De recuerdos y lunas

Fuera de lugar

A mal tiempo, –el de la crisis– buena cara. Pedro Marco me llamó a Orihuela para traerme los almendros en flor. Fue por teléfono. Desde la atalaya de su estudio los estaba viendo y, como buen pintor que es, me los hizo ver. Describiéndomelos con emoción. Ya quisiera yo llevarle desde aquí, más pronto que tarde, con la intensidad que él me ha traído las flores del almendro, el olor del azahar cuando estalle. Nos lo dirán las abejas que locas en su vuelo se estrellarán por ciento contra los parabrisas de los coches. Mejor será que se venga con Leo a comprobarlo. En alguno de mis primeros poemas, que no busco porque me sofoca buscar esas cosas, hablaba de la generosidad del almendro al ofrecer sus flores a las heladas del invierno. Así nuestro corazón frente al desamor.

Entre las cosas que Pedro me cuenta, aparte de la flor del almendro que lo tiene extasiado, me dice que no ve lo de los toros en San Antón. Yo tampoco. Al principio me lo tomo a broma. Una de las suyas. Pero Pedro me dice que es verdad. Yo le digo que hemos perdido el norte. Él está seguro de que lo hemos perdido. Hemos perdido el norte, el sur, el este y el oeste en nuestra Villena de los puntos cardinales.

Entre las revelaciones del caso Malaya se descubrió que en la casa de Juan Antonio Roca, presunto cerebro de la trama de corrupción en el Ayuntamiento de Marbella, había un botijo de Picasso en la balda del televisor. Releyendo las noticias, no nos aclaran si el botijo estaba sobre el televisor –esto es lo que decía claramente el titular de Las Provincias– o si el botijo estaba en la balda del televisor como se dice en la noticia. Si lo primero, que no creo, el televisor tendría que ser televisor de los de antes, de esos que mazacotes venían bien para poner un toro de los que te traían de los bares de carretera o una carmendespaña de esas que también se compraban en los bares de carretera o una botella de resolí reproduciendo las casas colgadas de Cuenca o un conjunto de pinchos de espaditas toledanas... Todo sobre tapete de ganchillo. Todo eso menos una obra de Picasso. Que si fuera televisor de los de ahora, de esos que se pueden colgar con alcayatas como cuadros, no cabe nada. De cualquier modo, lo de Roca parecía un problema de espacio ante el "museo" que acumuló, porque también se le descubrió un cuadro de Joan Miró en el aseo. Otras piezas valiosas artísticamente las tenía escondidas en zulos y falsos trasteros.

En agosto de 2007 en Novelda, el concejal popular Oriental Juan Crespo, por lo visto muy puesto en cocinitas, hizo una paella de arroz y conejo para unos sesenta o setenta comensales en el interior de la ermita del parque de los Dolores, donde los vecinos del barrio de la Vereda guardan la imagen de San Pablo. Y si es verdad que la santa de Ávila advirtió a sus hermanas con aquello de "mirad que entre los pucheros y las ollas anda Dios", la barbacoa que era para músicos en despedida supo a cuerno quemado para el Ayuntamiento gobernado por socialistas y Compromís. El párroco de San Roque, responsable de la ermita, se despachó aduciendo, antes que mala fe, ignorancia. Así sea. El concejal Oriental pidió perdón.

Volviendo a Villena, lo de los toros en San Antón no parece ignorancia y la exposición no es comestible. A no ser que el cocinero sea quien asó la manteca.

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