El Diván de Juan José Torres

Crónicas municipales con banderillas y estocadas

Estando yo ni más tranquilo escribiendo la columna para EPdV me interrumpe mi querida esposa y me requiere raudo para la TV, comentándome a la carrera que “el guardia se está llevando a Adela Serra del Pleno”. Absorto como un imbécil contemplo la escena, tan absurda y barriobajera, que finaliza con una bajada del telón: se van los artistas, se apea el público y acaba la peli. Ruborizado por la kafkiana escena, nunca antes había ocurrido, y suspendido mi artículo casi terminado me recojo de nuevo en mi diván, cierro los ojos, hago como que medito y me recreo en este cuento que no es más que una vieja pesadilla.
Manolo Catalán, una institución de la casa y como Maestro de Ceremonias, con una mano en jarras y la otra frotándose las canas, desencajado y con cara de circunstancias, le comenta al policía de turno en el patio: “Tienes que subir y lidiar con una faena. Expulsa a Adela del Salón”. Y responde taquicárdico el policía: “¿Yo? ¡ Si tú eres el taurino!”. Replica Manolo: “Tú, Antonio. Te toca a ti. Lo manda Ella. Dale una estocada a Adela, pero que no se note el pinchazo, que pa eso fue tu jefa”. El caso es que, desalojada, Sergio mira a Carlos, éste a Cate y todos se van. Para mí, y entre sueños, que cometieron un error, pues si Adela requirió de un agente el resto debería haber reclamado uno, por agravio comparativo: trece agentes. Y si no es así, ¡no nos moverán!

Ya es cansino recordar que son veintiún concejales los que conforman el Ayuntamiento y que su voz y su voto vale por igual. El problema es que Celia y sus gregarios no soportan deserciones. Para el pataleo están los juzgados y los tribunales, para dilucidar el transfuguismo. Pero a fecha de hoy el voto de un NA vale lo mismo, tanto como su voz. Por eso, siguiendo con mi congoja, imagino a la alcaldesa con su cara de niña buena y sus ojos vengativos haciendo de Norman en Psicosis: “acercarse a sus rebeldes, mostrar cara de cercanía electoral y… ¡chiss, chiss, chiss, chiss!, acabar con ellos”.

Pero no. No espero semejante disparate. Y siguiendo con lo sueños le evoco a Celia que en el Senado, tanto el griego como el romano, se debatían las cosas hasta lo que hiciera falta y, llegando a acuerdos o no, se discutían las cosas con el sosiego que merece un pueblo. Sin centuriones ni soldados. Que para ser la primera regidora, no la Mayor, debería ser la más inteligente y la mejor dotada en el arte de la paciencia. Pero claro, los malos y saboteadores son los NA, como siempre; la legal oposición les da cobijo y su retirada del Pleno es una conducta inapropiada e inmoral. Pues escúchame Celia Lledó: a los NA no te toca castigarlos por mucho que pienses que lo merecen.

Será el pueblo y su voto quien ponga a cada cual en su sitio, quien, quien valore o desprecie, quien quite o ponga. Mientras tanto cumple con tus obligaciones. Si perdiste la mano izquierda para el tacto utiliza la derecha, que es tu mano buena; pero sin resentimientos ni venganzas. Al final los ajusticiados acabarán siendo tus ciudadanos, si es que sigues haciendo de juez; pues si te pierde la ira y confundes los problemas perderás el norte. Si a los Na no los vas a liquidar como Norman, ¿de qué sirve expulsarlos del Pleno? ¿A quién favorece el escándalo? ¿Quién gana? Que en Pleno hable quien quiera y exprese sus opiniones con respeto y dignidad. Luego decidirán los votos. Así de fácil. El mejor favor a la democracia es aplicarla siempre. ¿O no?

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