Vida de perros

Juicios tengas

Pues bien, la Justicia habla y la Justicia dice que las acusaciones vertidas contra el concejal de VCD Juan Richart por la compra de nichos para el cementerio no merecen ser estimadas por la Justicia. Yo que me alegro. Por él y por Villena. Claro que la resolución al respecto hace volver las miradas hacia quienes señalaron reiteradamente el presunto delito tomando cartas en el asunto y condenando públicamente por su cuenta y riesgo. No creo pese al desenlace de acontecimientos que en los próximos días y en algún medio de comunicación encontremos alguna corrección o disculpa, esa es una actitud que parece pertenecer al libro de estilo de este Partido Popular y que se impone desde las más altas esferas al más menudo de los municipios.
Pero resulta que no es la primera vez que vivimos esta situación en Villena: acusaciones infundadas o denuncias en firme desde el Partido Popular a alguna de las personas pertenecientes al Equipo de Gobierno municipal. Acusaciones siempre aireadas insistentemente en radios, prensa y televisión. Acusaciones pendientes de sentencia que se esgrimen como verdades absolutas para desprestigio del vecino o vecina situado en el punto de mira. Acusaciones que, resuelva lo que resuelva la justicia, a veces desgraciadamente se resisten a desaparecer tanto como un feo mote. Acusaciones que abanderan la imprudencia y el desprecio, y que dan muestra de unos intereses desmedidos que están por encima de la convivencia e incluso de la humanidad. Ahí tengo, sin que sirva de precedente, que dar la razón al señor Richart cuando cuestiona el tipo de persona que con tales argucias pretende representar y gestionar nuestro Ayuntamiento. Porque visto lo visto y sin querer dejarme llevar por exageraciones, creo que en lo que a mi vida consciente respecta nunca he vivido un momento más necesitado de prudencia, cuidados y empatía como el que hoy día requiere la ciudadanía por parte de las personas que la representan políticamente.

No está el patio obviamente para tonterías. Ya ha llegado el momento en que ni siquiera aguantamos la historia de “la herencia recibida”. No. No ahora que a la fuerza hemos tenido que remangarnos y apagar la televisión para no sacar la escopeta del armario para lavar la honra que algunas bocazas han mancillado desde los hemiciclos. Ya ha llegado el momento en que dejamos de creer en cualquier cosa que digan. Poco a poco hemos descubierto cómo nos han traicionado. Pero la peor ofensa siempre proviene de lo que tenemos más cerca.

Da igual que tras las europeas comience la carrera por los comicios locales, porque ahora después de todo lo vivido debemos estar alerta sobre el juego sucio, sobre las mentiras, sobre el “todo vale en la guerra y el amor”. Ahora más que nunca deberíamos premiar y castigar pensando únicamente en nuestra Villena. Sin aceptar esos juegos políticos donde hemos participado como idiotas complacientes y que no han servido más que para sembrar malestar y resentimientos.

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