Vida de perros

La contradicción

Lo obvio es que no nos hacen falta tantos análisis para saber que vivimos en un país todavía ahogado por las contradicciones. Por motivos sociológicos, antropológicos o geopolíticos. Nuestra democracia es joven y se ha encontrado desde el inicio con un matrimonio concertado –con Europa– al que ha tenido que adaptar sus expectativas. Aún así, la contradicción no es el peor de los males; siempre que se sea consciente de que existe y haya intención de trabajarla.
Hace unos días vimos la cogida de un torero en los informativos de todas las televisiones, en todos los horarios y en más ángulos de los deseados. Pudimos ver el rostro del torero cruzado por el hasta del toro. Y estas imágenes se emitieron sin que apareciera algún cartelito en la esquina de la pantalla advirtiendo de que el contenido no era recomendable para menores de dieciocho, dieciséis, catorce años. Un cartelito de esos que aparecen cuando las películas o series muestran muertes ficticias. ¿Una contradicción? Seguramente sí, otra, como las que se dan en la Ley del Aborto o en la Ley D'Hondt o en las medidas para recortar el déficit.

Quizás sean las contradicciones las que hacen crecer este país. Debe ser así porque las personas que dirigen el país o cualquiera de sus regiones (o municipios) no hacen más que caer en planteamientos y medidas que contradicen sus intenciones, incluso sus principios. Por ejemplo, nuestra alcaldesa la señora Lledó trabaja obstinadamente para cumplir con todos los proyectos que incluyó en su programa electoral. Y es un esfuerzo que se debe valorar, más si tenemos en cuenta la experiencia que tenemos respecto al cumplimiento de los programas electorales. Otra cosa es valorar si Villena se encuentra en las circunstancias apropiadas para soportar todas las inversiones que se están realizando. Es decir: si en realidad al cumplir con todas las promesas electorales –propuestas para el crecimiento y beneficio de nuestra ciudad– se va a llevar a nuestra ciudad hacia una situación de endeudamiento que suponga un retraso en nuestra recuperación económica respecto al resto de poblaciones.

Villena se ha beneficiado de un buen puñado de ayudas estatales y regionales, pero al mismo tiempo se ha embarcado en proyectos que una vez finalizados requerirán de un esfuerzo económico: mantenimiento, personal, etc. Decir que la construcción de todas las instalaciones programadas será beneficiosa para Villena no se ajusta a la realidad. Porque no contamos con la cifra del gasto que gravará el presupuesto municipal anualmente. No sabemos –todavía menos contrastando con presupuestos prorrogados– hasta qué punto Villena podrá soportarlo, en cuánto mermará nuestra capacidad de ahorro.

Por supuesto que unas nuevas instalaciones siempre aumentarán la calidad de vida de nuestra ciudad y su atractivo. Siempre y cuando la resta que supone su mantenimiento no supere la capacidad de nuestro presupuesto.

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