De recuerdos y lunas

El caño de la Marquesa

Que la Marquesa está que no caga. Que me han dicho que desde que le han puesto una tubería en los Alhorines de Villena, allende la zafa que dicen Azud suyo, ya se imagina –como si tuviera que ocuparse de montar segunda residencia para el verano– bidés e inodoros y todos los artilugios sanitarios útiles para sus higienes asépticas, incluidas las friegas de su flor. Que se le ha visto pomposa y presumida buscando azulejos en Manises imaginando la envidia comedora de las vecinas cuando les enseñe el baño y la enorme balsa para sus pulcritudes. Pero con sus ilusiones caniculares olvida la Marquesa que una tubería es sólo una tubería. Y que por un caño lo mismo puede discurrir agua de beber que agua bebida. Que por caños corren las aguas que nos hidratan y nos limpian, como por caños corren las aguas excrementicias que hediondas desechamos.

Vamos, que por trasladar un líquido no cambia su composición. Sí, a veces y al transportarse, los vinos. Que se estropean avinagrándose y enturbiándose. Especialmente los puros. Pero volviendo a las aguas del Júcar y porque normalmente por trasvasar un líquido no se transforman sus caracteres, si lo que en el Azud de la Marquesa en Cullera es "verdadero veneno", lo que desde allí se sorba al embalse de San Diego en Villena seguirá siendo "verdadero veneno". Sólo el arte de la demagogia partidista o ese no querer ver pueril de esos avestruces acuáticos que Andre genial ha descubierto entre la fauna política, tan nutrida en su charca de seres de bestiario, puede pretender que donde advertíamos mierda veamos miel, como nuestra Marquesa ilusa, que por el hecho de cambiar de aires y conductos piensa que las aguas residuales de sus lavativas se mejoran.

Habrá por tanto que informar a la señora de que, de no variar las cosas, el líquido conducido a Villena es el mismo líquido que gastó en su palangana de Cullera, tazón nutrido de inmundicias y tanatorio de peces. Pero ella sigue ilusionada pensando que por poner una primera piedra desaparecieron las bacterias coliformes y todas las suciedades que allí se acumulan, incluidos los orines copiosos que decíamos, hace tiempo, de los niños falleros que temen a las mascletás.

Primera piedra reclamada a la perezosa administración autonómica por el gobierno central. Ese gobierno que en los tiempos de Narbona Ruiz, con el beneplácito de sus conmilitones autonómicos, provinciales y municipales, adulteraron el trasvase Júcar-Vinalopó corrompiéndolo al renunciar a las aguas de boca.

Pese a lo dicho, en verdad, a veces hay motivos para creer con esperanza y en sus optimismos higiénicos a nuestra Marquesa. Anuncios de potabilizadoras en el Bajo Júcar y depuradora en Alzira-Carcaixent –sirvan de ejemplo– son realidades que levantan el ánimo del columnista desanimado, quejica y pejigueras sempiterno con las cosas del beber en el Vinalopó. No sólo quejumbroso contra las aguas del Azud desde que se sustituyó –ayer– la toma en Cortes de Pallás, sino desde hace mucho más tiempo –requetetrasanteayer– porque esta pelea es pelea antigua. Hasta secular. Pero igualmente hay motivos para la desesperanza, para los recelos y para no compartir las alegrías de nuestra Marquesa perifollera porque lo de las potabilizadoras en desembocadura ha sido desmentido por la presidencia de la Cuenca Hidrográfica del río hace poco, diciendo Moragues que, de potabilizarse, habría de ser en Villena; desesperanza y recelos porque la depuradora de Alzira-Carcaixent, proyectada en 1994 e inaugurada por el Ministerio en julio de 2007, no ha aguantado la primera crecida del río cuando las lluvias del pasado nueve de octubre. Resultando inútil la obra gubernamental.

Chapuza sobre chapuza.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba