De recuerdos y lunas

Criaturas

Cierta prensa echó chispas con la pretensión del Ministerio de Sanidad de Trinidad Jiménez para, en aras de la igualdad –aquí los ecos de Aído– llamar "criaturas" a los recién nacidos o recién nacidas. Y ahora va a resultar que Villena estaba en la vanguardia contra el sexismo porque en Villena le hemos dicho siempre criaturas a los bebés o neonatos. También a gente de más edad.

"Creatura" o "criatura", como "crío" o "cría", son frecuentes en el habla local. En el "Diccionario villenero", D. José María Soler matiza no obstante para "crío, cría" que cabe aplicar la terminación masculina a las hembras pudiendo decir "Fulana es un crío". Pero aquí veo yo el uso de crío para referirnos a alguien que es como infantil, como persona inmadura. Como mañaco. Lo de "criatura" lo utilizó con mucho cariño José Guillén Hernández en lo que titulamos "Estampas villeneras". Precisamente lo utiliza en uno de los capítulos del libro más emotivos. En el de "Miguelico". Por su parte, José María Vela Urrea en su "Así se habló en Murcia" –un magnífico diccionario en dos tomos que debo a la generosidad del oriolano Manuel Fructuoso– recoge la expresión "criaturiquia" como diminutivo de "criatura". La recoge tomándola de la primera serie de "Vida huertana" de Luis Orts González, compilación de artículos de costumbres de 1908. En el Alto Vinalopó lo de "criaturiquia" nos suena con muchos ecos yeclanos.

Entre mis compañeros de trabajo llama la atención mi uso de "criatura" y, aún más, el de "paloma". Así como suena o con el diminutivo "palomica". Que Soler no la recoge en el "Diccionario villenero" quizás porque la segunda acepción de la RAE la trae como significante de "persona de genio apacible y quieto". Ya sabemos que en Villena lo de "paloma" o "palomica" se utiliza sin distinción de sexo. Mientras "palomo" puede tener un significado comprometido, "paloma" nos sirve para dirigirnos con dulzura a un niño o a una niña. A mí me encanta: —Palomica, ¿cómo estás?... ¿Te lo estás pasando bien?... ¿Estás agustico?...— podemos escuchar con afecto aún en nuestras calles. Y "paloma" lo utilizó Miguel Hernández en algunas cartas para dirigirse con cariño a su mujer Josefina Manresa.

Al respecto de "paloma" me contaron una vez que un villenero en Alicante, tomando cañas con unos amigos en la barra de un bar, cuando el camarero les solicitó si deseaban alguna cosas más, este villenero le dijo espontánea y cordialmente: —Ponme una caña, paloma.— Y espontáneamente pero dolido, malhumorado y con muy mala leche, el camarero –que lo de "paloma" debió sonarle a cachondeo e insulto– le espetó: —Paloma será tu padre.— Esto nos lleva a hablar sobre los contextos. En ocasiones regionales, en ocasiones coyunturales. "Capullo", por ejemplo, en Andalucía tiene un significado tierno y amigable. Por aquí es insulto porque un "capullo" es alguien que nos jode. Y más complicado están los contextos coyunturales derivados de los tonos porque no es lo mismo decir a uno "¡Qué cabrón que eres!", cuando lo decimos con tono sonriente echando el brazo por su hombro e incluso dándole palmaditas, que cuando lo decimos con ira, con rotundidad: ¡Cabrón! ¡Eres un cabrón! ¡Un auténtico cabrón!

Me suena que hay por ahí un anuncio que utiliza más finamente y con ingenio matices de este tipo. Santiago González en El Mundo (30.09.2009) recordaba que Antonio Burgos escribió en Triunfo un diccionario sevillano-español en el que había dos voces singulares: Una, "hijoputa"; que venía a ser sinónimo de mala persona. Otra, "hijo de la gran puta" utilizada con cariño para saludar a algún amigo.

Complejidades y... Criaturas del habla.

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