El Diván de Juan José Torres

El Pregón

Ahora que han finalizado las Fiestas, y sin más incidentes de los que siempre afean la convivencia porque hay quienes no saben beber ni comportarse, ahora que la frase más gastada es la obligada “Día Cuatro que Fuera”, ahora que la resaca se ha visto sorprendida por la vuelta a la realidad, es hora de dedicarles unas merecidas felicitaciones a tres personas que han debutado con éxito en nuestras Fiestas y no han deslucido en sus responsabilidades. En primer lugar a Antonio Navajas, Presidente de la Junta Central, en segundo lugar a Patxi Esquembre, alcalde de Villena y, por último, a Antonio Ruescas, reciente pregonero.
A Navajas por haber dado continuidad a unos festejos que han relucido sus excelencias cada uno de los días, si bien no ha podido evitar los parones reiterados que alargan los desfiles innecesariamente. A nuestro alcalde porque una vez fue investido ya comenzó la rumorología mal intencionada, con adivinanzas apocalípticas de que ni habría corrida de toros ni que las Fiestas darían la talla. Pues claro que han estado a la altura, aunque Patxi no haya podido prevenir ni el revolcón del subalterno, ni que una bengala traicionera y para nada patriótica se ensañara con nuestra bandera nacional. Otro año que apunte a la de la UE.

En cuanto al pregonero, no ha sido en esta ocasión ningún político de postín, ni reconocido empresario, ni afamado artista, ni presidente de Diputación, ni Conseller, ni obispo, ni alcalde, ni alcaldesa. Ha recaído el honor en un hombre del pueblo, llano y sin tapujos, campechano y lleno de humanidad, reivindicativo y humilde, sensible y social. Por eso felicito su elección y brindo por su discurso. Anima a que en tiempos de crisis seamos capaces de reinventar negocios que pueden generar las Fiestas.

Reflexiona que en estos espectáculos Patronales, en loor de multitudes, hay que ponerse en la piel del otro y no alterar la accesibilidad de personas con discapacidad física. Pregona que la calle es de todos y para todos, donde conviven personas con distintas creencias políticas o religiosas, donde cada uno tiene su espacio, donde nadie sobra y todos resultamos imprescindibles. Palabras de invitación a la concordia y al espíritu democrático que nada tienen que ver con el irrespetuoso comportamiento de una Presidenta de Comparsa, en la Casa de la Cultura, el día de proclamación del nuevo alcalde. Porque un mandatario de cualquier asociación o cortejo debería saber que entre sus representados los hay de derechas y de izquierdas, heterosexuales y homosexuales, creyentes y ateos, ricos y pobres.

Todos ellos, sean cuales fueran sus opciones y preferencias, deberían estar presididos por gentes cuya personalidad aúne diferencias, respete criterios, haga de la prudencia una virtud y arbitre con sensatez para todos sus asociados, quedando las opiniones íntimas y personales para puertas adentro de su casa. Por tanto el tono y el mensaje de Toni Ruescas en su pregón dan en el clavo del camino que es necesario seguir. Se hará una vereda intransitable si se hace una guerra de una leve discusión, si nuestro propio ombligo es lo más importante del mundo, si se condena al de enfrente aunque tenga razón (o tal vez porque la tenga), si no nos ponemos en el lugar del otro.

Y pasadas las Fiestas y las resacas, con muchos bolsillos empeñados y a bote pronto de todo, acabadas las alhábegas, la pólvora, las músicas a ritmo de pasodoble o marcha mora, concluido el tiempo de sacar pecho y lucir elegancia, devuelta la Patrona a su santa guarida, ¿seguiremos siendo los más lúcidos, lo más de lo más, los de Villena lo mejor? Sinceros deseos que comparto con nuestro pregonero: “Ojalá Villena se llene de esto durante todo el año”. Pues que así sea, si es que tenemos narices y nos ilumina la paciencia.

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