De recuerdos y lunas

Interferencias

Bip-bip... Tui-tui... Rummmm... Rummmm... Lo siento, hijas mías, pero deben ser las interferencias que vuestra madre y yo somos para vosotras. Lo ha denunciado Zapatero, José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España. Y eso es denuncia de mucha autoridad. Entonces... Perdonad que os moleste escribiéndoos ahora que todavía dormís cuando los pájaros eufóricos, clareando el alba, revientan la paz de la mañana. "(...) y silbarán los pájaros –cabrones– / desde los plátanos, mientras que ven volver / la negra humanidad que va a la cama / después de amanecer." Así describió una madrugada el poeta en su "Albada". ¿Resaca?... Amor y ternura ante la intimidación de la rutina.

Perdonad que os moleste pero es ahora, después de varias noches en duermevela tras escuchar al Presidente, cuando necesito inventariar nuestros quehaceres con vosotras para ver si hemos sido –contra vosotras– escollo. Examinando mi conciencia, necesito hacer arqueo de lo que hemos sido y somos... para vosotras. Todo por si cupiera la denuncia.

En los años treinta, en la Unión Soviética, el niño Pável Trofimovich Mórozov –Pavlik Mórozov– con trece años de edad acusó a su padre de alta traición al Estado. Si los testimonios en torno al caso son ciertos, el Estado benefactor de papaíto Stalin condenó al padre de Pavlik a diez años de trabajos forzados a los que al parecer no sobrevivió. En venganza por la delación, los familiares y vecinos habían ajusticiado al niño Pavlik. El Estado protector lo elevó a los altares del comunismo como "glorioso mártir". El Estado dadivoso le levantó estatuas, colegios y grupos juveniles se bautizaron con su nombre y la escuela donde acudía el ejemplar niño fue lugar de peregrinación. Mirad a ver vosotras.

Porque cuando teníais hambre, os dimos de comer. Y de beber cuando teníais sed. Esto más por la noche cuando la oscuridad y el sueño alimentan la pereza de levantarse. También por la noche, cuando os asaltaban las pesadillas acudimos a aventar los monstruos, los animales feos, los señores de negro y los ululadores ángeles falsos. Cuando los dolores en las piernas, os hemos frotado con alcohol o dado algún calmante mágico de caramelo. A pesar de la prevención de las cremas protectoras, tras rebozaros de arenas y sol, os hemos puesto ungüentos hidratantes que os refrescaban la piel como aquellos paños de aceite o vinagre que nos ponían nuestras madres. A falta de calle donde correr, os matriculamos en atletismo y no sé ahora si esto está bien porque correr y saltar os exige esfuerzos. Os hemos llevado a la Escuela y a Inglés para aprender; y a Catequesis para alimentar la fe que, heredada de nuestros padres, queremos también para vosotras. A Teresa la apuntamos al Conservatorio desde donde nos ha traído la voz cálida del violonchelo. Carmen –ahora tengo mis dudas– irá a dibujo porque le gusta pintar. Contra el riesgo de sentir las lindes, hemos ido con vosotras de viaje por casi toda España y por el extranjero. Pendientes están muchos lugares, pero ya no sé si querréis que vayamos juntos. También siento ahora que os hemos retrasado el sueño cuando por la noche leíamos cuentos, poesías y oraciones. Y quizás, hasta os hemos estorbado poniéndoos los nombres con los que os llaman. O cuando traíamos de las moreras de la huerta fructuosa las hojas para vuestros gusanos. O cuando las barras de cereales y miel para el canario Azafrán. ¡Quién sabe cuántas cosas interrumpimos!

Por ello, perdonad igualmente que os bese por las noches y más por las mañanas cuando madrugo antes de que los pájaros... rompan mis tímpanos con sus locos trinos. ¡Interferencias! ¡Interferencias!

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