Abandonad toda esperanza

Garci

Abandonad toda esperanza, salmo 649º
Anteayer miércoles se cumplieron veinticinco años, un cuarto de siglo nada menos, de la emisión del primer programa de ¡Qué grande es el cine! en la segunda cadena de Televisión Española. Poco podíamos imaginar quienes nos sentamos ante el televisor por la noche para ver El buscavidas, esa obra maestra del cine norteamericano dirigida por Robert Rossen y protagonizada por Paul Newman, que en aquel lunes 13 de febrero de 1995 (año en el que se celebraba el centenario del nacimiento del cine) nos estábamos matriculando de forma gratuita en uno de los mejores cursos sobre historia del séptimo arte que hayan existido jamás. Durante sus 476 entregas emitidas a lo largo de once años, el segundo de ellos dedicado en exclusiva al cine español en su correspondiente efeméride, este programa ideado y conducido por José Luis Garci se convirtió en la puerta de acceso de varias generaciones de telespectadores a la cinefilia. Gracias a este espacio, de un reposo al parecer inconcebible hoy para los que dirigen el ente público, algunos descubrimos a cineastas como Dreyer, Mizoguchi o Vigo, redescubrimos a otros muchos como Buñuel, Kubrick o Mankiewicz, y confirmamos a Ford, Hitchcock y Welles como los maestros del celuloide que ya sabíamos que eran. Volvimos a ver Cantando bajo la lluvia, Casablanca o Reservoir Dogs, pero sobre todo nos deslumbraron por vez primera joyas como Ordet, Cuentos de Tokio o Umberto D. Todo ello, de la mano de un equipo de tertulianos fijo liderado por Garci y que integraban también el luego Fiscal General del Estado Eduardo Torres-Dulce, Juan Cobos, Antonio Giménez Rico, Miguel Marías, Juan Tébar, el malogrado Juan Miguel Lamet y un fugaz -y también fallecido ya- Horacio Valcárcel, a los que se les sumaban otros de forma intermitente, para desgranar en un coloquio posterior a la emisión del film las anécdotas de su creación o los secretos del oficio de aquellos que lo habían realizado. En definitiva: un hito en la historia de nuestra televisión cultural (que si se escribiera, me temo tendría muchas menos páginas de las debidas) que, si se lo perdieron en su día o bien quieren recuperarlo, tienen la oportunidad de rescatar en la web de RTVE (véase el enlace abajo), donde cuelgan un programa por semana (sin las películas, por cuestión de derechos; solo las presentaciones previas y las tertulias posteriores). Servidor se los está descargando todos -por fin podré retirar las viejas cintas VHS en las que los grababa religiosamente cada semana-, y mi intención es ir revisándolos en el mismo orden en que fueron emitidos.

Hasta el estreno de ¡Qué grande es el cine!, la cinefilia de su principal responsable era conocida por quienes captaban las referencias más o menos explícitas de sus películas. La más clara al respecto era, por supuesto, Sesión continua, su aportación al peculiar subgénero del cine dentro del cine, con Adolfo Marsillach y Jesús Puente encarnando a dos amigos que si no me falla la memoria ejercían de director y guionista respectivamente. Pero también estaban los ecos del film noir clásico en la soberbia El crack y su secuela, o las alargadas sombras de Bergman y Visconti en la excelente El abuelo. Y todavía hoy, cuando nadie niega su labor de divulgador, sí parece necesario reivindicar todavía su faceta de realizador aunque estemos ante el responsable del primer Oscar para una película española (Volver a empezar), el director del único Emmy a nuestra televisión (La cabina) y el cineasta español más veces nominado a la estatuilla dorada (cuatro ocasiones hasta la fecha). Con este objetivo fue concebido E-Motion Pictures, un volumen colectivo coordinado por Luis Alberto de Cuenca (uno de los que se pasaron habitualmente por el programa de televisión) y destinado a poner las cosas en su sitio. En las páginas de este libro lujosamente editado se suceden los ensayos dedicados a todas las películas que jalonan su filmografía como realizador, sin olvidar sus trabajos como guionista o productor y sus incursiones en la televisión; pero también se incluyen textos sobre otras facetas de su protagonista, un par de entrevistas con él, un álbum fotográfico y hasta una encuesta sobre las películas predilectas de entre las dirigidas por el susodicho; y es que en un libro sobre Garci no podían faltar unos cuantos de esos listados a los que él mismo es tan aficionado. En resumidas cuentas: estamos ante un volumen que, más allá de las filias y fobias particulares de cada uno, nos permitirá acercarnos a partir de ahora al legado artístico de Garci con conocimiento de causa y herramientas de gran utilidad para formarnos un juicio ecuánime al respecto.

