¿Comunismo o libertad? No. Protección de lo público o barra libre
Fácil palabrería que resulta un buen mensaje, ligero de digerir, para quienes requieren slogans sencillos…
Es el lema que utilizó Trump y que, mediante el copia y pega, han adoptado líderes políticos en países americanos, en Europa y, cómo no, en España. Comunismo o Libertad. Fácil palabrería que resulta un buen mensaje, ligero de digerir, para quienes requieren slogans sencillos. Misiva con trampa y que aboca a la confusión, pues apelando al fracaso del comunismo en los países que lo regentaron y lo mantienen, nos advierte que aquí pasará lo mismo si sigue gobernando la izquierda o irrumpe en Madrid. Que viene el lobo.
Y el lobo no viene porque, por lo menos en Europa, nadie, ningún partido político que se declare de izquierdas tiene, ni en sus estatutos ni en sus pretensiones, establecer gobiernos con partidos monocolor y único. La revolución rusa fue en 1917 y los países comunistas instalados tras la II Guerra Mundial se fueron desmantelando, afortunadamente, primero con la caída del Muro de Berlín en 1989 y en 1991 con la desaparición de la poderosa Unión Soviética.
Nadie quiere hoy en Europa recuperar viejas nostalgias porque resultaron un fracaso. Ni la socialdemocracia europea, ni tampoco los partidos de izquierda. Nadie quiere dictaduras, ni las duras ni las blandas, porque la democracia, en pañales todavía en muchos países, costó mucho de conseguir y aun siendo siempre imperfecta, es la voluntad de los pueblos mediante el sufragio en las urnas y esa es la verdadera libertad. Cuando la derecha española señala que la libertad está en peligro miente, porque existe una Constitución promulgada desde el año 1978, cuyos padres fueron democristianos, nacionalistas, partidos procedentes del Movimiento franquista, socialistas y comunistas. Aquellos Pactos de la Moncloa, ante una crisis política, económica, social y amenazada por cantos de sables del ejército, resistió el envite y apostó por unas reformas y transformaciones para instalar un espíritu democrático.
Hoy, Madrid es un referente de importancia capital, porque del resultado de sus elecciones dependerá luego el Gobierno de la Nación. Y el lema de Ayuso, también de Rocío Monasterio, es el mismo: comunismo o libertad. Se juegan mucho ambos bloques y si bien el PP quiere desmarcarse de Vox ocurre lo mismo con el PSOE, que quiere marcar territorio ante Más Madrid y Unidas Podemos. Al final, llegado el caso, todos se necesitan y si Gabilondo ha reculado con Pablo Iglesias cuando le decía que con él no, al final sí. Y si Ayuso no tiene mayoría absoluta buscará la alianza de Monasterio. La política es así. No te quiero, pero mañana te necesito. Y si al final la diferencia es de dos o tres escaños, ahí están las hemerotecas para recordar el Tamayazo de 2003, cuando el PP compró dos votos a dos diputados socialistas y ya se instaló definitivamente. También recientemente en la Región de Murcia con diputados de Ciudadanos y en Madrid con otros tantos de C´s ante una posible moción de censura.
Al final la cuestión es que si falta un pelo para gobernar se compra, se paga, se soluciona la vida a los vendidos y se gobierna por fin. Es lo asqueroso de la política, donde los principios ideológicos son canjeados, no por un plato de lentejas, sino por mariscos, áticos o sueldos en negro. Y si hace falta se pacta con el diablo, como se acusa al Gobierno de aliarse con ERC, PNV o Bildu. ¿Sin mayorías absolutas con quién se va a pactar si no? Imagínense que en las últimas elecciones generales gana el PP que, junto a C´s y Vox, forman un gobierno, pero sin mayoría absoluta. Para gobernar y aprobar unos presupuestos hartamente prorrogados desde la era de Cristóbal Montoro, ¿con quiénes hubiesen pactado? ¿Con el PNV? ¿Con Junts per Cataluña y con Puigdemont en Bruselas? ¿Con ERC? Con quien sea, creánselo. Ya pactó Aznar con PNV y con Convergencia y Unió y nadie se escandalizó. Pero claro, ahora los vascos y catalanes se han hecho independentistas. Pero si no pactan con nadie, vuelta a empezar. Otras elecciones.
El lema engañoso no es comunismo o libertad. Es proteger, blindar, potenciar y mimar el sector público sin menoscabo de los intereses particulares del sector privado. Les pongo un ejemplo que pueden consultar en cualquier página de Internet. Valdebebas es un nuevo barrio de Madrid, situado al norte y en plena construcción. Actualmente viven 25.000 habitantes y su población es de clase media alta, viviendas caras porque los terrenos han sido caldo de cultivo para la especulación inmobiliaria. Llevan reclamando dotaciones públicas hace años: bibliotecas, colegios públicos, institutos públicos, centro de salud, centros deportivos municipales, ampliación de la línea de Metro. Ni una sola dotación pública. Ahora, Ayuso, en plena campaña electoral, dice que ya se ha presupuestado la licitación para la construcción de un colegio concertado.
No es comunismo o libertad. Es la opción de apostar por los servicios públicos, con buena sanidad, dignos colegios, decentes institutos, excelentes centros deportivos y necesarias bibliotecas o preferir dotaciones, mucho antes que las públicas, privadas, aunque sean concertadas. No es comunismo o libertad lo que está en juego. Lo que está en el aire y pendiente de un hilo es en qué se gasta el dinero público y sus preferencias. Las de Ayuso y Monasterio ya las sé. Que no nos engañen con comunismo o libertad. Que digan, y si no le dicen investiguen ustedes que, en el fondo, o al otro lado de la orilla, está en juego la defensa del sector público o la barra libre.
Para este artículo he elegido el tema musical “Grándola, Vila Morena”, del compositor portugués José Alfonso y que fue el lema de la Revolución de los Claveles en Portugal, marzo de 1974.