Viéndolas pasar

Diga lo que diga, miente

Y lo diga quien lo diga, también miente. “Miente Valiente” y “Miente Pedrosa”, dos titulares que bien podríamos inscribir en el libro de los despropósitos más llamativos de los políticos locales. Al final, cualquiera que lea la prensa llega a la conclusión de que, sea quien sea quien esté ejerciendo las labores de portavoz del equipo de gobierno, miente. Y por consiguiente, miente el equipo de gobierno.
Esta podría ser una estrategia que pudiera servir para desprestigiar a dicho equipo de gobierno. Si así fuese, es decir, si realmente se trata de una estrategia, habrá que decir entonces y una vez más, que quien así la haya diseñado tiene muy poca visión de conjunto porque no es que el ciudadano llegue a creer que miente quien quiera que sea del equipo de gobierno, sino que por asociación de ideas, concluimos que mienten todos los políticos, sean o no del equipo de gobierno. Y esto, estarán de acuerdo conmigo, no es precisamente lo que más necesita nuestra clase política, siempre bajo la sombra de la sospecha. Más bien al contrario, necesitamos que se inste a la confianza que debemos tener todos en los políticos mientras no demuestren ser acreedores de la duda o de la acusación directa.

Quien diga que miente fulano, debería poder demostrarlo y en caso de no poderlo hacer, dimitir. O algo que sería mucho más fácil para todos, antes de soltar el “titular”, aportar los datos demostrables y decir que el otro está equivocado y sólo en el momento en el que la mentira sea descarada e intencionada, decirlo abiertamente, de forma clara, sin aprovecharse de ríos revueltos.

Unos y otros se escudan en aquello de lo que hemos hablado en otras ocasiones, ese concepto que hemos aceptado no sé por qué y que se viene llamando “Verdad política”, y es que la verdad política no es más que un recurso utilizado por algunos políticos para no decir una verdad completa sino una verdad a medias, la cual siempre resulta ser peor que la peor de las mentiras.

El ciudadano en general está tan cansado de estos titulares que, tal vez la primera vez que lo vio, con Valiente como acusado, pudo dudar por aquello de lo novedoso y lo confuso del tema del pescado, pero que cuando ese mismo titular tuvo su segunda aparición, esta vez con Pedrosa como objetivo, mucha gente esbozó una media sonrisa y pasó de página. Ayer escuché que la Sra. Hernández miente, tampoco me gustó, y aun comprendiendo el contexto en el que se estaba dando semejante acusación, hubiese preferido, como ciudadano, como elector y hasta si me apuran como “no coincidente ideológicamente” con la Sra. Hernández, que se hubiese sustituido “miente” por “no está correctamente informada”, por ejemplo.

Y llámenme tibio, una vez más, que no me ofende ni me molesta. En distintos foros, no sólo digitales, el tema que está sobre la mesa siempre es que el ciudadano desea tener políticos que se dediquen a hacer cosas por la ciudad y no perderse en acusaciones y gruesas palabras que lo único que hacen es, como digo, colocar titulares poco o nada edificantes.

El lenguaje que se emplea por parte de nuestros políticos, en especial cuando tienen la amplificación de los medios de comunicación, tiene una gran importancia, mucha más de la que creemos, y a poco que uno analice ese lenguaje puede llegar a deducir dónde hay argumentos y dónde no. Siendo prácticos, perderse ahora en lo que sucedió hace un año con las basuras es desaprovechar el limitado tiempo que se tiene para resolver los problemas actuales y futuros de la ciudad.

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