De recuerdos y lunas

La casa sin barrer

En mis visitas veraniegas a Villena he visto al paisanaje perplejo por el guerracivilismo político manifiesto en los plenos y en la calle entre conmilitones. Guerracivilismo que como lucha entre hermanos es enfrentamiento cainita del de siempre. Por poder y cosas. Situación, por tanto, que no nos debería sorprender. A principios del siglo XX el liberalismo villenense procuró ríos de tinta y enemistades internas que algún día, cuando hilvanemos los hilos que nos quedan por hilvanar, habrá que narrar para conocer otra historia de desencuentros. Otra historia.

Que hay familias que se llevan mal no es novedad, lo que excita al vecindario es que lo interno trascienda, descubriendo en la plaza pública o en los balcones la crisis que carcome al propio clan. Esa ropa sucia que dice la gente. Máculas al sol. Para mi dolor, por lo que me toca de paisanaje, la alimaña roedora del Partido Popular en Villena nació o asomó el hocico en Orihuela, en aquel congreso provincial en el Teatro Circo que fue, con perdón de los Circos, un circo. Cosas que tolera la política caciquil y clientelar o paniaguada de la Vega Baja, pero no la política rústica pero sincera de las tierras del Vinalopó donde las filias y fobias se ejercen con libertad y, como pasa con las temperaturas y su oscilación térmica en las tierras interiores, varían en extremo y con rapidez del frío al calor, del calor al frío.

Del lío local de ahora, por mucho que nos sorprenda por aquello de no entender cómo quien teniendo tanto poder no ha sabido retenerlo en sus manos escapándosele como se nos escapa el agua o la arena fina de oros, no nos debe preocupar salvo en lo que afecta al gobierno de la ciudad. Retener el poder no exige fuerza sino razones, quehaceres e ilusiones que reclamen más quehaceres y razones y... Tiempo al tiempo, las urnas dirán. Así, quienes en las circunstancias actuales nos escupen el haber aupado a Celia Lledó en detrimento de Vicenta Tortosa, otorgándonos desmedidamente un poder que nunca sentimos tener ni pretendemos, nada más lejos de lo que nos mueve semana tras semana a escribir. Contra Tortosa escribimos lo que teníamos que escribir y volveríamos a hacerlo de repetirse similares hechos. Nosotros no viajamos a Bruselas, cambiando en horas de opinión contra los intereses de Villena, para desgraciar un trasvase anhelado en siglos. Tampoco fuimos nosotros quienes un día en Cortes de Pallás glosamos almíbares para al día siguiente justificar agrios. Ni otras trastadas contra el común. Así que, que no se nos otorgue tanto poder. Villena eligió a quien quiso elegir. Como será en el futuro. No me gustaría una Villena feudo de nadie.

Respecto a mis simpatías o aversiones hacia Lledó, confieso mi distancia que es distancia sencilla, normal en diferencias políticas. Además, Lledó, un día, como si fuera motivo para orgullo mío, me dijo tener como referente político suyo a Mónica Lorente, mi alcaldesa en Orihuela. No sé si sabía Celia que he publicado y peleo contra actuaciones de Mónica, la de silencios escapistas. Así que cuando Celia me dijo lo que me dijo... Aviados estamos –pensé yo. Igual me pasó cuando empezábamos a ver peligrar el Júcar-Vinalopó desde Cortes, que manifestándole a Tortosa mi preocupación por la actitud de Joan Ignasi Pla, Tortosa me dijo que se debía a Pla.

Malo es para las ciudades el estar regidas por responsables deslumbrados por los oropeles y canonjías que se reparten en las altas instancias. Mientras estos sean los horizontes, lejanos y particulares, ajenos a la casa municipal, la casa municipal se quedará sin barrer.

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