Viéndolas pasar

¡Campeones!

Desde luego, no hay mejor terapia contra las frustraciones propias que el poder de autosugestión de uno mismo. La mente humana es capaz de inventarse cualquier cosa con tal de protegerse a sí misma de esa incómoda sensación de desasosiego que produce el fracaso, sea éste en el ámbito que sea de nuestras vidas.
Resulta chocante observar cómo las personas, a pesar de ser conscientes de su incapacidad para realizar determinada actividad todo lo bien que les gustaría, colocan como una pantalla en la que proyectan, al menos en teoría, lo que les gustaría ser capaces pero no son. Pongamos, por ejemplo, cualquier persona que, entradita en años, decide practicar un deporte. Es obvio que el deporte tiene una edad en la que es más fácil la realización de cualquier ejercicio: la capacidad de los más jóvenes para aprender y asimilar dichos ejercicios es infinitamente mayor, por lo general, que la de cualquier cuarentón que empieza. Sin embargo, es frecuente encontrar a personas de esta edad, la mía y mayores, enfundarse la equipación y saltar al campo o a la cancha, convencidos de ser unos Ronaldinhos o Sergios cualquiera.

Y estos, al fin y al cabo, son de los que, por lo menos, lo intentan, porque hay otros que sin moverse de la barra del bar o enganchados a la pantalla del ordenador, la televisión o a la prensa deportiva, se empapan las noticias y la teoría del deporte para dar la sensación de ser muy buenos en eso o en lo otro. Tonterías.

Un servidor es de los que no han practicado deporte nunca. No crean que me siento orgulloso de ello, pero tampoco es que me importe demasiado. De hecho, era de los que se enfundaban un chándal para sentarse ante la tele para ver un partido del Real Madrid, eso sí, bien acompañado de Coca-Cola y muchas cositas para picar. Hasta que descubrí un deporte que parecía hecho a mi medida, el golf, porque mire Ud. que una partida de golf puede durar sobre cinco horas en las que, para empezar, vas en cochecito, puedes fumar tranquilamente, comer lo que te apetezca (la neverita portátil es un gran invento) y encima puedes soltar unas risas con los que te acompañan. ¿Y sabes mucho de golf? No necesito saber más, ni mucho menos demostrarlo. Ni es mi ambición ni mucho menos, mi frustración.

Todo esto viene porque, una vez más, hemos asistido al milagro de la Selección Española de Fútbol. Un equipete de lo más vulgar que, formado por los jugadores que sea, siempre cumple el mismo patrón. Lean la prensa deportiva de estas semanas atrás y verán como en los periódicos se decía esto mismo con otras palabras más correctas políticamente hablando, pero en el fondo, lo mismo. Que si con esta selección no vamos a ningún sitio, que si el seleccionador tal o cual… Lo cierto es que esta panda de chavales multimillonarios precoces ganan una pasta por hacer el ridículo que ni sumando varias vidas la ganaríamos la mayoría de nosotros, pero ahí están, llenando estadios y generando ríos de tinta que, bien aprovechados por los periódicos, generan negocio y, visto desde esa perspectiva, pues no me parece mal del todo que las cosas sean como son.

Lo que me parece de lo más surrealista es que los llamados “medios serios” sean capaces de pasar de esas palabras de frustración y derrota a portadas como las que mostraban en días pasados: “España, favorita para la Eurocopa.” ¡Toma ya! Ni el Ave Fénix, que para mi tiene mucha más credibilidad que esa Selección, es tan rápida renaciendo de sus propias cenizas y es que, puestos a hablar de credibilidad, con titulares así, hasta la Selección me merece más crédito que la prensa.

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