Vida de perros

Fiuuuu… lo que viene

Porque no sólo se trata de esa reforma de la Constitución –que al menos debía ir acompañada de otras también necesarias–, ni de unas elecciones anticipadas que presentan el primer momento democrático donde ningún partido político convence –a quienes el “odio” o la “rabia” digerida a través de los medios de comunicación le permiten coherencia–. Se trata del “¡Qué narices pasa aquí!, del “Esto no es lo que esperaba”, y del “Así no vamos”. Y es que tanto en España, como en Europa como en el Resto del Mundo, la clase política ha dejado de divertirnos con sus juegos de palabras y su juego político. Ahora de la política esperamos protección y soluciones.
Que el 15M no sea una opción, vale, yo (aunque lo crea) tampoco digo que lo sea. Pero que el 15M lucha por el derecho y el deber de estar pendientes de nuestros asuntos, eso sí lo debo subrayar. Que el 15M ha puesto de relieve que no podemos ir a la nuestra mientras confiamos en que quienes han recogido nuestros votos se preocupan de cuidarnos, eso es una evidencia. No porque debamos desconfiar de quienes se dedican al ejercicio de la política –aunque sus actos a lo largo de nuestra breve historia hayan hecho crecer ese recelo; y no sólo sus actos, sino los vergonzosos episodios que hemos tenido que sufrir viéndoles jactarse de sus hechos tras la “bendición” del Poder Judicial, o menospreciando nuestros criterios éticos y cívicos, o tratándonos como seres ignorantes y condenados–. El 15M no sólo se ha propuesto poner las manos en el volante, por supuesto mediante nuestra representación parlamentaria, sino que nos hace tomar conciencia de nuestra responsabilidad en el curso de nuestra historia. Nuestro desentendimiento, nuestra laxa idea de la representabilidad política, nuestra indiferencia, ha dejado campo abierto tanto a mentes vilipendiosas y faltas de escrúpulos como a políticos y políticas que sin presión social se han erigido en pequeñas deidades. Culpa nuestra.

No votéis 15M, porque no existirá. Para mí 15M es el inconveniente de haber nacido, de vivir en sociedad, de tomar las riendas que nos pertenecen en justa medida, y eso hoy sólo puede ser posible con empatía, solidaridad, compromiso y responsabilidad. Por eso en este mismo momento ya está todo puesto en marcha para participar en el movimiento, para seguir informando a toda la población y abriéndole puertas para que pueda participar. No nos jugamos sólo un cambio de Gobierno, nos jugamos tal vez nuestros derechos en Sanidad, Educación, Cultura y Servicios Sociales. Y puede que si estos derechos se ven mermados tras el 20-N encontremos como respuesta que nuestros votos fueron los que apoyaron tales recortes. Viendo las barbas del vecino pelar… es hora de tener miedo y de actuar.

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