Teniendo en cuenta lo decididamente madrileño que es José Luis Garci -por más que no le haga ascos a pasearse a poco que puede por Nueva York o Los Angeles-, parece lógico que sean dos editoriales de la capital las encargadas de devolver su figura a las estanterías de las librerías: y si ha sido Notorious quien se ha ocupado de reivindicar al Garci cineasta, es Reino de Cordelia la que está haciendo lo propio con el Garci escritor: en primer lugar publicó Insert Coin, que ya ha alcanzado su segunda edición y donde el propio autor ha seleccionado veinticinco relatos de entre los muchos que ha venido escribiendo desde comienzos de los años sesenta; el primero de ellos "La Gioconda está triste", que sería la base del mediometraje del llorado Antonio Mercero que triunfó en el Festival de Montecarlo de 1975. En su interior se alternan historias de corte más realista con verdaderos ejercicios de género adscritos a la ciencia ficción o el terror, sin olvidar el inevitable género negro que siempre ha fascinado al autor tanto en la letra impresa como en la gran pantalla; y es que el cine siempre está presente entre los renglones escritos por Garci, aunque estos pertenezcan a textos de ficción.

Más recientemente, la misma editorial ha publicado el también indispensable A este lado del gallinero, una antología de veintiún ensayos breves relacionados de una forma u otra con el séptimo arte, y cuya lectura de seguido puede entenderse como una suerte de "autobiografía menor", en definición del propio autor. Este recorrido arranca con un texto temprano (y brillante) sobre el concepto de lo kitsch, y finaliza con un paseo por la Gran Vía madrileña junto a Nicholas Ray, el director de Rebelde sin causa. Entre uno y otro, y por citar solo algunos: un homenaje a la ciudad de Los Angeles, sendos textos sobre Marilyn Monroe y Deborah Kerr, otros dos sobre Billy Wilder y Fritz Lang, y hasta unas líneas sobre series de televisión... incluida Twin Peaks, para que vean lo diletante que puede llegar a ser quien está a punto de volver a primera plana con la tercera entrega, en este caso precuela, de su saga El crack.

No quiero dar por terminada la columna sin volver a hablar de la divulgación del cine por parte de Garci. Y es que para muchos cinéfilos, entre los que me cuento, fue casi tan fundamental como la emisión de ¡Qué grande es el cine! la publicación de la revista Nickel Odeon por parte de la productora homónima que dirige este hombre de cine, y que hasta su cierre nos dejó treinta y tres números monográficos (de los cuales se van recuperando algunos en formato libro) sobre géneros, cineastas y temas diversos; con algunos hoy tan míticos como los dedicados a Ford o Welles, o al western o la screwball comedy. Precisamente con esta misma orientación divulgativa nacía el año pasado Hatari! Books: parece lógico que sus principales responsables, dos hawksianos irredentos como Garci y Torres-Dulce, hayan elegido un título de ese genio todoterreno que fue Howard Hawks -en este caso, aquella cinta de safaris con John Wayne- para bautizar su nueva editorial. En cambio, para inaugurar su línea de publicaciones han optado por otro maestro del cine del oeste: nada menos que John Ford, del que han rescatado en una preciosa edición revisada y ampliada el imprescindible estudio que le dedicó otro que, como Garci, antes que realizador ya era cinéfilo preclaro. Y es que Peter Bogdanovich, de forma similar a su admirado François Truffaut, fue un estudioso y crítico brillante antes de convertirse en nombre clave de la hornada de directores del llamado New Hollywood. Y fue en un mismo año, 1971, cuando dirigió no solo su film de ficción más importante, La última película, sino también Directed by John Ford; es precisamente de su contacto directo con el realizador de La diligencia y Centauros del desierto con el fin de terminar rodando este documental canónico pese a las reticencias del que iba a ser su protagonista, de donde surge la introducción "Encuentro en Monument Valley" incluida por vez primera en esta versión ampliada. Un volumen, pues, imprescindible para todo cinéfilo que se precie de serlo, de manos de una editorial de la que esperamos siga dándonos alegrías como esta en meses venideros.

PS.- De vez en cuando me acuerdo de que todavía no les he contado, a riesgo de que no me crean, aquella ocasión en la que -henchido de emoción y no sin cierto nerviosismo- fui compañero de tertulia televisiva de José Luis Garci y Eduardo Torres-Dulce. Pero como ya me he extendido bastante, no será hoy... y eso que venía que ni al pelo. Pero les prometo que si nos encontramos por casualidad en un bar, se lo contaré en persona con una cerveza de por medio. Pero sin cigarrillos, que la ley antitabaco no perdona ni a Garci.

E-Motion Pictures. Las películas de J. L. Garci, Insert Coin / A este lado del gallinero. Visiones en Technicolor y CinemaScope y John Ford están editados por Notorious, Reino de Cordelia y Hatari! Books respectivamente.

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