Vida de perros

Cuando llega la inspiración

Cada vez que me siento aquí delante intento recordar todo aquello que he ido anotando mentalmente para comentarles a ustedes. Pueden decir, ante mi falta de memoria, que no sería tan importante lo que tenía que comentar o que sería mentira, incluso podrían insinuarme que debería utilizar un bloc de notas donde anotar todas las ideas que surgen, de hecho pasé buena parte del tiempo dedicado a estos menesteres utilizándolo, pero todo se pierde, por inercia o por desgana, o simplemente porque se terminó el cuaderno y nunca compré uno nuevo. Lo que nunca acaba por el momento es esta cita semanal a la que nos vemos comprometidos y, en ocasiones, aunque no lo crean, llega por sorpresa dejándolo a uno de pronto descolocado.
Me pongo a pensar en redactar una columna reflexionando acerca de cómo se hereda el mal uso del lenguaje –expresiones, muletillas– entre quienes hacen uso de los medios de comunicación, más concretamente de la televisión y radio (que la rama del periodismo sabe de sobra cómo limpiar las declaraciones de más de uno para que parezcan literatos y literatas, que nadie se libra). Pensaba entonces en redactar lo que es la columna con temas como de cinturón, temas de botellón, etcétera, vamos, lo que fue la rueda de prensa de Adela Serra –no sirva lo que es el ejemplo para que el resto se escabulla–. Pero parece que todavía no atesoro lo que son ejemplos suficientes para cubrir seiscientas benditas palabras. Así que me tuve que ir a lo que son los foros de noticias de este semanal para volverme loco y no entender nada, ni a nadie, ni a mí mismo. Los foros, queridas personas, ya no son cosa de iniciados, bastan unos cuantos días para entrar a leerlos y perder el argumento, que para más inri se encadena de una noticia a otra arrastrando diversos piques y amores. Los foros dejan a uno más confuso que una editorial del presunto periódico El Mundo.

Pero vayamos al grano, a ver si como decía el difunto Cela: cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando. Y como brindis al autor y para entrar al trapo tomaremos una copa de vino para imbuirnos en el pequeño debate surgido tras el anuncio sobre la unificación de la Feria del Vino con la Feria del Campo (recordemos que no se trata del campo, campo, sino del resultado de unas ingeniosas siglas o viceversa). Para matizar el asunto conviene sacar a relucir aquel año en que se produjo la separación entre la Feria de Artesanía Festera y la del Campo hace pocos años con resultados óptimos para ambas. De ello podríamos deducir que nuestra Feria del Campo puede ser una buena plataforma de prueba de otras ferias que pudieran surgir, de forma que tras un primer tanteo se procediera a un proceso de crecimiento y lanzamiento de la nueva feria. La Feria del Campo, con evidente consolidación, puede ser un buen recipiente donde dejar crecer otras propuestas que más tarde tomarían entidad propia (fechas y espacios). Se trataría entonces de una idea acertada que debemos dejar crecer, sin olvidar otro acierto de quienes comenzaron en esto de las ferias: que la disposición de las diferentes ferias en distintos emplazamientos ayuda al visitante a recorrer nuestra ciudad y a conocer otros emplazamientos. Igualmente fomenta que quienes aquí habitamos nos desplacemos a zonas que debido a nuestro común ajetreo pasamos mucho tiempo sin visitar, que ya es triste aunque cierto. Sea como sea, cualquier iniciativa o modificación debe tener una visión de futuro que no está de más compartir con quienes las disfrutamos y sufrimos. No basta decir qué, es más tranquilizante completar las informaciones con los porqués y para qués.

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