Vida de perros

Feliz año nuevo

En fin. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? Ya pasaron las Fiestas y parece que el mundo comienza a girar. Para quienes hemos estado fuera, imagino que a mí como al resto, la sensación de llegar a otra ciudad y no encontrarla en fiestas nos parecía casi imposible. Y es que hasta tal punto condicionan nuestra vida en Villena que parecen absorber la totalidad del planeta. Pero todo pasa, y lo pasao pasao, y ahora viene lo que viene: para empezar el número 50 del presente diario en tan sólo una semana, y para continuar: el maravilloso mundo de la Champion League de la Política Local: prisas, conclusiones, reproches y promesas –de todo esto vamos a tener hasta caer rendidos–. Aún así, y siendo lo más sencillo, no voy a aprovechar la ocasión para presentar el listado de puntos calientes, algo que me valdría para ir a tomar unas cañas –sin tapa, que ahora que vuelvo de Granada parece que ya me he enterado de qué va el rollo– en lugar de continuar liado con las teclas.
A la espera de que los distintos grupos comiencen a presentar sus listas y sus programas, me dejo también en el tintero lo referente a pichichis y zamoras, los Gasol o los Manuelmartínez, de nuestra política local. Y con todo esto en el cajón no me queda otra que quejarme del reparto de los premios de fiestas, que es lo que escucho en la calle, antes de volver a empezar la próxima semana con todo lo demás. Aunque lo cierto de toda esta palabrería no es otra que la de evitar abrir el archivo que contiene el verdadero artículo de esta semana, y que viendo lo ocurrido con Pepe Rubianes pienso dejar sin abrir. ¿Qué no se han enterado? Pues no me vengan diciendo que es a causa de las fiestas, porque tal escándalo viene arrastrando ya meses desde que el humorista pronunciara aquellas fatídicas frases en relación al Estatut. Y si Leo Bassi ya sufrió por su espectáculo “La Revelación”, y Ramírez de Haro con su pieza “Me cago en Dios”, el caso de Rubianes no tiene nada que ver con “Lorca eran todos”, última propuesta del autor. Este es otro caso: Rubianes ha sido castigado por niño malo a no presentar su obra en el Teatro Español de Madrid. Y sobran las palabras de Gallardón, las de la pobre concejala de Artes Alicia Moreno, las de la presunta dimisión de Mario Gas el actual director, o las del mismo Rubianes. ¡Castigado contra la pared! Al menos hasta que no pida disculpas a todos sus compañeros, a este país al que ha humillado, a ¡España, coño, a España!

Yo me reitero en mi postura: sobran palabras. Sobra hablar de libertad de expresión, sobra hablar de jugadas políticas (que supuestamente dejarían mal a Gallardón), sobra buscar donde no hay. Lo único que quiero entender de todo este asunto es muy sencillo, puesto que la pieza no versa sobre el asunto en discordia: qué culpa tiene el espectáculo de las palabras pronunciadas en televisión por el autor. ¿A quién se castiga? ¿A los tanques y fusiles que se levantaron en Valencia o a las personas que los manejaban? Si yo tuviera que contestar diría: ante tamaña farsa ¡déjenme en paz! No quiero entrar en un juego de maniobras del que –aún como último escalón– no se puede escapar. Lo único que puedo hacer es negarme a presenciar las tontas cortinas de humo, cosa que además tampoco les importa. Las pérdidas son para el objeto, aunque en consecuencia las suframos el resto. Aplicado a esto… ya saben: aplicado a todo.

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