilipollez es válida. Y, si no procede, siempre les quedará ir a los mercados a besar niños y de paso a los jamones que haya al lado. Tratarán de convencer a los presuntos votantes de que todo cuanto prometen (cosa fácil de hacer y de difícil cumplimiento) va a misa, para algo es Semana Santa, y lo van a cumplir a rajatabla. Si alguien no se ha carcajeado todavía, que lo haga ahora o calle para los restos.
Para las de mayo más de lo mismo, con la salvedad de que en estas no harán falta los capirotes, aunque algo encontraran los disertantes para hacer el bufo, y si no, al tiempo. En esta edición llenaremos de dos a tres urnas, según comunidades, y nos quedaremos tan campantes contemplando cual lelos cómo una vez elegidos les seremos menos útiles que una zambomba para un manco.
Y como supongo que de muestra este botón vale un puñao, éste que siempre lo será se pega el bote, así sin más. Lo dicho, no me fastidia ni nada a mí que cada vez que “voto” se me salgan los duros de los bolsillos. Hasta más ver, pues. ¡Au!